domingo, abril 19, 2009

"Banda aparte", de Jean-Luc Godard

La productora de Quentin Tarantino se llama "A Band Apart" como homenaje y reconocimiento a esta película y, en definitiva, a una nueva forma de realizar cine que surgió en Francia a finales de los cincuenta: la Nouvelle Vague. Teniendo en cuenta que películas de Godard como "Banda aparte" o "Al final de la escapada" se inspiraban a su vez en el cine de gansters norteamericano, es posible afirmar que la base de la evolución del séptimo arte es un ciclo permanente de tráfico de influencias: miradas atrapadas en ciertos fotogramas, ven más allá, realizan un salto hacia delante, muchas veces sobre el vacío, y cambian radicalmente los conceptos agarrotados por los apasionados de lo inmóvil. Intelectuales del cine, arriesgados y visionarios, comprometidos políticamente, también, fundan una revista llamada Cahiers du Cinéma para dejar constancia escrita de sus pensamientos, para promover la reflexión y engrandecer el arte: cambiarlo todo para que todo cambie. Godard, Bazin, Truffaut, Chabrol. Con estos artistas se alcanzó un nivel superior, se llegó a otra parte.
Tres personajes sentados en la mesa de una cafetería de París. Dos chicos, Franz y Arthur, (Sami Frey y Claude Brasseur, interpretando a "primos cercanos" del Michel Poiccard de Belmondo) y una chica, Odile (Anna Karina, musa sensual de mirada atravesadora). De repente deciden dejar de hablar, ya se lo han contado todo, y durante un minuto se hace un corte absoluto de la banda sonora de la película. En otro momento se ponen a bailar los tres, una coreografía corta, repetitiva como un riff, en la que a cada poco la voz del narrador interrumpe la música pero no el baile: los pasos resuenan fuertes en el suelo del salón y a la vez se descubren los pensamientos de los danzantes (Arthur se mira los pies, pero piensa en la boca de Odile, en sus besos románticos; Odile se pregunta si se han fijado en que sus pechos se mueven debajo del sueter; Franz piensa en todo y nada, no sabe si el mundo se convierte en sueño, o el sueño en mundo). Secuencias que no aportan nada a la trama, que no aclaran el conflicto o que no ayudan a la comprensión de los personajes: la imagen deja de estar al servicio de la historia para cobrar sentido por sí misma. La cámara se dedica simplemente a recoger la belleza del instante: aquella suave nuca de Jean Seberg en "Al final de la escapada": saltos de cámara que recogen lo mismo desde distintos ángulos en un coche en movimiento. Una revolución se puso en marcha a la vez que ese automóvil y llegó hasta nuestros días. Hasta Tarantino, al menos.

6 comentarios:

  1. La Nouvelle Vague tuvo su momento, fue un cambio radical, y un experimento que era necesario. Pero se le ha dado, quizá, demasiada importancia a su influencia. Y a sus autores. Cahier es una buena revista, pero no la mejor, y no está formada por los mejores críticos, que presumen, en muchos casos, de abundantes prejuicios. Digáse lo mismo Dirigido por... y similares. Hay que leerlas con ojo crítico y sin considerarlas palabra de ley.

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  2. Curiosamente he "revisto" algunas de esas pelis hace poco y por azar. "Los cuatrocientos golpes" me parece pura poesía, "Al final de la escapada" en la que no pasa casi nada la mayor parte del tiempo, o "Jules et Jim" en la que pasa tanto... y al volver a verlas casi con ojos inocentes (el alzeimer es lo que tiene)he tenido la sensación de pureza, aunque suene algo cursi. Me he sentido como desintoxicada, como si alguien abriese una ventana. No son apreciaciones muy técnicas, las mías, pero creo que me sabes entender.
    Sí que creo que fue una pequeña revolución, aunque no todo los productos estuviesen a la altura de las pelis citadas.
    Muchos besos.

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  3. Hubo un tiempo en el que me entusiasmaba esta corriente, ahora me da un poco de pereza ya, lo que no significa quitarle méritos... son momentos. En lo del "tráfico de influencias" tienes más razón que un santo, y afortunadamente para el cine (como para cualquier arte) así es y debe seguir siendo.

    Banda Aparte creo que no la he visto, tomamos nota pues, para cuando llegue el momento... Saludos!

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  4. Blanca: al crítico hay que criticarlo a su vez: no existe el crítico ecuánime, pero sí el crítico honrado. Cuando veo películas como esta, francamente, me quedo alucinado.

    Lula Fortune: cualquier cineasta que vea una película de las que apuntas, seguro que descubre nuevas formas de hacer las cosas: cierto atrevimiento.

    Babel: es un cine refugio, alejado de toda búsqueda comercial. ¿Qué pensaría el que fuera a ver esta película, en la época de su estreno, esperando una clásica de cine negro? Casi seguro que se salió de la sala. Rompedor.

    Saludos a todos.

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  5. "fundan una revista llamada Cahiers du Cinéma para dejar constancia escrita de sus pensamientos, para promover la reflexión y engrandecer el arte..."
    Y convencer. Ellos mismos dicen en diversos artículos que su misión es la de convencer. De ahí que el mundo cambiara su visión sobre Hitchcock, y que éste llegar a nosotros como el gran cineasta que es.

    Por otra parte.... ¿quién ha dicho que no existen críticos ecuánimes?
    Yo lo soy...
    Jajajajaja.
    Un saludo.

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  6. Godard siempre hizo la revolución cinematográfica.Siempre he creído que su cine es un cine para directores,un cuaderno de notas y experimentaciones.De él bebieron después muchos cineastas de todo el mundo,incluido Woody Allen.Hoy,el viejo Godard sigue haciendo la revolución,pero nadie,o casi nadie lo sabe.Sus películas y cortometrajes de hoy son casi imposibles de visionar.

    Excelente texto.

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