jueves, abril 07, 2016

"En el calor de la noche", de Norman Jewison

Un negro con traje. ¿O es un traje con negro? El traje hace al hombre, dicen, la vestimenta como ineludible carta de presentación: la primera imagen, antes de abrir siquiera la boca, desatando un montón de mecanismos autónomos de interpretación de señales asentados en nuestra memoria evolutiva. Puede ser cierta la frase, supongo que lo será, pero en 1967 en Sparta, un pequeño pueblo del estado sureño de Mississippi, solo parecía verdadera si dentro del traje iba un blanco. En aquella época y en aquel lugar, un traje con un blanco dentro era un traje, pero un traje vistiendo a un negro era un negro: un negro engreído, además. Y en esa cualidad, la de interpretar a un negro con ínfulas, Sidney Poitier era un maestro: guapo, listo y formal: la mirada penetrante que fulminaba a toda la basura blanca que el director de turno le pusiera por delante.
Poitier interpretó con éxito (primer actor de color en recibir un premio Óscar, en 1964 por "Los lirios del valle" de Ralph Nelson) y en multitud de películas, al símbolo certero de la lucha por los derechos civiles que se desarrolló en los Estados Unidos al inicio de la segunda mitad del siglo XX: el cine como primer vehículo cultural para transportar en aquellos años ideas de cambio social: hasta el último proyector del mundo. Caracteres íntegros, indomables, que no están dispuestos a dejar pasar de largo la oportunidad de sepultar milenios de esclavitud y opresión racista.
Un negro con dinero, de paso, que espera el tren en la estación: un bulto sospechoso. Virgil Tibbs termina con sus huesos en la comisaría local: se ha cometido un crimen. El señor Colbert, rico empresario, ha sido asesinado, dejando un cadáver roto y desplumado. Y para colmo hace mucho calor, el calor pegajoso del sur, el que coloca el insomnio nocturno dentro de un horno y arranca la espoleta del despropósito. La atmósfera de la película se puede mascar de puro densa, a punto de estallar en cualquier momento. El jefe de policía Gillespie suda copiosamente, embutido en el corpachón lleno de talento del actor Rod Steiger: el tópico sheriff sudista que masca su chicle incombustible, parapetado detrás de unas gafas de sol, una interpretación sin embargo matizada, que le valió un merecido Óscar (la cinta ganó 4 estatuillas más, incluida la de mejor película). Poitier y Steiger en intenso duelo actoral, rodeados de potentes actores secundarios, batiendo el cobre de sus egos disparados, mientras la banda sonora de Quincy Jones sigue calentando la noche.

10 comentarios:

  1. Mr. Licantropunk, la vi hace ya bastante,y me encanto. Un film inolvidable y Poitier y Steiger quedan empatados en ese duelo actoral. Saludos.

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    1. Es de las que se quedan en la memoria, pero no como un relato, más bien como una sensación, como algo vivido.

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  2. Sí, querido Licantropunk, película interesantísima y gran duelo entre Poitier y Steiger. La carrera de Poitier es rica e importantísima precisamente por muchas las cosas que desglosas en tu interesante artículo sobre En el calor de la noche. Su primera película Un rayo de luz de Joseph L. Mankiewicz a principios de los cincuenta ya deja ver la lucha de los derechos civiles (es muy buena película)... y Poitier como su representación.

    Beso
    Hildy

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    1. Su carrera como actor trasciende el celuloide, ha dado vida a unos caracteres que acompañaban las convulsiones sociales de la época, y eso reafirma la posición del cine como genuino relatador del siglo XX.

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  3. La América profunda, el racismo a flor de piel y un calor sofocante. Se puede decir lo que se quiera de la todopoderosa industria estadounidense, pero hay que reconocer que la autocrítica es una de sus virtudes.
    Saludos.

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    1. Toda la razón, Ethan. Se le achaca, por otra parte, que denuncia con imágenes, no con hechos, basta ver la que se lio a cuenta de la ausencia de personas de color en las nominaciones de los Oscar. Pero a mí me parece que esa es otra película...

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  4. Sí, una película reforzada por sus secundarios como el gran Warren Oates, uno de los preferidos de Peckinpah. No he visto la secuela "Ahora me llaman Mister Tibbs"
    Saludos!
    Borgo.

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    1. ¡No sabía que existía! Gracias por la información. Y por lo que me cuenta Google no hubo sólo una secuela, sino dos.

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  5. Norman Jewison, y ésa es la clave, supo recrear el ambiente desasosegante de esa Ámerica profunda dentro de un marco de normalidad cotidiana para luego ofrecérnoslo como un trozo de realidad. Me encantó esta película, bueno creo que todas las de este hombre. Poitier es grande. Además de ser un gran intérprete, ha sido una figura clave para abrir nuevos horizontes a los actores negros y cargarse los estereotipos en Hollywood.
    Excelente Licantropunk!

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  6. Norman Jewison es canadiense, así que supongo que su mirada hacía Estados Unidos era más abierta de lo que un nacido allí podía lograr. Me viene a la cabeza el término "hispanista", que es una lista que suele estar llena de apellidos anglosajones, o un libro que estoy leyendo ahora, "El desvío a Santiago", del holandés Cees Nooteboom, y que me está descubriendo unos puntos de vista sorprendentes, pero totalmente acertados, sobre mi propio país. Bienvenidos sean.

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