domingo, julio 15, 2007

"Takeshis´", de Takeshi Kitano

Takeshi Kitano, el director, se encuentra con Beat Takeshi, el actor. Trastorno bipolar de una figura acostumbrada a dirigirse a si mismo, artista poliédrico atrapado en su propia obra.
Ha obtenido reconocimiento internacional debido, en gran parte, a sus interpretaciones de un yakuza despiadado, hierático, imperturbable: apóstol de la ultraviolencia. Camino de éxito bañado en sangre, como se manifiesta en la secuencia del taxista que conduce con dificultad por una carretera sembrada de cadáveres. Sin embargo en esta secuencia, como en el resto de su obra, es otro el tono que también se distingue, un toque cómico de humor elemental, de gracia sencilla, inocentona: el taxi avanza despacio porque se han metido dentro dos personajes muy gordos. La misma risa que surge del público que contempla la patada en el trasero que un payaso le da a otro en la arena del circo es la que provocan los porrazos de los concursantes de Takeshi's Castle, o la carcajada que surge al oír la palabra malsonante pronunciada por Kikujiro: chistes intemporales y universales.
"Takeshis´" propicia el encuentro entre el director, el asesino y el clown. Da la impresión de que es el homicida el que predomina, sucediéndose las escenas de tiros en las que los mismos personajes mueren una y otra vez en tiroteos sin sentido, como indicándole al espectador que todo es una farsa, un espectáculo gratuito en el que el propio Kitano es acribillado a balazos y en los bultos de su chaqueta se adivinan los mecanismos que sueltan sangre de mentira: esto es lo que hay y júzgalo como quieras: el actor mata al director y lo libera de la esclavitud de su propia obra. No queda claro si quiere decirnos que por su parte se terminaron las películas violentas o justo todo lo contrario.
"Takeshis´" en plural reuniéndolos a todos, todos los posibles, todos los que ha habido, todo el ego resumido en una película, y también el apóstrofe del final indicando la propiedad, la responsabilidad y que es sin duda su obra más personal.

viernes, julio 13, 2007

Concierto de Miguel Bosé

Más allá de su música, que no me congratula nada salvo esas canciones que por oídas tantas y tantas veces suenan tan familiares como "La de la mochila azul" (y reconozco que tiene una buena voz, como ha demostrado esta noche: profunda, personal, grave: arrullando a los cientos de fans que han disfrutado con su concierto), me parece más interesante la estética del personaje. Su estilo camaleónico tiene paralelismo con la evolución del aspecto de David Bowie desde Ziggy Stardust hasta sus últimas experiencias con Tin Machine (me refiero a como lucen en las fotos, no a las melodías que interpretan, claro). Lo encumbró la televisión pública, donde apareció constantemente durante muchos años y supo jugar la baza de la ambigüedad sexual, usar los vestuarios más extravagantes y practicar los movimientos de baile más originales para mantenerse como referente de modernidad y rebeldía. Incluso tuvo programa propio, "El séptimo de caballería". Estar en el candelero: durante mucho tiempo fue el español más sexy en todas las encuestas habidas y por haber, inagotable fuente del deseo. Tu vales mucho, nene, hasta Almodovar se dió cuenta.
Resurge "Don Diablo". "Simpathy for the Devil" con ritmo de conga.

domingo, julio 08, 2007

"Mi Idaho privado", de Gus Van Sant

Dos jóvenes sin techo se prostituyen para ganar algo de dinero. Venden su cuerpo en los retretes públicos, al borde de las carreteras, en moteles de neón. A hombres o mujeres, al que le haga falta y este dispuesto a pagarlo. Sexo sin amor. Uno de ellos, Keanu Reeves, es un niño rico con porte de dandy, Oscar Wilde vagando entre vagabundos, con aire de suficiencia y rebelde despreocupación, dispuesto a cumplir su shakesperiana traición al lumpen que le venera, mesías de arrabal. El otro, River Phoenix, es un minino da rua sin vía de escape, chapero lunático que sufre de narcolepsía, que se despierta desamparado en medio de cualquier parte, de Idaho, de Portland, de Seattle, de Roma, y que persigue el rastro de su madre, detonante de traumas infantiles, para intentar frenar los ataques que van a terminar por sumirle en la más profunda locura.
La película no me ha gustado tanto como "Elephant" o "Drugstore Cowboy", quizá por el efecto teatral de algunos pasajes que buscan acercarla a la obra de William Shakespeare en la que se inspira, pero que la alejan del realismo preciso para vislumbrar el drama social y existencial que reside en el guión de la cinta (ya pasó algo similar en "Drugstore Cowboy"). El director se asoma a los ambientes gays más sórdidos, prostitución urbana de jóvenes adolescentes, aunque no le falta el sentido del humor a la hora de retratar algunas perversiones. Gran interpretación de los dos protagonistas. En algunas escenas parece que River Phoenix se haya ayudado más de la cuenta para obtener inspiración, sin embargo hay pasajes que recuerdan a las actuaciones del mismísimo James Dean.
River Phoenix murió de sobredosis el 31 de Octubre de 1993, con 23 años. Sí, la misma edad de Ian Curtis.

domingo, julio 01, 2007

"Pi", de Darren Aronofsky

Un matemático intenta descubrir el modelo numérico que permita predecir el comportamiento de la bolsa de Nueva York. Sin embargo su búsqueda no persigue un fin materialista, la bolsa es un terreno que permite una rápida comprobación de la exactitud de sus simulaciones. El problema real es la comprensión del mundo y de las leyes naturales que lo dirigen, el determinismo que surge de un comportamiento azaroso a primera vista: el orden que surge del caos. Teoría fractal, razón áurea, series de Fibonacci, atractores de Lorenz, el juego del Go o el número pi, son distintas formas de aproximarse a la solución final. Cuestiones que pueden sobrepasar la capacidad humana de entendimiento, de modo que el camino del conocimiento estará lleno de sacrificio, de sufrimiento, de obsesiones enfermizas (conozco a algún matemático que en algún momento de la carrera se le fundieron los plomos: alguno no ha llegado a recuperarse). Por tanto el conocimiento absoluto pertenecería al orden divino y en la película es la idea que predomina: en la cábala hebrea el que sabe la clave se acerca a Dios: la clave es el nombre verdadero de Dios.
El director intenta representar los procesos mentales del desesperado protagonista, su agónica tarea. Una mente alterada que se adentra en visiones surrealistas (hormigas dalinianas, retazos del Buñuel de "Un perro andaluz"), que se aparta del mundo que le rodea destrozado por la paranoia, la angustia que sacude su cerebro. El uso de drogas, prefacio de la siguiente película de Aronofsky, "Requiem por un sueño", como única forma de detener la idea que nunca descansa, de mitigar el dolor de la derrota, con un montaje frenético que ilustra la toma de cada dosis combinada con la música electrónica de fondo que no le da ni un respiro al protagonista.
Al final, sólo el idiota se puede permitir esbozar una sonrisa. Sólo el ignorante descansa.