La asombrosa cadencia anual de estrenos que presentaba el cineasta Woody Allen, se vio súbitamente interrumpida: aún teniendo un título listo para su presentación al público, el año 2018 se iba a quedar sin una película de Woody Allen. Esta irregularidad en su trayectoria de las últimas tres décadas, se debió a que en 2017 se lanzó al mundo, con una energía mediática tremenda, el movimiento conocido como "Me Too", que se distinguía por denunciar públicamente el acoso sexual que sufrían desde los inicios del cinematógrafo las actrices de Hollywood y, en general, cualquier comportamiento inapropiado que hubiera provocado que alguien se sintiera incómodo realizando su trabajo. De aquella ola surgieron, entre otros muchos escándalos, el juicio criminal contra el todopoderoso productor de Miramax Harvey Weinstein, el borrado de Kevin Spacey de los fotogramas de la cinta "
Todo el dinero del mundo" de Ridley Scott o, llegando a lo más reciente, la condena al ostracismo del cantante de ópera Plácido Domingo. Para cineastas como Roman Polanski o Woody Allen, propicia carne de cañón del tema, la cosa se ponía fea: en Internet las sentencias se proclaman sin tribunal, jurado ni juez y pueden arrastrar con ellas pérdidas millonarias. Amazon era, a la sazón (rima libre), la productora de "Día de lluvia en Nueva York" y, en vista de cómo crecía la epidemia de denuncias en aquel tiempo, decidió poner la película en "cuarentena". Allen les demandó y mediante un acuerdo extrajudicial consiguió rescindir su contrato con la productora de comercio electrónico y hacerse con los derechos de la obra. Finalmente fue estrenada en salas en el verano de 2019: en Europa, claro, que yo sepa en Estados Unidos no ha pasado por los cines: el director de Brooklyn es un sempiterno exiliado del biempensante y anodino cine hollywoodiense.
¿Y la película qué tal? Pues se trata de una deliciosa comedia romántica que se disfruta de principio a fin y que cuenta en su reparto con algunos de los más brillantes jovenzuelos del panorama cinematográfico actual, como son Timothée Chalamet o Elle Fanning. Desenvuelve su trama, sello de autor, entre los ambientes más pijos e intelectualoides de la alta sociedad neoyorquina. Y de nuevo la firma de Vittorio Storaro en la fotografía, otorgando a los fotogramas una calidez formidable, un aura de melancólica
bittersweet que reconforta el espíritu aunque en la calle no pare de llover. Como de costumbre, la cinta dejará para el recuerdo cinéfilo secuencias imborrables, momentos trascendentes que, en esta ocasión, se levantan sobre el lado oscuro de la riqueza y la ostentación, dejando patente que no es oro todo lo que reluce y que los ricos también lloran, válgame el recurso barato de las frases hechas.
Allen en el diván, otra vez, sometido de nuevo al linchamiento artístico. Tanto fue así que algunos de los
millennials que actuaron en la película y que seguro que dieron saltos de alegría cuando recibieron la llamada de prestigio del cineasta para participar en el rodaje, donaron sus emolumentos a diversas causas relacionadas con el "Me Too", un ejercicio vacuo y propagandístico destinado a lavar sus hipócritas conciencias de "influencer instagramero". Cría cuervos, Woody.
veo que le tenes el cariño que también le tengo yo a Woody. No se cuando, pero nunca me pierdo de ver las de el. Así que se que la veré y la disfrutare como todo su cine porque me gusta su estilo y es uno de los grandes. Amén.
ResponderEliminarSiempre que hay una nueva película de Woody Allen se escucha tanta mala crítica sobre ella (y sobre él), que cuando finalmente la veo alucino preguntándome en qué parte la cinta era tan terrible. Otra lección anual de cine de Woody Allen. Bueno, en este caso, bianual...
Eliminar¿Es posible disociar la obra de la vida de un talento como Woody Allen? Sí lo es, al menos yo lo veo así. Igual sucede con Polanski. Lo siento, pero no pienso perderme sus películas, así de egoísta (o cinefilo, que debe ser lo mismo) me siento. Me limito a disfrutar del cine. Lo de la vida privada de ambos lo leo de soslayo. Si son culpables que lo paguen, eso sí.
ResponderEliminarSaludos.
Siempre he procurado separar la vida personal del autor de su obra de modo que ésta fuera calibrada por su espacio propio y no por ruido externo. Si el público conociera los actos íntimos de muchos de los personajes que admira...
EliminarQue tal Licantropunk!
ResponderEliminarMe incluyo en su grupo de incondicionales, con el y sus películas aprendí a amar el cine. Si bien no la incluiría entre sus mejores trabajos si es cierto que tiene su sello y se ve con sumo agrado.
En cuanto a toda esa polémica que lo persigue, me remito a lo que se decia en "Alicia en el pais de las maravillas"..."Sentence first, verdict afterward" (primero la sentencia, el veredicto despues...)
Estupenda como de costumbre tu reseña, saludos!
Muchas gracias Fran. No encuentro ninguna película de Allen que me decepcione, no la he encontrado nunca y la verdad es que tampoco la busco. Y esta película es una más a añadir a una trayectoria artística formidable e insólita.
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