sábado, enero 24, 2009

"Nazarín", de Luis Buñuel

Sus vecinos no acaban de creerse que sea un cura: no están acostumbrados a un párroco tan desprendido. Estajanovista de la caridad, botín fácil para pícaros y holgazanes, tonto de tan bueno. Recuerda al fraile Junípero de "Francisco, juglar de Dios", de Roberto Rossellini, otro ultra de la piedad que solía regresar desnudo al convento después de haberle entregado sus escasas ropas a cualquier paisano, más pobre que él, con el que se cruzara por el camino.
Retrato de la caridad, una de las virtudes cristianas más preciadas, esa que suele ir acompañada del adjetivo "malentendida". Buñuel la va a pulverizar tomando como pretexto la novela de Benito Pérez Galdós. Nazarín yerrará en cada una de sus buenas acciones: todas ellas terminan provocando desgracias. El incendio del mesón provocado por la prostituta que él ha cobijado en su casa o el capataz asesinado por sus trabajadores después de que este haya accedido a darle trabajo a Nazarín a cambio, unicamente, de un poco de comida (el santo esquirol). Sin embargo otros serán sus fracasos más dolorosos: ni consigue el arrepentimiento del ladrón que le salva la vida (el malhechor acepta sin dramas su condición de alma condenada: cada uno a lo suyo), ni mucho menos el de la enferma de peste que, en el lecho de muerte, prefiere evocar el amor que deja en este mundo antes que aceptar la equívoca promesa de la salvación ultraterrena.
Después de tanta decepción acumulada, ¿qué puede significar la resistencia a aceptar la piña que le ofrecen tan caritativamente al final de la película? La duda, por supuesto. Esa duda que quebranta hasta la fe más ciega.

viernes, enero 09, 2009

"Resident Evil 3: Extinción", de Russell Mulcahy

Milla Jovovich tiene sobrados puntos para ser nombrada la heroína número uno del cine de acción heredado de los videojuegos: la saga Resident Evil da prueba de ello: le da mil vueltas a los lamentables Tomb Raider de Angelina Jolie. Arrojada al estrellato con su brillante papel en "El quinto elemento", de Luc Besson, su rostro da una acertada mezcla de inocencia infantil y dureza felina, aparte de un físico apto para las patadas voladoras. También me gustó como la protagonista de "Juana de Arco", del mismo Luc Besson (su marido por entonces) y en "El hotel del millón de dolares", de Wim Wenders, película está última que pasó por las pantallas con más pena que gloría y que a mi, no sabría explicar el motivo, me gustó mucho, incluida su banda sonora (o sobre todo). Y sin embargo en "Resident Evil 3", lo que más me ha llamado la atención de esta actriz es el extraño color de cara que tiene en los primeros planos: o exceso de maquillaje o exceso de PhotoShop. Lo segundo, supongo. Cuando filmaban a Sara Montiel, en su madurez y a falta de tecnología digital, le colocaban a la lente de la cámara una media dorada para disimular los surcos del tiempo, pero que a una actriz de 33 años le borren las arrugas, más aún en un personaje que se dedica a descabezar zombies en medio del desierto, me parece pasarse de la raya (tirando a enfermizo) y hace que te fijes en aspectos de la filmación que distraen innecesariamente.
¿La película? Pues como la primera y la segunda: escabechina de muertos vivientes trepidante y bien realizada (algunos videojuegos dan pingües beneficios, se nota), con mucha estética "Mad Max" en esta última entrega, y que se despacha en hora y media. Para que no de tiempo a aburrirse.

sábado, enero 03, 2009

"My blueberry nights", de Wong Kar Wai

En el fondo la película no cuenta nada más que una historia de amor optimista y amable (si exceptuamos el capítulo que transcurre en Memphis, de tono trágico: de lo mejor de la película, además). Cambias a Jude Law por Tom Hanks, a Norah Jones por Meg Ryan y a Wong Kar Wai por Nora Ephron (directora/guionista de "Algo para recordar" o "Tienes un e-mail") y obtienes la típica comedia romántica que ha arrasado la taquilla en más de una temporada navideña. Entonces, ¿cuál es la diferencia? La diferencia es la mirada. Una estética inconfundible, una inquietud palpable por lograr que cada plano, cada encuadre, cada fotograma pueda sacarse del celuloide, enmarcarse y colocarse en cualquier exposición de arte fotográfico de vanguardia. La saturación del color y el grano de la película, la cámara que se asoma por las ventanas y escudriña desde cada rincón de la habitación, logrando calidez y cercanía, haciendo partícipe al espectador de la atmósfera de cada escena. Los ambientes urbanos capturados por Wong Kar Wai, con querencia demostrada por los locales nocturnos, las camareras y las luces de neón, resultan cercanos, cotidianos, vividos: costumbrismo del siglo XXI. Despersonalización, deslocalización: cualquier ciudad, cualquier noche.
"My blueberry nights" es la primera ocasión en la que el director occidentaliza su reparto, lleno de buenos actores. David Strathairn (el que deseaba "Buenas noches y buena suerte" en la película de George Clooney) y Rachel Weisz se entregan a fondo en su papel de pareja rota: pasión dramática de días de vino y rosas. Incluso Natalie Portman parece abandonar su eterno rol de tierna lolita del barrio (así la llamaban, hace ya muchos años, en "Beautiful Girls" de Ted Demme) y domina sus escenas con aplomo. El director también saca a Norah Jones de los estudios de grabación y las salas de conciertos y la coloca delante de la cámara, con un resultado aceptable. Ese plantel de caras conocidas, de las que llevan público a la sala por el mero hecho de aparecer su nombre en el cartel, puede producir la sensación de que esta es la película más comercial del autor. Puede que sí. De cualquier modo supongo que a la mayoría de las estrellas les encanta rodar con directores de culto que aporten credibilidad y consistencia a sus bamboleantes carreras. ¿Qué actor no querría salir en una de Woody Allen o de Tarantino o de Kusturica? El día que Almodovar cruce el charco (si lo cruza) ¿quién saldrá en la pelicula? ¿Uma Thurman arrojando un contestador por la ventana? ¿Johnny Deep travestido cantando un bolero?

Con esta, 200 entradas van ya en este blog. Sin prisa, pero sin pausa.

viernes, enero 02, 2009

"Los cronocrímenes", de Nacho Vigalondo

Buena película para empezar el año. Ciencia-ficción, intriga de origen nacional. El primer largometraje del director, escritor, actor (hace las tres cosas en esta película) Nacho Vigalondo merece un sobresaliente, si bien poco puede aportar mi criterio a la hora de calificar a un realizador que rozó el Oscar con su cortometraje "7:35 de la mañana". No me gustaría deslizar en estas líneas detalles de la trama que pudieran perjudicar el efecto sorpresa de futuros espectadores. Mejor verla, como dicen los anuncios de ventas de casas.
Comentamos al final de la película que esta parece candidata a que alguna compañía hollywoodense compre la historia y realice una versión que seguramente resulte nefasta, como aquella "Vanilla sky" de infausto recuerdo, pálida copia de la excelente "Abre los ojos" de Alejandro Amenábar. Una rápida comprobación vía Google confirma que United Artist, la productora de Tom Cruise, ya ha realizado la adquisición (sí, el mismo de "Vanilla sky", el mero, mero: ya le estoy viendo con la cara envuelta de vendas ensangrentadas, ¡ntchs!).
El director toma el rol del doctor Frankenstein y crea un monstruo (compararlo en su aspecto con el que interpretó Robert De Niro en el "Frankenstein" de Kenneth Branagh, me parece que no es ninguna tontería). Y Karra Elejalde está sencillamente genial: hacía mucho tiempo que no le veía interpretar un papel tan bueno, probablemente desde "Los sin nombre" de Jaume Balagueró, y ya hace un par de lustros de aquello.
El cine fantástico español existe, otra cosa es que las distribuidoras estén interesadas en darle el apoyo que merece. Y en cuanto a guión y calidad de la producción, le da mil vueltas a mucho pestiño usamericano para adolescentes. Pienso.