miércoles, diciembre 27, 2006

"Fuego en la nieve", de William A. Wellman

Hazañas bélicas. En diciembre de 1944 la mítica 101 División Aerotransportada norteamericana se vio rodeada por las tropas alemanas en la ciudad belga de Bastogne. Hitler contraatacó en el norte de las Ardenas cuando ya nadie creía que fuera posible y el resultado fue la mayor batalla del frente europeo occidental durante la Segunda Guerra Mundial. Los soldados americanos aguantaron durante dos semanas el intenso ataque alemán en un paisaje cubierto de nieve, resguardados en sus pozos de tirador, esperando la llegada del Tercer Ejercito del general Patton.
La película es del año 1949 y está muy bien realizada para la época. El blanco y negro y la inclusión de imagenes reales, documentales, del campo de batalla, le aportan realismo a los nevados decorados hollywoodienses. La camaradería en el frente, el mito erótico de las mademoiselles francesas, los bajas heroicas, las raciones K. Música swing y cartas Dear John. La cinta tiene esa pátina de optimismo e inocencia del país victorioso, paladín de la justicia mundial, que aún no ha profundizado en la guerra fría ni ha tomado conciencia del horror del armamento nuclear: están a punto de llegar los felices años cincuenta y el dulce sueño americano previo a la guerra de Vietnam.
La aproximación más realista que he encontrado de ese trozo de historia, consiste en aproximarse a la obra "Hermanos de Sangre" de Stephen E. Ambrose, tanto la novela como la excelente serie de televisión, donde se cuenta la vida en el frente de una compañía paracaidista, la compañía E, desde su reclutamiento hasta el fin de la guerra, resuelta verazmente mediante la compilación de testimonios de los supervivientes. El día D, la operación Market Garden, Bastogne, El asalto al Nido del Águila.
Y otra opción muy recomendable para acercarse a la vida del soldado aliado es, sin complejos, echar una partida a los excelentes juegos de ordenador "Medal of Honour" o "Call of Duty". Agacharás la cabeza.

domingo, diciembre 17, 2006

"El sueño de Arizona", de Emir Kusturica

Mientras que Yugoslavia ardía en el conflicto bélico europeo más sangriento desde la Segunda Guerra Mundial, el director bosnio Emir Kusturica se iba a hacer las américas. Allí rodaría está película rodeado de un elenco de grandes estrellas: Johnny Deep, Jerry Lewis, Faye Dunaway, Lily Taylor, Vincent Gallo. Todos ellos cogen muy bien el tono kusturicense, surrealista y onírico, llevado al extremo en está película quizás la más fantasiosa de toda su obra. Hay guiños a clásicos, probables homenajes al mejor cine: "Toro Salvaje", "El Padrino", "Con la muerte en los talones", la propia "Bonnie & Clyde". Salen animales, bodas, músicos (banda sonora de Goran Bregovic, pero mariachis en vez de fanfarrias de trompetistas). Símbolos que se repiten una y otra vez.
Supongo que cuando un autor tiene un sello tan personal, tan prestigioso y tan premiado, los actores están locos por trabajar con el. ¿Qué pasaría si Almodovar, niño mimado de la crítica neoyorquina, se decidiera a saltar el charco? ¿Tendría problemas de casting o habría bofetadas por aparecer en los créditos? ¿Qué actores serian adecuados para una versión americana de "Hable con ella"? Seguro que Johnny Deep estaría en la lista. Y en cualquier lista.

domingo, diciembre 10, 2006

"King Kong", de Peter Jackson

Después de la monumental, épica y extraordinaria versión de la trilogía de Tolkien, merecedora de cualquier elogio imaginable, el director Peter Jackson abordó el proyecto de realizar un remake personal del clásico "King Kong" de 1933: "El Señor de los Anillos" había recaudado suficiente pasta como para permitirle hacer cualquier cosa que se le pasara por la mente. Ya había otra versión de 1976, con Jeff Bridges y Jessica Lange, pareja que tenía un punto más salvaje o indómito que la formada por Adrian Brody y Naomi Watts en esta versión de 2005.
La película tiene un arranque potente, con una eficaz recreación del Nueva York de los años treinta. También impresiona la llegada a la isla de la Calavera, con una tribu indígena que me ha recordado a los Uruk-Hai de Saruman, llenos de salvajismo primitivo. Pero en cuanto aparece el gran gorila, la película se convierte en un largo bostezo de dos horas. Las escenas de lucha con dinosaurios quizá hayan funcionado en la pantalla de cine, pero en 19 pulgadas resultan demasiado aparatosas e increíbles, sobre todo cuando aparecen los actores correteando entre bestias de varias toneladas (Naomi Watts sobrevive a caídas tremendas y meneos brutales sin el menor rasguño). Kong acaba convertido en un dibujo animado infantiloide, con miraditas, mohines y posturas que pretenden dotarle de intensas emociones y la presunta relación sentimental entre la bella y la bestia es de auténtica carcajada: no conmovería ni a un niño de tres años.
¿No iban a hacer una versión de "El Hobbit"?