miércoles, septiembre 23, 2020

"Postales desde el filo", de Mike Nichols

En 1987 la actriz Carrie Fisher publica la novela "Postales desde el filo", un relato íntimo, basado en sus propias vivencias, en el que la protagonista, Suzanne, cuenta cómo intenta rehacer su vida después de que sus experiencias con las drogas la llevaran al borde de la muerte. El libro presenta una mezcla de géneros, de la narrativa en tercera persona al formato de diario personal, pasando por un prólogo de carácter epistolar que es el que propociona el título al drama literario y, de paso, a la película, aunque en ésta encaja fatal: demasiado abrupto ese "Postcards from the edge" para un filme que más parece una comedia romántica que el desencajado testimonio del infierno cotidiano de la adicción a las drogas.

La película prefiere darle protagonismo a la relación entre Suzanne y Doris, o, fotogramas leídos entre líneas, entre Carrie Fisher y su famosa madre, la también actriz Debbie Reynolds. Debbie Reynolds cuenta en su filmografía con el hito eterno de haber compartido cartel con Gene Kelly en "Cantando bajo la lluvia" de Stanley Donen y estuvo casada durante breves años con uno de los cantantes de mayor éxito de los años cincuenta, Eddie Fisher: esas rutilantes estrellas que se aproximan sin remedio como si Newton fuera un casamentero. De ese corto, pero archiconocido, matrimonio, nacieron Carrie y su hermano Todd. Eddie abandonó a Debbie para engrosar la lista de maridos de Elizabeth Taylor y Debbie se casó más veces: otra lista de fracasos. Así que todos los tópicos imaginables de cómo se crían los hijos de las grandes estrellas serían de aplicación en el caso de Carrie Fisher, imaginable sino fuera porque la indómita princesa Leia Organa tuvo a bien contar su vida de todas las formas posibles y dejar poco margen para la imaginación del público, incluyendo en sus confesiones el fantástico monólogo teatral llamado "Wishful drinking": los estadounidenses son los genios del marketing y venderse a uno mismo, si se da la ocasión, no admite ningún tipo de pudor, aunque sea para comerciar con sus miserias personales.

 Mike Nichols prepara unas madre e hija "de película", nada menos que Shirley MacLaine y Meryl Streep frente a frente, dando rostro a un conflicto materno-filial que trasciende el ámbito hogareño para adentrarse en los retorcidos senderos de odio de los celos profesionales, pero todo contado de forma lígera, sin ensañamientos, sin llantinas inconsolables, redondeando el reparto con otros grandes nombres de la época como Dennis Quaid, Gene Hackman, Richard Dreyfuss o Annette Bening: show must go on: más que un drama, una fiesta, un casting permanente, donde el broche lo pone Meryl Streep cantando a pleno pulmón con la salud innegable de sus espléndidos pómulos sonrosados de ascendencia centroeuropea: la belleza insólita del rehab hollywoodiense. Carrie Fisher falleció repentinamente el 27 de diciembre de 2016. Debbie Reynolds lo hizo un día después.

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