Roma en perpetua decadencia. Al menos es así desde la época del emperador Marco Aurelio, desde la irrupción del cristianismo, desde las invasiones bárbaras. Ahora el invasor es otro, turismo invasor: un turista oriental cae al suelo desmayado por la extenuación de una jornada intensa, de recorrer un catálogo ingente de monumentos bajo el tórrido sol del verano romano o, causa más afortunada, fulminado por el síndrome de Stendhal. Cuánta belleza, gran belleza. El arte moderno, su expresión, que aparece en la película, resulta estéril, fatuo, de consumo fácil y fecha de caducidad temprana, contrastando con corredores en penumbra de antiguos palacios, colmados de esculturas y tapices que han aguantado el paso de los siglos: ruinas arqueológicas que aún levantan firmes sus osamentas ante el desprecio de la intemperie, lucha secular contra el abandono y el tiempo.
Jep Gambardella (Toni Servillo) cumple 65 años y se siente también como una ruina inútil, como el exponente de una generación vaciada, que ha perdido sus ideales y olvidado sus ambiciones, sobornada por los cantos de sirena del dinero, del lujo y de la fiesta continua. El sumo sacerdote de la religión de Jep es el cirujano plástico, el himno de su ejército lo perpetra un DJ ibicenco y el pozo de su talento literario queda consignado en los ecos de sociedad. Fiestas de vampiros: todos creen aparentar menos edad de la que realmente tienen: cuando tú te levantes por la mañana yo colocaré la tapa de mi ataúd. La sátira, la caricatura, lo grotesco. La ironía y el feísmo dominando el metraje, como en aquella otra película de Sorrentino, "Il divo", los últimos días en el poder de Giulio Andreotti, también con la piel de Toni Servillo en el papel protagonista. Pero cualquier referencia cinematográfica de "La gran belleza" deberá llevar el nombre de Fellini, claro: "La Dolce Vita", "Roma", "Giulietta de los espíritus", "Las noches de Cabiria". Una estética poderosa no exenta de ternura y que conduce de cabeza a la nostalgia. Y aunque la banda sonora no la firme Nino Rota, será igualmente perdurable en la memoria. Sostiene Jep que a Italia se la conoce mundialmente por la moda y la pizza. Y el cine, añado yo.
En su último tramo, la película toma una deriva realmente extravagante
(aún más). Entra en escena una monja milagrosa (Roma llena de órdenes religiosas, una característica patente a lo largo de toda la cinta), trasunto de Teresa de
Calcuta, virtud y mortificación absolutas, que parece representar lo
opuesto a la pecaminosa existencia cotidiana de Jep. Ni la bailarina de
striptease ni la santa en vida serán capaces de señalarle el camino: la percepción de la belleza, esa revelación trascendente que se tuvo con el primer amor, edad de la inocencia, y que se ha vuelto un sentimiento irrecuperable: no es posible bañarse dos veces en el mismo río, ni aunque ese río sea el Tíber, cauce primordial de la civilización de Occidente. Cada vida compone sus coplas manriqueñas, cada persona atesora sus ocasiones perdidas y, de cuando en cuando, mira hacia atrás y las contempla: la anestesia del recuerdo, lo que pudo ser y no fue. Esa posibilidad de haber sido es capaz de provocar un destello de esperanza en el ánimo nihilista de Jep. La melancolía autocomplaciente de la memoria.
Pues qué le vamos a hacer... El comienzo rompe todo sosiego con esa música, larguísimo... No me lo tome a mal, pero me vi obligado a pasar a otra cosa.
ResponderEliminarSr. Pirulo, en este caso su habitual "pasar a otra cosa" es una reacción premeditada por el director, que con ese pasaje busca el rechazo del espectador ante lo que está viendo.
EliminarSí, como el que para mostrar que la vida de los personajes es un rollo se propone aburrir al espectador... Pues yo creo que debería poner un aviso en la entrada de las salas con un mensaje contrario al de Hitchcock en Psicosis: por favor, entre pasados los primeros veinte minutos de proyección...
EliminarEse pasaje inicial de la fiesta busca que te hagas una idea de la fauna que puebla la película. El sentimiento que te puede surgir al ver eso es de vergüenza ajena: si yo veo eso en un programa de Telecinco en vez de en una película, cambio de canal, pero aquí no lo hago porque sé que estoy viendo una película, que acaba de empezar y que el director, muy probablemente, no se va a tirar así dos horas. La película es una sátira y busca impacto desde el primer momento. Fíjate en el comentario de Ángelus. A él la película no le ha gustado y sin embargo ve maestría en el rodaje de la fiesta, parece que es la parte que más destaca.
EliminarLa ví en su día y me gustó más de lo que esperaba. Aunque no la pongo en la categoría de obra maestra a la que quedó inmediatamente aupada. Eso sí, Servillo está soberbio y logra mantener el interés en todo momento.
ResponderEliminarSi te interesa leerlo, en su día hable de ella.
Saludos!!!
Está muy bien y me lo pasé estupendamente viéndola. Lo de obras maestras y ya lo dictaminará el tiempo.
EliminarGran película, cuando la vi quedé deslumbrado y maravillado. Realmente sublime. Es genial ver cuando tanto fondo como forma se funden y recontrapotencian en una poderosa entidad cinematográfica.
ResponderEliminarSi no la ha visto, recomiendo "Le conseguenze dell'amore" del mismo Sorrentino. No tan genial pero igual memorable.
Saludos.
Tomo nota de tu recomendación, es muy interesante el cine que realiza este director. Ademas de la que comento y "Il divo", también he visto "This must be the place", protagonizada por Sean Penn. Muy curiosa.
EliminarMuy buena reseña: evocativa y no valorativa. Ya que no incides en lo último, ejerzo yo de crítico feroz: salvada la maestría en el rodaje de la primera escena (la fiesta), la película es insoportable por su pretenciosidad y vacuidad (reconozco, eso sí, que este efecto es premeditado). Ni Fellini, ni Sorrentino (con S, que no con T, ¡qué buen desliz!, me lo apunto). Uno prefiere la sencillez trascendente de otra reciente nominada al Óscar, "Ida", ojalá que, como ésta, lo obtenga,
ResponderEliminarJa, ja, maldito subconsciente. Ya lo he corregido. Le deseo mucha suerte a "Ida" en los Óscar. De hecho me sorprende que una película como "La gran belleza" tenga ese reconocimiento en unos premios como los Óscar (sí, ese "como" es totalmente peyorativo), pero al parecer la de película extranjera no es la categoría que más ven los académicos estadounidenses: no les gusta mucho leer subtítulos.
EliminarUna puesta al día de la Dolce Vita con demasiado barroquismo, como el de la última etapa (en mi opinión fallida) de Fellini. Mejor tu reseña que la película.
ResponderEliminarSaludos.
Pues no hablaré de la última película de Fellini, "La voz de la Luna", porque no la he visto, pero "Intervista", que se consigna como la penúltima, pero pareció magnífica. Y esa si que es una puesta al día de "La Dolce Vita", tal cual.
Eliminar... A mí fue una película que me gustó bastante y pondría sobre la mesa varios motivos (y muchos los desarrollas muy bien en tu magnífico texto). Me fascinó el personaje de Jep Gambardella que, como escribí en un texto de un blog colectivo, "es cruel y tierno. Despreciable y triste. Interesante y frívolo. Divertido y patético. Sabio y estúpido. Playboy y romántico". Me volvió a fascinar esa Roma cinematográfica y "los ecos de la Roma de Fellini… pero en el siglo XXI. Una Roma de contrastes. Una Roma de percepciones. Una Roma imaginaria en el inconsciente de Gambardella. De esta manera Sorrentino convierte a la ciudad en un personaje igual de vivo y complejo que el propio Gambardella. Tanto es así que lo primero que presenta, antes que el personaje, es Roma". Y me arrastró porque me metí de lleno en ese viaje imaginario por el estado anímico de un Gambardella que oscila entre la vida y la muerte...
ResponderEliminarBesos y un placer, como siempre, leerte y compartir visiones
Hildy
La comparación entre Roma y Gambardella es la que abre la entrada que he escrito. Creo que hay una identificación especial entre ambos personajes, la ciudad y el habitante. Desde luego que es una película que habla de relaciones de amor/odio, con el lugar pero también con uno mismo. Magníficas las lecturas que se puede extraer de esta película. Gran cine.
Eliminar¡Fantástica reseña! Como esta película que no me canso de ver... Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Lula. Yo es la primera vez que la veo, y no soy (como comento en la entrada) de bañarme dos veces en el mismo río, pero seguro que "La gran belleza" es una película que invita a volver a verla.
EliminarMr. Licantropunk, un film, que como indica su titulo, bello. Cordiales saludos.
ResponderEliminarLa misteriosa belleza del feísmo
EliminarLo banal de lo efímero en un mundo de prisas. De imagen basada en el marketing personal. Y como contraprincipio de ello, la serena belleza de lo clásico, lo que no muere y permanece inalterable a través de los siglos..
ResponderEliminarPelícula sin guion aparente. Sin historia real que se desliza en la búsqueda de la belleza. Retenida, ese instante guardado en la memoria y que ya en el otoño de la vida se alza como ejemplo de lo que debió haber sido y....Nunca fue
Clasicismo y modernismo enfrentados. Calma y locura en una película de sentimientos. De búsqueda y de imágenes que lo dicen todo. Sin duda una pequeña joya de esas que el cine nos regala de vez en cuando. Cuidate
Una joya sí. A mi me tuvo sin parpadear durante todo el metraje, sorprendido e incluso identificado con las situaciones de Jep: supongo que es una película que requiere que también haya peso en la memoria de uno.
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