viernes, agosto 22, 2008

"X-Files: Creer es la clave", de Chris Carter

Me puedo considerar un fan de la serie. Cuando fue emitida en España, a mediados de la noventa, la vi de vez en cuando, sin ninguna continuidad, ya que aquellos fueron mis años gambiteros y sentarme a ver la televisión no era algo frecuente. Tampoco ayudaban mucho los cambios de día de emisión, tratamiento normal que le hacen los canales españoles a las series norteamericanas (que se lo digan a los sufridos seguidores de "Urgencias" o de "A dos metros bajo tierra"). Sin embargo disfruté mucho de los capítulos que tuve ocasión de ver. Hace algún tiempo un amigo me dejó la serie completa (esas ventajas que ofrece el mundo tecnológico moderno) y ya voy a empezar a ver la quinta temporada. De hecho esta tarde, antes de ir al cine, he visto el último episodio de la cuarta: Mulder ha muerto. No se cómo lo harán pero supongo que resucitará en el comienzo de la quinta.
"Expediente X" era una serie precursora. "C.S.I.", sin ir más lejos, tiene exactamente la misma estructura. Era atrevida, además, en los temas que abordaba. Cualquier suceso paranormal imaginable ha pasado por sus guionistas, con preferencia por el fenómeno OVNI. Vampirismo, satanismo, apariciones fantasmales, mutaciones genéticas de todo tipo, poderes mentales, etc. Y siempre flotando por encima de todo, ese tono conspiratorio. Y lúgubre, claro.
La película. Han pasado los años (la serie finalizó en 2002) y ni Mulder ni Scully pertenecen ya al F.B.I. (desde que terminó la serie hasta ahora, me he tropezado con Gillian Anderson en el reparto de "Tristram Shandy" de Michael Winterbottom y con David Duchovny cepillándose a todo lo que se ponía a tiro en la bizarra serie "Californication": tantos años de tensión sexual con Dana Scully, que al final la obsesión desemboca en compulsión). Ella trabaja de médico en un hospital católico y él es una especie de fugitivo de la justicia que vive en la clandestinidad, con su póster I want to believe colgado en la pared. ¿Serán pareja? ¿Habrá beso o habrá cama? (Esas preguntas, así formuladas, parecen retóricas: es como cuando un amigo para no contarme que Di Caprio moría al final de "Titanic", me preguntó: ¿Tu qué crees? ¿Qué se muere o qué se suicida?). Una agente del F.B.I ha sido secuestrada y un vidente (un excura pedófilo, nada menos) está tras la pista: ¿un médium? Vaya, eso parece un Expediente-X. Los agentes encargados del caso recurren a la experta pareja. Ella no quiere volver al puesto de caza fantasmas, harta de perseguir a tanto bicho raro (no se le puede reprochar: durante la serie es abducida, herida, infectada, muerta y resucitada, fallecen su padre y su hermana y encima Mulder no se lanza: para acabar harta y con razón: adiós a todo eso) pero él está loco por volver a la acción: es su esencia. La búsqueda de su hermana Samantha seguirá siendo el leitmotiv de sus investigaciones.
Chris Carter, creador de la serie, realiza un bonus track, el consabido capítulo largo bien hecho, que hará las delicias de los incondicionales de las aventuras de Mulder y Scully. He echado de menos algunos cameos: no sale el fumador, ni los geniales Pistoleros Solitarios, aunque sí hace una breve aparición Skinner, el sufrido subdirector de los ínclitos agentes.
Bueno, voy a ver si están todos dormidos ya y veo tranquilamente el primer episodio de la quinta.
La verdad está ahí fuera.

martes, agosto 19, 2008

"El caballero oscuro", de Christopher Nolan

La expectativa era que la actuación de Heather Ledger acaparara toda la atención. Así ha sido, pero no por las luctuosas circunstancias por todos conocidas, si no porque borda el papel del Joker (irreconocible el actor, absolutamente transformado en su personaje), robando todo protagonismo al Batman interpretado por Christian Bale: "Joker", debería titularse la cinta.
Estética de Joker sucio: no se parece en nada al que interpretó Jack Nicholson en "Batman" de Tim Burton (de parecerse a algún personaje de Burton, sería Bitelchus el más acertado). Aquel era un Joker regordete y cachondo, clásico, embutido en su frac verde y violeta, que bailaba al ritmo de Prince mientras le hacía la corte a Kim Basinger. La pinta del nuevo Joker me ha recordado (en qué estaría pensando) en la de Brandon Lee protagonizando "El cuervo" de Alex Proyas: personajes malditos propagando su condena, conciencias desgarradas detrás de maquillajes rotos.
El Joker del siglo XXI es un psicokiller sanguinario que se lo pasa en grande haciendo su trabajo. De comportamiento caótico pero a la vez un fino estratega criminal, un dios Loki que ha salido de la caja de Pandora para hacer saltar en mil pedazos un orden social moralizante y bienintencionado pero corrupto hasta la médula, convirtiendo sus apariciones en fiestas paganas de caos y sangre. En estos años la encarnación del mal absoluto es el terrorismo indiscriminado, así que al Joker se le presenta poniendo bombas en barcos y hospitales (qué puede ser más cruel y despiadado que volar por los aires un hospital). Violento porque sí: ¿qué quieres que le haga?, soy un escorpión.
Christopher Nolan ya descubrió en "Batman begins" que la verdadera riqueza del personaje del hombre murciélago reside en su dualidad: el violento héroe enmascarado tiene que tener un lado homicida para poder encarnar al justiciero que actúa donde la ley no llega: márgenes tenues. Dos caras (otro gran personaje de la película: película de lucimiento de malvados) lanza una moneda al aire (juegos mortales ya habituales del cine: "Funny games" o "No es país para viejos": call it, friendo) y la suerte decide: inocente o culpable: no hay juez más ciego pero en realidad ¿cuántas veces se equivocaría?
No sé si este tándem actor/director es estable, pero si es así, no creo que hayamos visto su último Batman. Este es excelente.

domingo, agosto 17, 2008

Radio. "Videodrome"

3000 km por carretera, son muchas horas dentro de un vehículo. Además de escuchar noticieros, cuentos infantiles (que resulta que ahora son políticamente correctos: el cazador no destripa al lobo que se comió a caperucita, si no que le administra una pócima para que la vomite: los futuros habitantes de este mundo van a ser pacíficos por narices) y músicas varías, hubo tiempo para un reproductor de mp3 lleno de videodromes.
"Videodrome", además del título de una de las películas señeras de David Cronenberg, era el nombre de un programa de radio que se emitió hace unos años en Radio 3, escrito y dirigido por Gregorio Parra. Cada emisión del programa, de aproximadamente una hora de duración, se dedicaba a una película determinada, o a dos que tuvieran una temática similar. Cortes de diálogos de la película, temas musicales y la voz del narrador explicando la trama y situando la película en su contexto ("Full Monty" y la política económica de Margaret Thatcher o "Sangre fácil" y el adulterio en la novela "Lady Macbeth de Mtsensk" del escritor ruso Nikolai Leskov).
Conducir mientras cambia el paisaje, los pueblos, hasta los idiomas de las señales, y a la vez ver cine: radio visual, rememorando escenas, frases (cuidado, porque si no se ha visto la película te la cuentan entera) y descubriendo más cosas sobre esas películas, sus directores y actores, detalles inadvertidos. El audio blog.
"Ghost dog", "All that jazz", "La princesa prometida", "Sleepy Hollow", "Ser o no ser", "Inseparables", "Un hombre lobo americano en Londres", "Billy Elliot", "Viento en las velas", "Alien" (este es impresionante), "Mi nombre es Joe", "La delgada línea roja", etc. Un viaje de cine.
Adjunto el dedicado a "El apartamento", para hacerse una idea de las joyas que son estos programas. Y para escuchar más, en http://videodrome.radiotres.org/

viernes, agosto 08, 2008

"Ocaña, retrat intermitent", de Ventura Pons

En un programa de "La edad de oro", el mítico espacio musical presentado por Paloma Chamorro en los años ochenta, entrevistaban a Nazario, a la sazón famoso dibujante que publicaba su obra, de bizarro contenido erótico homosexual, en la revista "El Víbora", y le preguntaban por un tal Ocaña que había muerto recientemente (es el año 1983) y que había sido íntimo amigo del entrevistado. A la pregunta le siguieron unas imágenes de la película de Ventura Pons, rodada cinco años antes de la muerte de Ocaña, en el apogeo de su popularidad. ¿Quién era el tal Ocaña, que hasta tenía película propia?
Se presenta como teatrero para ocultar el apelativo de travestí, que le molesta bastante, pero parece que es el de pintor el calificativo que prefiere: de brocha gorda para pagar las facturas, y de pincel fino para llenar lienzos olvidados con sus representaciones naíf de vírgenes y santos, de batas de cola y de siluetas andaluzas de su Cantillana natal. La infancia es la patria de nuestras obsesiones.
Debió ser un personaje muy conocido en la Barcelona de la época, esa Barcelona preolímpica (los barrios chinos desaparecieron en las ciudades a la misma velocidad que subió el precio del metro cuadrado del centro) que yo no he visitado nunca pero que intuyo en las descripciones (fascinación de lumpen canallesco) que le dedicaba en su tiempo Manuel Vázquez Montalbán, el propio Ventura Pons o las imágenes de dibujantes/ilustradores como el mencionado Nazario, Cessepe, Mariscal, Boada, Ivá o Gallardo (underground: argot, sexo y violencia de cómic de autor: ansias de romper el orden: libertad de expresión al servicio del artista). Esas Ramblas barcelonesas que muchos nombran con melancolía, escaparate idóneo para personalidades provocadoras como las de Ocaña, que las recorría montando el número a conciencia, vestido de mujer como una drag queen prototípica que haya saqueado el armario de su abuela, cantando coplas o saetas y enseñando el culo o lo que hiciera falta al caminar: me encontré con la negra flor. De la Ley de Vagos y Maleantes a la de Peligrosidad Social. No eran buenos tiempos para salir del armario: pasear el orgullo gay era una práctica de riesgo, más aún si lo hacías a grito pelado. "¡Somos libertatarias! (sic)", proclaman tres lolas locazas encaramadas al escenario de la fiesta de la CNT: suspiros de anarquía.
La primera película de Ventura Pons es un retrato de un personaje que destila, a la par, libertad y amargura y de una época en la que se quería salir a la calle a quitarse el luto (a disfrazarse en busca del heterónimo prohibido y luego a desnudarse para mostrar la verdad: provocar era eso: el cabaret en plena calle) después de tantos años de funeral forzoso. Y algunos lo hacían. ¿Por qué? Porque ya podían. Porque les daba la gana.
Burned to death, leo en un entre paréntesis que acompaña la fecha de la temprana muerte de José Pérez Ocaña en su entrada de imdb. Ya no quiero saber más.

martes, agosto 05, 2008

"Kung Fu Panda", de Mark Osborne y John Stevenson

Aprovechando que las olimpiadas pasan por Pekín, la productora Dreamworks ("El príncipe de Egipto", "Antz", "Evasión en la granja", "Madagascar" o la exitosa saga de "Shrek" se pueden contar entre sus producciones más conocidas: no han marcado tantos goles como "Pixar" pero también han tenido sus éxitos) lleva a sus dibujantes a dar una vuelta por el lejano Oriente. Mejor dicho, por el cercano mundo de las películas de kung fu de toda la vida, ubicado en la estantería especializada del viejo vídeo club. Se explotan los archiconocidos tópicos del género: de las peleas imposibles, al maestro impasible; del torpe humilde convertido en héroe invencible, a los nombres rebuscados, aplicables a cualquier restaurante chino, que designan objetos mágicos de poderes extraordinarios. Y, por supuesto, los animales que inspiran posturas de artes marciales: la grulla, el mono, el tigre, la serpiente, la mantis. "Karate Kid" o "El mono borracho en el ojo del tigre" o cualquier otra de Jackie Chan: ponga usted todas las referencias que quiera, pero que sean de las más light.
La mayor virtud de la película residirá probablemente en su estética, sobre todo al principio, en el sueño del panda Po (nombre de Teletubbie: subconsciente infantil), que recuerda al estilo del anime japonés, o en la formidable secuencia de la huida del malvado Tai Lung, de las que dejan boquiabierto. Los modernos productos de animación no dejan de sorprender por estar cuidados hasta el mínimo detalle: hasta el último pelo del bigote del tigre. La iluminación es totalmente sorprendente, las luces y también las sombras, claro, dejando patente los espectaculares avances que se han producido en la generación de imágenes por ordenador desde aquellos tiempos, no tan lejanos, en que estudiábamos el algoritmo de iluminación de Phong y la generación tridimensional de la tetera de Utah (hace poco he revisado "La guerra de las galaxias": el dibujo del plano de las tripas de la Estrella de la Muerte será un pobre gráfico vectorial, pero sigue encandilando la imaginación).
No deja de ser una producción dirigida al público infantil, con los típicos recursos de caídas y bofetadas del slapstick, que siguen funcionando igual de bien que hace cien años, pero ágil y fresca: para toda la familia, como se suele decir. Alicia se ha reído. Y alguna se me ha escapado a mi también.