jueves, julio 01, 2021

"Expediente Warren: Obligado por el demonio", de Michael Chaves

Si hay un cineasta que haya dominado como ningún otro la taquilla del género de terror durante el siglo XXI, ese ha sido, sin lugar a dudas, el director australiano nacido en Malasia conocido por el nombre de James Wan. Genuino rey Midas del cine actual, pone su firma como director, productor o guionista a sagas de singular éxito en esto del grito y del susto como son "Saw", "Insidious" o "Expediente Warren", ingente cantidad de títulos de costes contenidos y recaudaciones formidables. La incógnita reside en saber si existe un sello de autor y, disponiendo de recetas infalibles para el público, dilucidar cuál es el secreto de su éxito.

Particularmente "Saw", su primer largometraje, estrenado en 2004, me pareció un debut sumamente prometedor, cinta dotada de cierta originalidad en su trama y en su puesta en escena y aguerrida en su desenlace: gore pero sin pasarse. "Saw" y su jigsaw o asesino del puzle era atrevida e icónica, y dio lugar a un gran número de secuelas de las que no he visto ni una: la primera me dejó contento así que para qué más. "Expediente Warren", sin embargo, me ha dejado siempre (de esta saga las he visto todas, incluida esta tercera que da título a la entrada del blog y que está dirigida por Michael Chaves aunque James Wan siga vigilante entre bambalinas) una intensa sensación de déjà vu: esto ya lo he visto. El subgénero de casas encantadas con espíritu maligno recorriendo sus pasillos está muy trillado y salvo aportes sorprendentes como el de la película "The Babadook" de Jennifer Ken, tiene pocas novedades que ofrecer.

El ciclo "Expediente Warren" relata las andanzas de dos famosos investigadores de lo paranormal (alcanzaron fama mundial después del celebérrimo caso de Amytiville, otro de los nombres de lustre ligados al cine de terror), Ed y Lorraine Warren (Patrick Wilson y Vera Farmiga), profesionales de esa denostada labor de atrapar duendes: o gamusinos: hazmerreir de escépticos, faro para crédulos. La industria del horror en celuloide se presenta de la mano de Wan como un espectáculo casi para todos los públicos, extirpando la acostumbrada carga sexual del terror para adolescentes (protagonistas beatos y recatados: profunda carga religiosa en el metraje, otro vicio indisimulado del cine hollywoodiense de las últimas décadas) y eludiendo el recurso fácil de abuso en la presentación de sangre y vísceras: casas del terror de las que existen en cualquier parque de atracciones, banalidades posmodernas que justifican el precio de la entrada en una realización cuidadosa que logra que el espectador sea el que deambule por la casa encantada de turno, vigilando, inquieto, los límites del encuadre en busca de la siguiente aparición.

Por otro lado, la tercera entrega, "Expediente Warren: Obligado por el demonio", a la vez que cambia de director modifica un tanto el registro y muestra al matrimonio Warren más intrépido y aventurero visto hasta la fecha, enfrascado en la investigación del caso criminal del homicida Arne Johnson, acusado de asesinar a su casero Alan Bono. Aquel juicio de principios de los ochenta fue el primero de la historia de Estados Unidos en el que la defensa del acusado, asesorada por los Warren y su ansia de notoriedad, alegó la condición de posesión demoníaca para justificar el crimen. El juez rechazó de plano esa argucia fantasiosa del abogado de Johnson, por más que en la película nos quieran convencer, con sobradas escenas de satanismo, exorcismo, encantamiento, maldición, posesión y otras diabluras, de que haberlas haylas. Película basada en una historia verdadera. Y punto.

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