jueves, mayo 14, 2009

"Cuentos de la luna pálida", de Kenji Mizoguchi

Cuentos de fantasmas. Un pobre campesino japonés del siglo XVI indefenso ante las dificultades que jalonan su destino. El es un hábil alfarero y ve en su oficio la oportunidad de progreso que una sociedad feudal, sometida a las guerras interminables de los señores samurais, no hace posible: el que nace pobre muere pobre sin remedio. Grupos de soldados arrasan aldeas, violan a las mujeres, roban la comida. Mundo violento en el que ellas son las víctimas más vulnerables: el director vivió muchos años con una hermana geisha y era buen conocedor de la intimidad femenina.
A perro flaco... Cuando se abre una esperanza en la vida del alfarero y vende con éxito su mercancía, se cruza en su camino una fantasmal princesa, un ser de otro mundo que le enamora y le atrapa sin remedio. Un puente tenue entre dos planos de existencia, un pasillo leve entre dos dimensiones que apenas se le insinúa al espectador: un giro elegante, una atmósfera pausada: un ser terrible del que será difícil escapar. Una obra maestra no exenta de enseñanzas morales, como todo buen cuento: el trabajo, la familia, la honradez, la templanza, el honor: esos valores tan japoneses.
Esta película supuso el descubrimiento en occidente del cine japonés, en los años de la expansión de los grandes festivales de cine, esos hitos anuales que siguen sirviendo de escaparate fundamental al cine de todo el mundo.

2 comentarios:

  1. Disfruto con el cine japonés (y con su literatura -Murakami casi que no- ...) ésta la vi hace mucho tiempo y ya va siendo hora de revisionarla.

    Me encanta que me recuerdes joyitas, Licantropunk.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  2. Adoro esta película, me encanta, la manera como el director nos muestra el día a día de unas personas sencillas, la felicidad en la cotidianidad, y como poco a poco la realidad va dando paso a un ambiente onírico al mismo tiempo que los protagonistas alcanzan sus “sueños”, para descubrir que, no siempre la felicidad está en lo que uno sueña, en lo que cree querer, sino en lo que tenía y por no apreciar en su medida perdió.
    Tiene esta película algo de mágico para mí, de hecho, siempre que la recuerdo, la recuerdo más que como haberla visto, como si la hubiera soñado.

    Un saludo

    ResponderEliminar