lunes, febrero 24, 2020

"Todos lo saben", de Asghar Farhadi

Nunca había escrito sobre una película de Asghar Farhadi a pesar de haber visto todos los títulos de su filmografía: "About Elly", "Nader y Simín, una separación", "El pasado", "El viajante": películas estupendas que afianzaron la atracción por el formidable cine persa, inclinación que habían apuntalado cineastas como Jafar Panahi, Bahman Ghobadi o, por supuesto, el ya fallecido Abbas Kiarostami: Historia del Cine: el cine que deberías ver, el cine que ya deberías haber visto. Como seña de identidad común, el drama cotidiano: las vivencias que adornan y amargan la existencia de cualquiera, presentadas desde el enfoque cerrado de las rígidas convenciones sociales del día a día iraní, pero alentando a la vez la característica fundamental y sorprendente de que no somos tan distintos, de que en Teherán o en Madrid las tragedias íntimas presentan idénticos condicionantes: tan lejos, tan cerca. Así, en "Todos lo saben" realiza Farhadi un salto hacia occidente, trasladando el guion al ecosistema reconocible de un pueblo del interior de la Península Ibérica, entorno rural bien delimitado donde los rencores y las maledicencias son protagonistas del aburrimiento diario. Un pueblo español que podría haber sido cualquier otro del mundo.
Reparto coral y suceso infartante, de los que desvelan y angustian, aproximándose de este modo a su impactante primer largometraje, "About Elly". La abundancia de rostros conocidos del panorama cinematográfico español (y en algunas caras, internacional) que protagonizan el rodaje deja bien claro que los directores de prestigio, que emergen de una cinematografía localista, no tienen problema a la hora de encontrar intérpretes conocidos cuando deciden sacar la cámara del terruño natal. Aunque, bien pensado, los barbudos Ricardo Darín y Javier Bardem o la morena Penélope Cruz hubieran encajado a la perfección entre las facciones que acostumbran a aparecer en las cintas de Farhadi.
La literatura sobre raptos me trae a la memoria títulos antiguos de lectura juvenil como "Las aventuras de David Balfour" de Robert L. Stevenson, en género novelado, y otros más recientes y veraces como "Noticia de un secuestro" de Gabriel García Márquez o "Una novela criminal" de Jorge Volpi. Estas últimas referencias parecen apuntar a que el secuestro posmoderno es un asunto de mayor relevancia en el territorio sudamericano actual que en la parte europea del idioma español (de hecho la trama emparenta más con la novela decimonónica de Stevenson que con las otras dos). Quizá esta circunstancia reste verosimilitud al guion de Asghar Farhadi pero no hay que desdeñar que aquí, en esta piel de toro, tratándose de familia, herencias, bodas y pasiones amorosas clandestinas, cualquier cosa es posible. Farhadi logra presentar emociones intensas, sostenidas por las convincentes actuaciones de su reparto, caracteres angustiados por conflictos que no saben manejar y que sufren aterrorizados por las consecuencias de disimulados actos pasados y presentes que amenazan con arrojarlos a callejones sin salida. Aunque tú no lo sepas.

domingo, febrero 16, 2020

"First man", de Damien Chazelle

Para el común de los mortales las grandes epopeyas de la humanidad están protagonizadas por nombres propios que concitan tanta admiración que, difícilmente, puede uno hacerse a la idea del nivel de sacrificio y de sufrimiento que acompañan a algunos de esos logros: dolor y gloria. Si hacemos caso a lo retratado en "First man", extracto biográfico del astronauta Neil Armstrong, el primer alunizaje y garbeo lunar por la superficie de nuestro adorado satélite natural fue un gran paso para la humanidad pero un trayecto desgraciado para sus protagonistas. La cinta resalta sobre cualquier otro factor el número de víctimas que se cobraron los proyectos Géminis y Apolo y las durísimas condiciones de los entrenamientos y de los despegues que soportaban los pioneros de la exploración espacial, colocando la cámara en el enfoque alejado de la gloria y cercano siempre al dolor. La trama queda así contrapuesta a aquella película del año 1983 titulada "Elegidos para la gloría", dirigida por Philip Kaufman a partir de las páginas de un conocido libro de Tom Wolfe, y que iluminaba, ante todo, la senda heroica del viaje a la Luna.
¿Para qué ir allí, gastar tanto dinero en una excursión sin provecho económico, si lo que sobran en la Tierra son problemas a solucionar? Parte de la opinión pública de la época cuestionaba el río de millones de dólares que alimentaban, sin reparar en gastos, los presupuestos de la NASA, demostración palpable de que el odio al rival y el ansia incontrolable de superarle era una fuente de energía inagotable. También del otro lado de la Guerra Fría la carrera espacial convertía héroes en víctimas, con Yuri Gagarin, primer hombre en el espacio, convertido en propaganda, paseado como una atracción de feria por todo el territorio soviético, sepultado su esplendor en vodka y depresión.
Damien Chazelle ha apuntalado su exitosa trayectoria cinematográfica en guiones próximos al mundo de la música, con indiscutibles bazas ganadoras como "Grand Piano", "Whiplash" o, ante todas, "La La Land". De esta última saca al todoterreno Ryan Gosling para interpretar a un Armstrong lacónico y atormentado, realizando una incursión intimista y algo desangelada en la vida de uno de los iconos señalados del siglo XX, desvelando al espectador la profundidad de sus desgracias vitales y rematando así un claroscuro existencial que, sin embargo, no logrará opacar la hazaña inmortal de ser el primer hombre en la Luna.