Retrato fílmico de Ian Curtis, mítico cantante del grupo "Joy Division" que se suicidó en 1980, a la edad de 23 años. Vaya, ya conté el final. Para llevar a cabo este biopic, el director se ha basado en su experiencia personal con aquel grupo (Anton Corbijn es un famoso fotógrafo del mundo del rock; sus fotos de "Joy Division" son uno de sus primeros trabajos) y sobre todo en la biografía escrita por la viuda del cantante, Deborah Curtis. Esto último condiciona el punto de vista de la película, centrada principalmente en la vida sentimental del artista. Se casó muy pronto, antes incluso de empezar a cantar con el grupo y el conflicto que desemboca en su muerte apunta en la cinta hacia la incapacidad de compaginar su vida familiar y su condición de estrella emergente del rock, con amante incluida. De cualquier modo la personalidad de Ian Curtis era bastante inestable, sufría de epilepsia y puede que el temor a la enfermedad y a la locura fuera lo suficientemente fuerte como para no permitirle emprender su camino hacia el éxito: muere un día antes de iniciar una gira por Estados Unidos.
La película, rodada en blanco y negro, tiene una estética correcta pero no llega a dar la medida del personaje que representa, bastante bien (con voluntad) interpretado por el desconocido Sam Riley. Hay otras dos películas que me parece que pueden dar mejor impresión a los fans del grupo: la fantástica "24 Hour Party People" de Michael Winterbottom y el estupendo documental "Joy Division" de Grant Gee. Este último es una serie de entrevistas al resto de componentes del grupo (pasaron a ser "New Order": tuvieron mucho éxito en los 80 y 90) que mira con melancolía a la ciudad de Manchester de aquellos años de "Joy Division", mostrando sus transformaciones urbanas, los lugares que ya no existen, los ritmos que aún resuenan: la edad de oro que cada cual sitúa en los años de la propia juventud.
"Joy Division" eran una gran banda, herederos del sonido punk, pero que poco tenían que ver con la estética del movimiento o con los tópicos al uso de melodías poco cuidadas e instrumentos desafinados. Ver como Ian Curtis cantaba en directo es una experiencia hipnótica. Un hombre delgado, de ojos claros, bien vestido, que entraba en un trance desquiciado al interpretar sus canciones con voz profunda, envuelto en el sonido de un bajo y una batería prodigiosos. "Transmission", "She's Lost Control", "Atmosphere", "Love Will Tear Us Apart", "Glass" o "Digital", la canción que mejor representa la personalidad bipolar del aquel fulgurante mito del rock, son temas intemporales, himnos de la mejor música. Eternos.
"Transmission", Joy Division
Me la apunto! Gracias.
ResponderEliminarAún no la he visto, a pesar de que he estado 2 veces a punto de ir. Creo que esperaré al dvd. Por cierto, dicen que cuando decidió irse al otro barrio estaba viendo "Stroszek" de Herzog... Fantástica, la imágen que seleccionaste.
ResponderEliminarSaludos!
Contigo me dan ganas de revolver mis dvd's y ver todas esas jollas en un instante.
ResponderEliminarExcelente blog.
Lula Fortune: no está mal.
ResponderEliminarBabel: en Salamanca pasó una cosa muy curiosa y es que pusieron vallas anunciándola pero no llegaron a estrenarla. En fin, el futuro de las salas de cine es negro pero también se lo están buscando.
rocioflores: coja usted lo que quiera y espero que le guste.
Saludos.
A mí me gustó mucho, más incluso de lo que esperaba. Es cierto que "24 hour party people" resulta mucho más brillante en el retrato de la efervescente escena musical mancuniana, pero allí Ian Curtis no era más que un personaje secundario dentro de una historia mucho más grande.
ResponderEliminarEn "Control" entendemos mucho mejor las causas de su suicidio, aunque sin que se llegue a dar una explicación clara que lo vulgarice. Vamos, que no recurre al típico flashback de trauma infantil que tanta veces hemos visto en otros biopics. Nada de psicología barata.
Eso, unido a una bellísima fotografía en blanco y negro y al magnífico retrato de los ambientes cutres en los que se movían los mitificados personajes, hacen de ella una gran película.
La guinda la ponen unos estupendos intérpretes, que, además, interpretan estupendamente ellos mismos las canciones en directo ante verdaderos fans de "Joy Division".
Vi después el estupendo documental de Grant Gee y la verdad es que lo único que aporta a la película es su carácter documental porque la historia que se cuenta es la misma.
Un saludo!
Desde luego ha tenido muy buenas críticas este film. Yo procuraré verlo en dvd, ya que todo no puedo en cine. una lástima. Por cierto volví a ver Mulholand Drive y aunque sigo sin entenderla del todo, algo más ya comprendo que la primera vez. Vamos desentrañando la enmarañada madeja de Lynch. Quizá cuando la vea 20 veces encontraré el enigma, jejeje
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