martes, septiembre 12, 2017

"La seducción", de Sofia Coppola

Sofia Coppola, para qué nos vamos a engañar, siempre ha sido un bulto cinematográfico sospechoso. Ya tuvo ocasión de chirriar como un gato arañando un encerado cuando le concedieron (con calzador) un papel protagonista en "El Padrino III", demostrando que estar delante de la cámara no era lo suyo. Detrás de una no cabe duda de que ha tenido mayor suerte, recabando el éxito crítico en varias de sus películas: un Oscar por el guión de "Lost in traslation", León de Oro por "Somewhere" o Palma de Oro a la mejor dirección por "La seducción". No, no es mal bagaje.
Advertido en El blog de Hildy Johnson, rincón cinéfilo imprescindible, de que "La seducción" es la adaptación de una novela de Thomas P. Cullinan que fue llevada al cine originalmente por Don Siegel en 1971, con el título en España de "El seductor", no queda otra que darse una vuelta por ese antecesor que cuenta con el reconocido womanizer de Clint Eastwood como seductor incuestionable. Y resulta ser la misma película. O casi. Y casi, pero no. Mi ceja izquierda se enarca al descubrir que en la versión de Siegel, entre el grupo de mujeres que habitan el internado Farnsworth, se encuentra una esclava negra, interpretada por la actriz Mae Mercer, personaje ausente en los fotogramas diseñados por Sofia Coppola: Guerra Civil de Estados Unidos, una hacienda sureña: no parece un rol que sobre (la duda es si esa mujer, Hallie, figura en el libro de Cullinan: si no fuera así, sorry my darling Sofia Carmina Coppola).
Y las conexiones se disparan hacia la noticia reciente de ese cine de Memphis que ha retirado "Lo que el viento se llevó" de Victor Fleming, ese clásico, de su acostumbrado ciclo estival, para, de ese modo, no incomodar a los espectadores más inquisitivos (o inquisidores: la piel tan fina de lo políticamente correcto que nos invade) con la visión de la esclavitud, mecanismo productivo que, sin embargo, acompañó a la economía norteamericana durante varios siglos. Cómo era aquello de conocer la Historia para que no se repita lo peor de ella y tal. La Historia, que mancha, pero que no se debe barrer debajo de una alfombra.

miércoles, septiembre 06, 2017

"La niebla y la doncella", de Andrés Koppel

El cine policiaco español goza de bastante buena salud en los últimos tiempos. Historias de criminales y justicieros conforman un listado de éxitos cinematográficos recientes, nutrido de titulos como "La isla mínima" o "Grupo 7" de Alberto Rodríguez, "Que Dios nos perdone" de Rodrigo Sorogoyen, "El Niño" de Daniel Monzón, "No habrá paz para los malvados" de Enrique Urbizu o "Tarde para la ira" de Raúl Arevalo, propuestas que han cuajado en mejores obras cuanto más arriesgado ha sido su planteamiento. En ese sentido "La niebla y la doncella", basada en la novela homónima de Lorenzo Silva, no destaca, se queda en canónica, en una más del género. Pero como el negro es un color que nos encanta, aunque tengamos el ropero (cinematográfico) lleno, siempre hay hueco para colgar otro título.
¡Alto a la Guardía Civil! Una pareja de picoletos, Bevilacqua y Chamorro, combatiendo el crimen sin tricornio ni capote, dándole al benemérito instituto armado una pátina de modernidad alejada de su imagen tradicional. Los excelentes actores Quim Gutiérrez y Aura Garrido encarnan al famoso dúo literario y, junto a otros como Verónica Echegui, Roberto Álamo o Marian Álvarez, consiguen que el punto fuerte de la cinta sea su reparto. Bevilacqua podría ser Sherlock y Chamorro Watson, no sólo porque se explota en el guión la vena deductiva del primero, sino porque esa particularidad oscurece a la segunda: de detectives y bastante canónica, como ya se mencionó, pero no por ello aburrida: asesinatos, corrupción, sexo, narcotráfico, y también grandes paisajes naturales: simplemente por darse una vuelta en imágenes por la isla de La Gomera, territorio español ignoto y sorprendente, ya estaría justificado el precio de la entrada.