domingo, agosto 03, 2014

"Ida", de Pawel Pawlikowski

Desolación. El ánimo que deposita esta película en el espíritu sería ése, una desolación nihilista, sin remedio. Escribe el historiador Tony Judt en su libro "Postguerra: una historia de Europa desde 1945" lo siguiente: Muchos de los judíos supervivientes de Polonia se marcharon definitivamente de allí tras una serie de pogromos que tuvieron lugar durante la postguerra: 63.387 de ellos llegaron a Alemania procedentes de Polonia entre julio y septiembre de 1946. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial no llegó la paz para una de las etnias que más persecución y masacre había sufrido durante el conflicto bélico. En "Shoah" de Claude Lanzmann se contaba cómo los desdichados pasajeros de los trenes que se dirigían a Treblinka, a Auschwitz y a tantos otros mataderos, contemplaban por los escuetos ventanucos de los vagones de transporte de ganado a sus compatriotas mirando sonrientes el convoy, pasándose felizmente el dedo pulgar por el gaznate en un gesto carnicero de odio secular. En cualquier guerra, la Guerra Civil Española incluida, las fosas comunes se llenan con envidias a la fortuna ajena: haciendas expoliadas, títulos de propiedad quemados, testamentos interrumpidos. Otra cita, ésta de la película "Las bicicletas son para el verano" de Jaime Chávarri (en realidad, de la obra de teatro en que se basa, escrita por Fernando Fernán Gómez): Con el final de la guerra no llegó la paz, sino que vino la victoria.

Anna, huérfana temprana recogida por unas monjas católicas, sólo ha vislumbrado el mundo a través de la celosía de las ventanas del convento, el retiro monacal apartado de cualquier tentación pero también de cualquier problema: la obediencia y el rezo son sus mayores preocupaciones: la paz de la ignorancia. Resulta que Anna no es Anna, es Ida. Emerger al exterior en un rito iniciático acelerado, desabrido y traumático: los fantasmas del pasado que regresan descarnados, como la calavera de Yorick, símbolo rotundo del no retorno. Pequeña road movie: romance de autoestopista con saxofón y todo. Suena "Naima" de John Coltrane y a qué negar que la espléndida fotografía en blanco y negro de la película alcanza lo sublime mecida por los prodigiosos acordes del saxofonista (y el colmo de la casualidad se produce cuando al día siguiente, en Radio 3, en el programa "A todo jazz" presentado por Cifu -para los amigos-, pinchan "Naima" interpretada por un quinteto polaco de jazz: lo raro sería no sorprenderse de que a uno le pasen estas cosas). Las dos actrices protagonistas, la tía Wanda (Agata Kulesza) y su recién conocida sobrina Ida (Agata Trzebuchowska) lucen excelentes sometidas a la intensa palidez de la luminosidad neblinosa de los años 60 en Polonia: caras blancas, ojos oscuros, de los aparecidos, de los desasosegados.Y llegan a la mente otros directores polacos geniales como Andrzej Wajda o Krzysztof Kieślowski, tanto por el tema como por la estética. ¿No podría haber firmado esta historia el director de "Cenizas y diamantes"? ¿Acaso no encajaría perfectamente "Ida" como un capítulo más del "Decálogo"? Grandes referencias para una película excelente, para un gran director, este Pawliowski.

Ida ya no es Anna, pero quizás le gustaría seguir siéndolo.
Y ahora, la canción.

12 comentarios:

  1. Querido Licantropunk, para mí IDA es una película desoladoramente hermosa...
    He leído tu texto..., escuchado la música... y han vuelto a mí un montón de imágenes en blanco y negro...
    Los rostros de Ida y Wanda cuentan..., narran.

    Besos
    Hildy

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    1. Unas actuaciones formidables. La película tiene un tono calmo que conjuga a la perfección con la fotografía. La historia, tan terrible, contada así, requiere un manejo cinematográfico realmente bueno.

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  2. Ayer, precisamente, también yo estaba escuchando al "Cifu" programando el estupendo jazz de ese cuarteto polaco. Ya te comenté en mi blog las excelencias de esta película que tan magníficamente comentas (enlazo la entrada en mi Facebook). Ni Kieślowski, ni Wajda, son santos de mi devoción, pero esta película juega en otra liga: creo que necesito un segundo visionado para confirmar tanta excelencia; el blanco inmaculado me recordó a Dreyer y la cadencia narrativa a un Antonioni modernizado por el mejor Kasdan, el de "El turista accidental". Me ha llegado especialmente este texto tuyo, Un abrazo.

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    1. ¡Dreyer, sí! Llevé mis referencias al cine polaco, por la nacionalidad de la película, pero la cinta usa un lenguaje cinematográfico netamente europeo. Me fui a Wajda porque el tema de la cinta está presente en "Cenizas y diamantes", a la que estéticamente me recordó. Y esa historia de fe, de duda, que también protagoniza la película, me parece que encajaba en la serie de televisión de Kieślowski, "Decálogo" (he leído alguna vez considerarla la mejor serie de televisión de la historia del medio: por mi vale), pero no se en cuál mandamiento englobarla: en el primero, claro, pero el cuarto también, el quinto fijo, el décimo seguro. No, no, gran película por sí misma, yo creo que de lo mejor que he visto últimamente y seguro que de lo a destacar en la filmografía del año 2013.

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  3. Hace poco pasaron el decálogo por la TV Pública, presentado por uno de los mejores juristas del país. Quedé impactado. Voy a buscar Ida... Un abrazo.

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    1. El "Decálogo" es una obra maestra en diez episodios, diez capítulos de una densidad emocional difícilmente igualable. Los diez mandamientos que cualquier cinéfilo que se precie no puede dejar de ver: amarás al cine sobre todas las cosas. Bueno, casi todas...

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  4. Mr. Licantropunk, a Pawlikowski le costo mucho encontrar a la actriz adecuada, con lo cual le pidio a sus amigos que sacaran fotos secretas, en caso de que vieran a la persona adecuada para el papel. Uno de sus amigos, la vio a Agata Trzebuchowska en un cafe, le tomo la foto y la persuadio para que fuera a la audicion. Cordiales saludos. Belknap.

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    1. ¡Qué buena anécdota! Porque la verdad es que la película cuelga del buen hacer de sus dos actrices protagonistas y si me estás diciendo que para la actriz que interpreta a Ida era la primera vez que se ponía delante de una cámara... ¡Uff! ¡Qué talento!

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  5. La diversidad de lenguajes ( musical, gestual, oral en sus escasas palabras y silencios, fotográfico con esos paisajes desnudos y ese blanco y negro, de enfoque, de las escenas, de la parte estrictamente narrativa y no sé cuantos más) dan lugar a un producto interesante sobre todo por lo complejo.

    Pienso que cuenta muchas cosas, más de lo que parece, y eso, aparte del placer que produce verla, es uno de sus grandes logros.

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    1. El uso intenso del blanco y negro está completamente acertado en esta película. Introduce el vistazo al pasado y además le da el tono gris, triste, melancólico, desalado. Y sí, la historia que subyace es muy poderosa, un guión de primera. Y ese final.

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  6. Buena película que me ha recordado al primerizo Polanski de "El cuchillo en el agua". Creo que es la primera vez que el cine polaco trata tan abiertamente el antisemitismo, un tema que era tabú incluso durante la época del comunismo. Me encantó esa fotografía en blanco y negro tan apropiada.
    Saludos. Borgo.

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    1. A Polanski no me pareció adecuarlo meterlo, me parece que su cine iba en otra dirección temática. En cuanto a los pogromos, ese párrafo del libro de Tony Judt que apunté me sobrecogió cuando lo leí, hace años: no se me ha borrado de la memoria y después de ver la película, cuando me puse a escribir sobre ella, sabía que no me quedaba más remedio que incluirlo.

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