Comienza la historia con un pequeño drama hogareño. En el Berlín de la guerra fría se deshace la familia de un espía. Un agente del servicio secreto, casado y con un hijo, ve como se desmorona su vida doméstica. Nunca estás en casa, he conocido a otro, se acabó el amor. Desavenencias cotidianas, sí, pero ciertos detalles impulsan a pensar que hay algo más detrás del problema conyugal. La investigación del triángulo amoroso pondrá al descubierto un cuarto vértice, un inesperado visitante del dormitorio: el diablo entra en la alcoba y ya no hay forma de echarlo.
Se podría pensar que es una película de género, una de terror, pero el director pone en juego multitud de factores que hacen que sea difícil encasillar esta película a la ligera. Un drama familiar reconvertido en un relato de cine fantástico cercano al de terror, con retazos de cine negro, o más aún: una película de espías.
En "El premio", de Mark Robson (aquella en la que Paul Newman hace de premio Nobel de literatura borracho y mujeriego que se ve arrastrado a una trama de espionaje), al personaje de Edward G. Robinson le surge un gemelo del Este dispuesto a suplantarlo para así poder asomarse a los secretos de Occidente. En "La posesión" será un método kafkiano el que obtenga el doble ideal: la metamorfosis del otro. El coito con un ectoplasma diabólico dará forma lentamente, noche tras noche, al perfecto clon del protagonista (amor con el íncubo, como en "La semilla del diablo", de Roman Polanski: el cruce entre la doncella y el diablo dan lugar a un ser superior). La familia será suplantada por otra familia, quién sabe con qué siniestras intenciones. La posesión de la mujer será el catalizador de la transformación, la necesaria fagocitación de un ser vivo para alimentar a otro.
En esta película las interpretaciones son llevadas al extremo. Los actores protagonistas, Isabelle Adjani y Sam Neil, se asoman a precipicios de locura, de angustias incontrolables. Isabelle Adjani realiza una escena recreando un ataque de posesión, al estilo de "El exorcista", en un pasillo del Metro de Berlín, que es de lo más estremecedor que yo haya visto nunca. El aspecto profundamente psicológico de la cinta se combina brutalmente con grandes dosis de sangre e inquietantes picadoras de carne y cuchillos eléctricos. Toques gore que la ponen en contacto con las clásicas películas de David Cronenberg.
Una película de difícil interpretación, en la que las intensas actuaciones de sus protagonistas (impresionante Adjani, sorprendente Neil), frenéticas y perturbadoras, llevarán al espectador al desconcierto y al desasosiego. De eso se trata.
domingo, noviembre 25, 2007
lunes, noviembre 19, 2007
El barcelonés Max gana la primera edición del Premio Nacional de Cómic
Max, Premio Nacional de Cómic
Abrir el periódico y recibir una buena noticia: en contadas ocasiones.
Este nuevo "Premio Nacional de" ya es en sí mismo una gran noticia. Es un reconocimiento del cómic como Arte, por instituciones que no suelen darle la importancia que merece. El cómic se ha enriquecido viviendo en un mundo paralelo, ese indefinido underground, circulando como contrabando entre personas extrañas en la elección de sus gustos y de sus aficiones: salirse del camino marcado. Sin embargo, hace años, era bastante fácil que en tus manos cayera un número de El Víbora, de Cimoc, de Makoki, de Rambla, de Madriz, de Metal Hurlant: se vendían casi en cualquier quiosco de mediano tamaño. Pero poco tiempo después, casi de repente, si el personaje del tebeo no llevaba antifaz y mallas o no tenía cara de japonés desmelenado con grandes ojos, se volvió una especie en extinción.
Espero que iniciativas como esta sirvan para sacar el cómic adulto de su estado actual de hibernación latente, sobre todo en el panorama editorial español, y que algún día vuelvan a ser mercancía de venta común. Quizás en el futuro, dentro de unos siglos, algún artista del cómic español tenga su obra expuesta en el Prado, el Reina Sofía o el que toque y sus ilustraciones adornen algún tratado de historia del arte. Más de uno lo tendría merecido.
No se podía haber elegido un mejor primer ganador para este premio. Mi más sincera enhorabuena, sobre todo porque el premio se concede por su última obra "Bardín el Superralista", publicada en 2006 y que ya había ganado en el Saló del Còmic de Barcelona de este año. Después de tantos años es complicado seguir en la cumbre.
Y, por supuesto, sin Max este blog no hubiera existido, claro.
Abrir el periódico y recibir una buena noticia: en contadas ocasiones.
Este nuevo "Premio Nacional de" ya es en sí mismo una gran noticia. Es un reconocimiento del cómic como Arte, por instituciones que no suelen darle la importancia que merece. El cómic se ha enriquecido viviendo en un mundo paralelo, ese indefinido underground, circulando como contrabando entre personas extrañas en la elección de sus gustos y de sus aficiones: salirse del camino marcado. Sin embargo, hace años, era bastante fácil que en tus manos cayera un número de El Víbora, de Cimoc, de Makoki, de Rambla, de Madriz, de Metal Hurlant: se vendían casi en cualquier quiosco de mediano tamaño. Pero poco tiempo después, casi de repente, si el personaje del tebeo no llevaba antifaz y mallas o no tenía cara de japonés desmelenado con grandes ojos, se volvió una especie en extinción.
Espero que iniciativas como esta sirvan para sacar el cómic adulto de su estado actual de hibernación latente, sobre todo en el panorama editorial español, y que algún día vuelvan a ser mercancía de venta común. Quizás en el futuro, dentro de unos siglos, algún artista del cómic español tenga su obra expuesta en el Prado, el Reina Sofía o el que toque y sus ilustraciones adornen algún tratado de historia del arte. Más de uno lo tendría merecido.
No se podía haber elegido un mejor primer ganador para este premio. Mi más sincera enhorabuena, sobre todo porque el premio se concede por su última obra "Bardín el Superralista", publicada en 2006 y que ya había ganado en el Saló del Còmic de Barcelona de este año. Después de tantos años es complicado seguir en la cumbre.
Y, por supuesto, sin Max este blog no hubiera existido, claro.
domingo, noviembre 18, 2007
"Bienvenido a la casa de muñecas", de Todd Solondz
Relato agridulce del fin de la infancia. Dulce porque se deja abierta alguna puerta a cierto tono cómico, característico de este director, pero ante todo prevalece el sentido triste de la cinta. Momento del despertar sexual lleno de mitos, de ideas confusas. Brandon le dice a Dawn "Te violaré a las tres", con la misma intención con la que quedabas a la salida del colegio con el compañero que te había tocado las narices: ajustar cuentas. Maricón, puta, violar, follar o incluso morir. Términos que se pueden usar en la infancia pero que raramente se percibe a esa edad su significado real. Se sabe que son palabras que no se deben decir y con eso basta para darle fuerza a una amenaza. Enciendes un cigarrillo y el mechero bic asoma por los dos lados de la mano.
La humillación cotidiana de la escuela, no sólo por parte de compañeros tan dotados para la tortura psicológica como el más fino especialista de la CIA, si no también de algunos profesores que encontraban en humillar al alumno uno de sus recursos pedagógicos más socorridos (hablo del pasado: cuando yo empecé la escuela todavía vivía Franco. Ahora, lamentablemente, se esta pasando al otro extremo y es el maestro el humillado, el agredido). En mi clase todos tenían su mote, como si fuéramos un equipo de futbolistas argentinos: cebolla, spaghetti, jirafa, rebotilla, garufo, butanero, cocacola, drácula, etc, etc. Algunos eran especialmente crueles, como a un compañero mío que le llamaban "el sida". Un día a una chica se le ocurrió insultarle diciéndole que tenía el sida, dos o tres que estaban alrededor rieron la gracia (?) y el pobre se quedó con el sambenito cuatro largos años, todo el bachillerato. Nadie quería tratos con él, como si fuera un apestado, un leproso, y todo por tamaña tontería. Acabó haciéndose soldado profesional, qué menos. Y no es broma lo que cuento.
El refugio del hogar tampoco existe porque la familia está a la defensiva. Conocedora de la que se le viene encima con la adolescencia se pone en guardia, cerrando el círculo de la incomprensión. Ambiente hostil, agobiante, sin salida, donde cualquier vía de escape es una posibilidad de salvación. Los adolescentes se van de casa, se fugan en el mejor de los casos. En el peor, se van del todo: tendencias suicidas. Otra vía de escape errónea es la violencia proyectada contra el más débil, como si los mayores les dejaran a los pequeños el encargo de mantener el castigo al nuevo, al novato, como una tendencia genocida escondida entre tanto ADN.
Sobre este caos de hormonas esta película realiza una mirada muy coherente del problema, una historia que no recurre a problemas de drogas o de maltrato infantil para explicar un drama cotidiano, propio del primer mundo, de sociedades avanzadas donde los hijos bien cuidados y alimentados enferman de mediocridad, de soledad, de incomunicación, autistas incapaces de manejar el alud de mensajes, de estímulos, de señales que reciben a diario y sin ningún control: la sociedad de la confusión produce un estado de insatisfacción permanente.
Por lo general no me gustan las actuaciones de los niños en las películas y me parece que suelen estar sobrevaloradas y premiadas con demasiada facilidad. No hay nada que enternezca con más eficacia a un adulto que la imagen de un niño pequeño o de un cachorro, aunque sea de tigre (verás cuando crezca). Pero en este caso las actuaciones son sobresalientes, sobre todo la de Dawn, la protagonista, que consigue transmitir fielmente al espectador el cúmulo de problemas que cruelmente asolan su existencia.
El cine de Todd Solondz parece que se ha hecho sin gastarse un duro (en esta película es a la vez productor, director y guionista: espíritu de cine independiente). La historia transcurre en un pueblo cualquiera, el casting parece hecho en la parroquia del barrio, el vestuario es corriente tirando a hortera y las canciones son una pena. La patina de realidad que da verosimilitud a la trama. Muy buena, por cierto.
La humillación cotidiana de la escuela, no sólo por parte de compañeros tan dotados para la tortura psicológica como el más fino especialista de la CIA, si no también de algunos profesores que encontraban en humillar al alumno uno de sus recursos pedagógicos más socorridos (hablo del pasado: cuando yo empecé la escuela todavía vivía Franco. Ahora, lamentablemente, se esta pasando al otro extremo y es el maestro el humillado, el agredido). En mi clase todos tenían su mote, como si fuéramos un equipo de futbolistas argentinos: cebolla, spaghetti, jirafa, rebotilla, garufo, butanero, cocacola, drácula, etc, etc. Algunos eran especialmente crueles, como a un compañero mío que le llamaban "el sida". Un día a una chica se le ocurrió insultarle diciéndole que tenía el sida, dos o tres que estaban alrededor rieron la gracia (?) y el pobre se quedó con el sambenito cuatro largos años, todo el bachillerato. Nadie quería tratos con él, como si fuera un apestado, un leproso, y todo por tamaña tontería. Acabó haciéndose soldado profesional, qué menos. Y no es broma lo que cuento.
El refugio del hogar tampoco existe porque la familia está a la defensiva. Conocedora de la que se le viene encima con la adolescencia se pone en guardia, cerrando el círculo de la incomprensión. Ambiente hostil, agobiante, sin salida, donde cualquier vía de escape es una posibilidad de salvación. Los adolescentes se van de casa, se fugan en el mejor de los casos. En el peor, se van del todo: tendencias suicidas. Otra vía de escape errónea es la violencia proyectada contra el más débil, como si los mayores les dejaran a los pequeños el encargo de mantener el castigo al nuevo, al novato, como una tendencia genocida escondida entre tanto ADN.
Sobre este caos de hormonas esta película realiza una mirada muy coherente del problema, una historia que no recurre a problemas de drogas o de maltrato infantil para explicar un drama cotidiano, propio del primer mundo, de sociedades avanzadas donde los hijos bien cuidados y alimentados enferman de mediocridad, de soledad, de incomunicación, autistas incapaces de manejar el alud de mensajes, de estímulos, de señales que reciben a diario y sin ningún control: la sociedad de la confusión produce un estado de insatisfacción permanente.
Por lo general no me gustan las actuaciones de los niños en las películas y me parece que suelen estar sobrevaloradas y premiadas con demasiada facilidad. No hay nada que enternezca con más eficacia a un adulto que la imagen de un niño pequeño o de un cachorro, aunque sea de tigre (verás cuando crezca). Pero en este caso las actuaciones son sobresalientes, sobre todo la de Dawn, la protagonista, que consigue transmitir fielmente al espectador el cúmulo de problemas que cruelmente asolan su existencia.
El cine de Todd Solondz parece que se ha hecho sin gastarse un duro (en esta película es a la vez productor, director y guionista: espíritu de cine independiente). La historia transcurre en un pueblo cualquiera, el casting parece hecho en la parroquia del barrio, el vestuario es corriente tirando a hortera y las canciones son una pena. La patina de realidad que da verosimilitud a la trama. Muy buena, por cierto.
sábado, noviembre 10, 2007
"Scoop", de Woody Allen
Londres, alta sociedad inglesa, romance entre personas de distintas clases sociales, asesinatos, Scarlett Johansson, Woody Allen. ¿Has visto "Match point"? No, "Scoop", pero se parecen mucho, o a mí me lo parece. Dos películas tan iguales, tan distintas.
"Scoop" sería "Match point" si en "Match point" hubiera actuado Woody Allen. Como una de ellas se limitó a dirigirla, han salido dos películas diferentes. Y es que su actuación, sus gestos, sus chistes condicionan el carácter de sus filmes: comedias de Woody Allen: si sale él, el drama es imposible. A Scarlett Johansson le sucede lo contrario: no la veo graciosa, solamente agraciada (pero es buena actriz aunque sus registros, sus papeles, deban ser otros), que es algo muy distinto. Su actuación en "Scoop" me parece forzada, poco natural, como si estuviera nerviosa ante el examen de hacer reír al público. Sin embargo convierte el problema en adorable ingenuidad y así consigue salir del paso.
"Scoop" le ajusta las cuentas a "Match point" permitiendo que la asesinada venza al asesino en la siguiente película, cerrando el círculo, dándole a la anterior el final feliz que no tuvo.
Y todo lo demás que pasa en la película (las actuaciones del mago, los difuntos que acompañan a la muerte en el barco, las apariciones del fantasma del periodista, la sala de los instrumentos, las fiestas) son las delicias que hacen que no apartes la vista de la pantalla durante 90 minutos. Una comedia de Woody Allen. Otra gran comedia.
From Wikipedia:
"Scoop" sería "Match point" si en "Match point" hubiera actuado Woody Allen. Como una de ellas se limitó a dirigirla, han salido dos películas diferentes. Y es que su actuación, sus gestos, sus chistes condicionan el carácter de sus filmes: comedias de Woody Allen: si sale él, el drama es imposible. A Scarlett Johansson le sucede lo contrario: no la veo graciosa, solamente agraciada (pero es buena actriz aunque sus registros, sus papeles, deban ser otros), que es algo muy distinto. Su actuación en "Scoop" me parece forzada, poco natural, como si estuviera nerviosa ante el examen de hacer reír al público. Sin embargo convierte el problema en adorable ingenuidad y así consigue salir del paso.
"Scoop" le ajusta las cuentas a "Match point" permitiendo que la asesinada venza al asesino en la siguiente película, cerrando el círculo, dándole a la anterior el final feliz que no tuvo.
Y todo lo demás que pasa en la película (las actuaciones del mago, los difuntos que acompañan a la muerte en el barco, las apariciones del fantasma del periodista, la sala de los instrumentos, las fiestas) son las delicias que hacen que no apartes la vista de la pantalla durante 90 minutos. Una comedia de Woody Allen. Otra gran comedia.
From Wikipedia:
- Scoop (term), a news story, particularly connotating a new or developing story with aspects of importance and excitement, normally an exclusive for the journalist involved
domingo, noviembre 04, 2007
"Días de gloria", de Rachid Bouchareb
En 1940, el ejercito alemán invade Francia pulverizando a su paso al ejercito francés. Se rompe la delgada (que se creía infranqueable) línea Maginot y se hacen prisioneros a 1.400.000 soldados franceses. El país se divide en dos: la zona ocupada por los alemanes al norte y el régimen títere de Vichy al sur, dirigido por Petain, el general victorioso de la Primera Guerra Mundial. Quedan los territorios de las colonias y allí, otro general, Charles de Gaulle, creará un ejército después de que los aliados liberen el Norte de Africa. La mitad de ese ejército de 500.000 hombres estará formado por población indígena. Argelinos, marroquíes, tunecinos, senegaleses. Los africanos de De Gaulle. Voluntarios para reconquistar la madre patria. Una misma bandera, un mismo himno, un mismo fin. Pero distintos derechos, distinto trato, incluso distinta comida. Carne de cañón. Con la victoria llegará la desilusión: ni igualdad, ni libertad: fraternidad nunca la hubo. Cuidadanos de segunda que ni siquiera cobraban la misma pensión de guerra que sus compatriotas de la metrópoli. Sin embargo de algo sirvió a las tropas norteafricanas cruzar el Mediterráneo y contemplar la realidad europea de la Segunda Guerra Mundial: el intocable amo blanco, el todopoderoso, había sido puesto de rodillas en su propio país: no era invencible. Muchos de esos veteranos de guerra argelinos nutrirán las filas del Frente de Liberación Nacional de Argelia durante la Guerra de Independencia de finales de los años 50.
En la película se cuentan esos días de gloria de las tropas coloniales que participaron tenazmente en la liberación de Francia. Gloria particular, íntima, oculta, tan lejos de la gloria mítica y reconocida de la résistance o de la Columna Leclerc. La trama y la puesta en escena guardan un gran parecido con "Salvar al soldado Ryan", de Steven Spielberg, sobre todo el final: la defensa del puente, los últimos supervivientes, la visita al cementerio 60 años después. Sin embargo el propósito principal de la película y del director, de origen argelino, será hacer hincapié en la denuncia de las condiciones de desigualdad en las que lucharon aquellos soldados. Su estreno propició que el debate por esta injusta situación se abriera en Francia, de modo que el gobierno francés decidió en el año 2007 igualar todas las pensiones de los veteranos de guerra. Esas leyes de la memoria histórica. Tan tarde y tan mal. Aunque más vale tarde. Y pájaro en mano, claro.
En la película se cuentan esos días de gloria de las tropas coloniales que participaron tenazmente en la liberación de Francia. Gloria particular, íntima, oculta, tan lejos de la gloria mítica y reconocida de la résistance o de la Columna Leclerc. La trama y la puesta en escena guardan un gran parecido con "Salvar al soldado Ryan", de Steven Spielberg, sobre todo el final: la defensa del puente, los últimos supervivientes, la visita al cementerio 60 años después. Sin embargo el propósito principal de la película y del director, de origen argelino, será hacer hincapié en la denuncia de las condiciones de desigualdad en las que lucharon aquellos soldados. Su estreno propició que el debate por esta injusta situación se abriera en Francia, de modo que el gobierno francés decidió en el año 2007 igualar todas las pensiones de los veteranos de guerra. Esas leyes de la memoria histórica. Tan tarde y tan mal. Aunque más vale tarde. Y pájaro en mano, claro.
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