¿Qué tienen que ver Tánger y Detroit? Tú a Tánger y yo a Detroit. La idea romántica que encarna la ciudad marroquí posee una larga tradición, establecida desde que se asentó como destino exótico para exiliados de la bohemia literaria occidental: Paul Bowles fue primero y luego pasearon por sus angostas calles muchos otros como William Burroughs (allí almorzó desnudo), Tennessee Williams, Truman Capote o Allen Ginsberg. Que Jarmusch la escoja para vagabundear las soledades nocturnas de uno de sus amantes, de ella, de Eve (Tilda Swinton), podría resultar una elección obvia teniendo en cuenta que la película pretende resaltar las ansias culturales y artísticas de sus protagonistas, un ansia que incluso amenaza con superar el otro ansia, El Ansia en el sentido del título de la cinta de culto de Tony Scott. En cuanto a situar en Detroit a Adam (Tom Hiddleston) y a sus impulsos suicidas (Motor City, transformada hoy día en la más conocida ciudad muerta moderna, paradigma de la autodestrucción que el capitalismo salvaje inflige a sus súbditos), no se puede considerar de otro modo que no sea un acierto rotundo. En otra película reciente, "Lost River", la opera prima como director del actor Ryan Gosling, también el telón de fondo de Detroit y su bancarrota aparecía cual inmenso maelstron dispuesto a arrastrar hacia el olvido hasta el último de sus habitantes (el mismo olvido que merece la película de Gosling, me temo: mejor delante de la cámara que detrás). Detroit, cadáver insepulto, ciudadela arrasada, donde por la noche aúllan ecos de la Motown y rugidos apagados de motores V8, entre escombros polvorientos y medianeras descubiertas.
Jarmusch parece realizar una metáfora irónica de su propia trayectoria de cineasta elitista, siempre relacionado con el glamour de vanguardias artísticas neoyorquinas, centro del mundo cultural, del arte más rompedor y experimental, ese aura, de la independencia creadora que termina convertida, de forma paradójica, en consumo de masas. Tras un largo paréntesis desde su anterior cinta "Los límites del control", una película plomiza, impenetrable y desangelada, ambientada en España, el director de Ohio rueda una historia mucho más interesante y accesible, un cuento crepuscular, decadente, lleno de humor negro, historia de seres extraordinarios que se ven sometidos a dilemas existenciales que poco tienen que envidiar a la angustia cotidiana de sus vecinos mortales. Y para ello cuenta con dos actores excelentes, Swinton y Hiddleston, sin los que sin duda el resultado hubiera sido menor. Eve y Adam y su melancolía milenaria alimentada por un torrente inmenso de recuerdos, los del contacto perdido con muchas de las figuras que llevaron a la especie humana, por la senda del arte y la ciencia, a un escalón superior. La superioridad inevitable de las criaturas nocturnas: la cámara de Jarmusch se desliza por la ciudad en la noche, qué más da que sea Tánger o Detroit o cualquier otro lugar, la ciudad queda convertida en un mundo distinto con la llegada del ocaso, un mundo lleno de misterio donde todo es posible: cuando cae la noche y se pasea por las calles solitarias o se entra a un bar, se produce un efecto parecido al de sumergirse debajo del agua: la sensación de haber penetrado en otra dimensión, de haber roto reglas que sólo aplican en el exterior: Alicia cayendo por el hueco del árbol y abriendo los ojos, al fin. Hasta que salga el sol.
Me encanta esta película, es puro amor al arte. La escena en el museo (o lo que sea, no recuerdo bien) reconvertido en estacionamiento abandonado (¿?) es desoladoramente elocuente.
ResponderEliminarSe me vino a la cabeza "A girl walks home alone at night", otra de vampiros con singular propuesta. No la he visto, pero pronto...
Saludos.
El tema es de la adicción y la insatisfacción, la lucidez y la decadencia, una montaña rusa anímica.
EliminarLas noches en la ciudad, tal como las ve Jarmusch, siempre merecen la pena. Apuntada.
ResponderEliminarSaludos
Jarmusch filma las ciudades nocturnas de una manera formidable: el lirismo de las farolas y los neones, fundidos a blanco y negro.
EliminarMe encantò. Me dejé arrastrar por su historia de decadencias existenciales y culto a la belleza y por el concepto de amor que existe entre los dos protagonistas que terminó por resultarme más comprensible que el que habita en los mortales. Ays, mortales, así nos va? Jeje.
ResponderEliminarEn fin, bucles mentales y personales al margen me parece una película recomendable y mucho.
Saludos!
Marga
Me alegro de que hayas visto una película de las que comento, porque no suele haber mucha suerte en eso, ja , ja. Un asunto muy importante en la película es la evitar la mediocridad a toda costa: inmortal, pero que sea para algo.
EliminarMr. Licantropunk, sin encantarme, me gusto; buena direccion, y actuaciones. Una historia de vampiros distinta. Saludos.
ResponderEliminarEntre el encanto y el gusto hay una distancia pero sin duda que el balance es positivo.
EliminarAy, querido Licantropunk, me gustó mucho pero mucho esta película. Solo los amantes sobreviven a morir lentamente... La monotonía de la inmortalidad se rompe para estos dos vampiros y su historia cobra toda su fuerza y sentido... Marlowe y Ava son otros dos vampiros que les remueven de nuevo. ¡Y menudos amantes maravillosos Tilda Swinton y Tom Hiddleston! Y los lugares fantasmales que recorren (cada uno a su manera, ese Detroit, ese Tanger)... y las pasiones que tienen, y sus depresiones, su sentido del humor, su independencia... Sí, me gustó mucho esta película.
ResponderEliminarGracias por recordármela.
Beso
Hildy