Esta noche o la de mañana (noche de difuntos) muchos buscarán una película de terror con la que celebrar su particular Halloween: celuloide eviscerado que consiga meternos el susto en el cuerpo. El catálogo del género es inmenso y no habrá grandes problemas para encontrar un título que produzca desasosiego en nuestro sueño nocturno.
Y si de eso se trata, de desvelo y angustia (dice Bécquer en "El monte de las animas": Después de una noche de insomnio y de terrores, ¡es tan hermosa la luz clara y blanca del día!: lectura corta muy recomendable para la noche del 31 de Octubre), "Margin call", sin emplear ni una gota de ketchup, ni un grito desgarrador, ni una puerta chirriante, ni una amenaza en la sombra, será una opción nada desdeñable. "Margin call" es el instante que sumió a millones de personas en la desesperanza y la ruina, instante que se prolonga hasta la actualidad.
Un analista de una poderosa compañía estadounidense de inversiones (no aparece el nombre de esa compañía en la cinta, no se menciona en ningún momento; habrá que adivinar cuál, pero no parece muy complicado hallar ese homónimo en el mundo real) descubre una noche que los modelos numéricos en los que se basa su "inteligencia" contable tienen un pequeño error, de modo que la valoración de los activos de la empresa es, en fin, no todo lo veraz que debería ser. Traducción: las hipotecas subprime son una mierda y estamos al borde de la bancarrota. De madrugada, con la debida nocturnidad y alevosía, los altos ejecutivos de la empresa se reúnen mientras el resto del mundo duerme, acuden raudos en sus helicópteros y limusinas a la llamada que anuncia la tormenta, el fin del baile: la fiesta terminó. Dos opciones: intentar amortiguar las consecuencias para que el problema no se extienda a escala global o poner en consideración únicamente el propio interés, salvar los muebles en la medida de lo posible, colarle a las demás compañías los activos "tóxicos" y provocar eso que se llama una "crisis de confianza": la economía mundial en el arroyo. La solución al dilema será muy sencilla: que os den a todos: aún nos siguen dando y no dejarán de hacerlo. Lo más alarmante es que esta decisión última parece proceder de una única persona dotada de un poder absoluto, un individuo que no está dotado de conciencia y sí de una voracidad sin límites: el vampiro o, en este caso, el bankiro (magistral Jeremy Irons, el punto exacto para el mal disfrazado de gentleman). 24 horas que estremecieron al mundo, parafraseando el título de la novela de John Reed aunque, a diferencia de aquella, no se encontrará en esta trama ni una pizca de épica o de romanticismo (se puede ver "Reds" de Warren Beatty para saber más acerca de John Reed, perseguidor de revoluciones).
La película describe muy bien (al director novel J. C. Chandor convendrá no perderle de vista en sus siguientes obras) el ecosistema de la empresa moderna, selva de depredadores, un entorno donde abunda la traición y escasea la lealtad (en eso me recordó bastante a "El método" de Marcelo Piñeyro: con qué facilidad cambiamos el honor y la honestidad por la esclavitud de la nómina). La deshumanización absoluta en pos de un incremento de la gráfica de beneficios, de un porcentaje en las ganancias, de un aumento de sueldo: dinero a gastar en un cúmulo de lujos estúpidos y vacuos. Cambiar valores por valores (los morales por los bursátiles) dejando bien claro que no hay elección: ¡enséñame la pasta!, como se decía en "Jerry Maguire" de Cameron Crowe. Las reglas del juego no admiten variación y el casino no cierra nunca. Hagan sus apuestas.
Mucho miedo, ya te digo.
Que ya las cobras silbarán por los últimos pisos,
ResponderEliminarque ya las ortigas estremecerán patios y terrazas,
que ya la Bolsa será una pirámide de musgo,
que ya vendrán lianas después de los fusiles
y muy pronto, muy pronto, muy pronto.
¡Ay, Wall Street!
El mascarón. ¡Mirad el mascarón!
¡Cómo escupe veneno de bosque
por la angustia imperfecta de Nueva York!
Era Lorca, hace 90 años...
A esta película, que todavía no he visto, le vendría como anillo al dedo "la doctrina del shock" a modo de "precuela". La realidad vuelve a dar mucho más miedo que la ficción.
En una de las mejores escenas de la película Jeremy Irons enumera todas las crisis económicas que se han sucedido en tres siglos, como diciendo: ¿y qué? Aquí seguimos, en la cúspide, y aquí seguiremos cuando esta pase. No se aprende la lección, esa que Lorca vio tan clara.
ResponderEliminarLa película es tremenda en cuanto a que se muestra como las decisiones de un muy reducido grupo de personas que sólo miran por su propios intereses afectan a la vida de millones. Aterrador.
"La doctrina del shock" la tengo apuntada desde que la comentaste en tu blog, en aquella estupenda lista de "indignación".
Saludos.
Eso si que es terror a flor de piel y, efectivamente, a los provocadores de todo esto les da igual, ya sabe lo que se dice de cierta sustancia, que flota pase lo que pase.
ResponderEliminarLo que también me dio mucho miedo fue el principio, basta cambiar los trajes azul oscuro (casi negro) y las camisas blancas por túnicas negras con capuchas y las cajas de cartón vacías por guadañas...
ResponderEliminarsaludos.
Te dije que daba miedo. Mucho miedo.
ResponderEliminarY más miedo da intentar conocer hasta dónde llega su poder. Los años pasan, pero ellos siguen siendo tratados como víctimas. Puro terror.
Functus officio. Se convierte en víctima.
ResponderEliminarSubvenciones. Ayudas. Salvaciones. Inyecciones. Capitalizaciones. "Ex abrupto"
Mr. Licantropunk, no vi " Margin Call " pero me la apunto, por lo que lei es sin duda una verdaera pelicula para estas fechas y venideras. Estos si que son verdaderos monstruos, mientras que muchos de los otros son solo victimas. Un saludo y feliz halloween.
ResponderEliminarPepe Cahiers: a mi dejó boquiabierto, no porque me descubriera nada que no supiera, sino por ver a buenos actores representando lo que debe ser aquello de puertas para adentro.
ResponderEliminarAkebono: en la empresa moderna ya no se pierde tiempo ni en dar explicaciones: despedido a velocidad de vértigo, da igual los años que hayas trabajado para ellos: el pasado tiene un valor nulo.
Kezo: seguimos tu recomendación, sí, y no defraudó.
Belknap: hoy se celebran todos los santos, entre ellos el suyo, Mr. Belknap, así que muchas felicidades.
Y a todos.
Original e interesante tu propuesta para la noche de difuntos pero me uqedo con esa recomendación que has realizado al comienzo del post con la lectura de Bécquer. Eso sí que es disfrutar de la noche de difuntos. Un abrazo.
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