domingo, abril 14, 2019

"At Eternity's Gate", de Julian Schnabel

La primera vez que vi a Willem Dafoe en una pantalla debió ser en una película considerada ahora de culto, al menos de mi culto particular: aquella épica fábula de Rock&Roll titulada "Calles de fuego" y que estaba dirigida por uno de los grandes directores de westerns modernos, Walter Hill: Nowhere, fast. El año era 1984 y la interpretación de Dafoe del villano rocker Raven Shaddock seguro que no era de las que dejaba indiferente: un loco peligroso, no cabía duda, un maniático de su profesión dispuesto a tatuar fotogramas con sus actuaciones. Poco después Oliver Stone lo lanzó a la fama mundial al concederle el papel del buen sargento Elías de "Platoon", otra película generacional, y aquel personaje parecía anticipar que muchas de sus mejores actuaciones exigirían una inmolación final: hacer el cristo sin necesitar anillas.
Puede presumir este actor estadounidense de atesorar una carrera íntegra en la que ha defendido con notoriedad los trabajos que tocara abordar, ya fueran tareas mercenarias de cine palomitero o encargos que precisaran de una mayor enjundia artística. Y si una de sus encarnaciones más aclamada fue la de Jesús de Nazareth para "La última tentación de Cristo" de Martin Scorsese, ahora toca otro dios, un dios del arte, otro incomprendido de su tiempo que tuvo morir para alcanzar un aura de grandeza inmortal y atravesar esa puerta de la eternidad, la del reconocimiento mundano, una travesía que no está al alcance de cualquiera. Pasados los sesenta Willem Dafoe interpreta a un pintor que falleció con treinta y siete, pero la elección del protagonista por parte de Julian Schnabel parece acertada: interpretación mesiánica.
En la película Vincent Van Gogh es presentado como un místico, una existencia arrebatada por la dedicación en cuerpo y alma al arte, un eremita del óleo que despide cierto halo de santidad y que considera que tiene la misión trascendente de salvar a la humanidad con sus pinturas. Cinta lisérgica, onírica en muchos aspectos, en la que el lado realista lo aporta otro gran actor, Oscar Isaac como Paul Gauguin, pero que en la mayor parte de su metraje está protagonizada por la cámara: la búsqueda constante del plano extraviado, del desenfoque molesto, del punto de vista inquieto, llegando en algún momento a ser tan excesivo el abuso del recurso, que el alarde técnico se hace pesado: la consciencia de que existe la cámara conduce al espectador fuera de la acción (no sé si se quería hacer patente que Van Gogh tenía problemas en la vista, como cataratas u otro mal parecido, pero eso solo da pie a la teoría absurda de la genialidad como defecto de fábrica, como si la capacidad de poseer una mirada alternativa sobre la realidad la pudiera conceder únicamente una tara física).
Aún así esta obra quedará instalada en el anaquel de las mejores películas sobre el mundo de la pintura y, sobre todo, del Arte como dedicación absoluta, como manifestación de una voluntad creadora indomable que es capaz de dictar una vida y justificarla aunque durante esa existencia no se haya sido capaz de vender ni un cuadro: la eternidad es una cualidad ajena, concedida por otros, y bastante tiene uno con afrontar el reloj cotidiano como para tener que preocuparse además de que el nombre propio supere la última frontera de la lápida del cementerio.

8 comentarios:

  1. Que tal Licantropunk!
    Siempre me ha parecido un buen actor, ademas tiene unas facciones de cara muy particulares. Eso de "hacer el cristo sin anillas" ha estado muy bien. Interesante como de costumbre tu reseña.
    Saludos!

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    1. Muchas gracias Fran. Es un actor dotado de una gran expresividad: puede poner cara de bueno o de malo con una facilidad enorme.

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  2. Recuerdo muy bien esa película. Memorable película, una actualización del rescate de la princesa, en ese caso una princesa del rock. Con un anti héroe como protagonista.

    También hizo un buen villano, Green Goblin, para una película de Spiderman, dirigida por Sam Raimi. Daba muy bien su expresión para el personaje, hablando con su alter ego, frente al espejo.

    También recuerdo New Rose Hotel, con Christopher Walken y Asia Argento.

    Gran actor.

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    1. Tiene una carrera fantástica, llena de papeles para el recuerdo. Y desde luego que para Green Goblin tiene el rostro adecuado...

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  3. amo a Van Gogh y su arte así que no me la puedo perder. Además este actor ya no tiene que demostrar nada, otro grande. Y si la recomendás mucho mejor entonces...

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    1. La película está muy bien, intenta realizar un retrato psicológico del personaje, y en ese aspecto quizás se pasa un poco de introspección.

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  4. Él y Ethan Hawke, los únicos actores que de verdad han merecido la estatuilla este año, no hay mucho más que añadir a tu estupenda reseña...
    Un saludo.

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    1. Gran actor Ethan Hawke, otro del que se podría decir lo mismo que he escrito acerca de Willem Dafoe en cuanto a que ha sabido tener una carrera equilibrada entre lo comercial y lo artístico, dando empaque a cualquiera de sus personajes.

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