Batman es el héroe más cercano al perfil del villano de entre los pertenecientes al mundo del comic más conocido y difundido mundialmente. Su identificación con un animal de simbología tan maltratada como es la del murciélago, conduce a mitificarlo como ave nocturna repulsiva y de desviadas costumbres alimenticias: el vampiro chupasangres. Oscuro, de vestimenta y de pasado, y con serias sospechas sobre su salud mental. En fin: una personalidad interesante y atractiva: da de sí si el guionista es avezado y huye de los tópicos de consumo fácil.
Esta película pretende adentrarse en el proceso de construcción de tan torvo personaje, descubriendo traumas infantiles que permitan aclarar la formación de su carácter y explicar así cómo el niño rico puede convertirse en el martillo del crimen, dispuesto a morir por causas nobles.
La trama me ha parecido bastante enrevesada. Empezar por la mitad para despistar al espectador y volver a conducirle al mismo punto, mediada la sesión, no aporta nada de emoción y si bastante de aburrimiento si, como en este caso, se trata del guión de una película de acción y la línea argumental solo puede ser una: los malos cometen un crimen, los buenos les castigan.
Así que desdoblando este pliegue, se consigue una cosa decente.
El señor de la noche tiene cuerda para rato.
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