El Grand Tour. Las clases pudientes anglosajonas tenían la costumbre, en siglos pasados, de enviar a sus retoños de viaje por Europa cuando estos alcanzaban la mayoría de edad (una cifra que era algo superior a la actual: la irresponsabilidad de ser responsable de tus actos presenta una alarmante tendencia a descender en cuanto a los cumpleaños requeridos para ello). De este modo se consideraba que completaban su formación personal, tanto en idiomas como en experiencias vitales; itinerarios lentos que permitían atesorar sin problemas el recuerdo del paisaje y que propiciaban etapas en las que se visitaban sin prisa vetustas ciudades que alguna vez fueron capitales de grandes imperios: antiguas poblaciones monumentales, esencialmente de Italia, Francia y Centroeuropa, si bien alguno de estos viajeros tuvo el "valor" de incluir España en su trayecto, como fue el conocido caso de Washington Irving y su inmortal paso por Granada en 1829.
Peter Parker, excelente estudiante, también merece su Grand Tour, su viaje de fin de curso, aunque hoy en día realizar el salto transoceánico se ha vuelto un trámite anodino y falto de emoción (más allá de padecer jet lag o de que te pierdan las maletas) y el único romanticismo lo aporta la ocasión de pasar más tiempo con aquella chica del pupitre de atrás que te ha traído de cabeza todo el año académico. Coleccionar amores, coleccionar selfies: la vacuidad mediocre que configura el carácter moderno.
El recorrido por Venecia, Praga o Londres (catálogo de metrópolis transformadas en parques temáticos en las que el mayor riesgo es que acaben sepultadas por el peso de tanto turista indocumentado), sirve de excusa a los estudios Marvel para que el Hombre Araña se haga hombre de verdad, recoja la extinta antorcha de los Vengadores (apagada sin reparo en "Vengadores: Endgame") y, ante todo, Tom Holland tome ya el testigo de Robert Downey Jr. como la cara reconocible de una de las franquicias más exitosas y rentables que se haya rodado nunca: que el peso de la taquilla por venir recaiga sobre tus jóvenes hombros. Menos samba y más trabajar.
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