lunes, marzo 30, 2009

"Blowup", de Michelangelo Antonioni

El comienzo produce desconcierto. Se suceden intercaladas en el montaje las secuencias de unos hombres de aspecto triste, humilde, que parecen salir de una oscura fábrica o de un asilo para pobres, y las imágenes de un grupo de jóvenes que corren alborotando felices por la calle, disfrazados y maquillados como si celebraran un carnaval. ¿Qué sentido tendrá mezclar a unos que viven la realidad fría, callada, con otros inmersos en su fantasía festiva?
Un exitoso fotógrafo de moda (tirano soberbio y vanidoso), en medio del swinging London de los sesenta. Sus sesiones de fotos devoran a la modelo, se convierten en un clímax voyerista. Placer adicto, el infatigable ojo de la cámara arrasado por su pulsión artística acecha a una pareja en un parque: la mirada (la ventana, el objetivo, el plano) indiscreta hace que un cadáver se fije en el rollo de película desencadenando un thriller improbable:la duda del engaño de una mente agotada por la vida a la carrera.
Un concierto de "The Yardbirds". El público asiste impasible. De repente, un músico enfadado con su amplificador destroza su guitarra y arroja el mástil a la platea, produciendo una avalancha de fanáticos ávidos por recoger el fetiche, el tótem de su dios. El ganador huye con el objeto y después lo tira, despreocupado, en medio de la calle. ¿Para qué sirve un inútil trozo de guitarra o una enorme hélice de avión? ¿Por qué esa avaricia de coleccionista? Modernidad en busca de símbolos, de un carácter perdido o que nunca se tuvo.
La sensación que deja es que el director critica una sociedad (parte de un relato de Cortazar que no he leído: "Las babas del diablo") construida sobre apariencias en la que el mismo se ve inmerso: intrascendente arte pop de rápida factura y aún más rápida digestión; placer fácil de sexo sin compromisos y drogas a gogó. Horror vacui. Todo es efímero bajo el lema del consume hasta morir.
El fotógrafo se agacha y recoge la pelota invisible que un mimo lanzó.
Vaya, otra obra maestra.
Por cierto, la película fue famosa también por tener un plano de un desnudo en el que se muestra vello púbico: escena pueril donde las haya. Claro, visto ahora, que en aquel entonces debió ser la bomba.

4 comentarios:

  1. Esta es una película imprescidible además de absolutamente vigente. No por el Londres que retrata (ya muy desfasado) o siquiera por la trama, superada hoy por el cine. Lo más interesante, argumentalmente, es el alcance que le da Antonioni al sentido de la existencia del protagonista. Un fotografo de modelos que parece despertar del "sueño" de su más que aburrida existencia y ¿termina en ese letargo del que procedía? Porque en el conjunto hipnótico que es la película, hasta el protagonista desaparece. Se puede leer como la lucha entre hacer lo que desea o hacer lo "normal" (regresa al parque) y cómo es feliz cuando ve lo que desea ver y hace lo que en realidad le gusta. Técnicamnete también vigente: los planos, el zoom, los trucos de luces y sombras y los encuadres que han hecho escuela. Por cierto, Boyero la encuentra "Insoportable", je!

    Saludos!

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  2. Mucha razón. No ha pasado el tiempo por ella, algo que resulta increíble. Estas películas sumen al espectador en la reflexión: por eso le disgustan a ciertos críticos, porque además de verlas ¡tienen que pensarlas!
    Saludos.

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  3. La vi hace tanto tiempo que ni me acuerdo. Sería bueno volver a ella. PUes es el comienzo de esta era (esta sí) consumista hata la estenuación. Acércate a un centro comercial y verás en que ha deparado ese comienzo...

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  4. Es que no se trata del consumo de supermercado. Se trata más del usar y tirar: el deseo que se satisface con inmediatez. Usé mal la frase "consume hasta morir". O no.
    La película contrapone el mundo de la necesidad y del derroche. Y tiene muchas más lecturas: cine reflexión.
    Saludos.

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