FIRMA LA PETICIÓN DE CINEASTAS EUROPEOS
¡LA EXCEPCIÓN CULTURAL NO ES NEGOCIABLE!
El 13 de mayo puede convertirse en un importante – y también escandaloso - punto de inflexión en la construcción europea.
Ése fue el día en que la Comisión Europea, bajo la dirección del Comisario Karel de Gucht, decidió pisotear la excepción cultural y adoptar un borrador de mandato de negociación que incluye a los servicios audiovisuales y cinematográficos en las negociaciones comerciales UE-EE.UU. que comienzan este verano.
Están ya olvidadas las apasionadas palabras del Presidente Barroso del año 2005: “en una escala de valores la cultura va antes que la economía”. También lo están las declaraciones de amor al Cine del Presidente Barroso cuando los directores se vieron forzados a defender el Programa MEDIA. ¿Y qué ha sido del eslogan de la Comisión “Europa ama al cine”?
Unos pocos meses antes de que termine su presidencia, no entendemos qué huella quiere dejar el señor Barroso en la historia europea. Hasta el momento, desafortunadamente, predomina la imagen de la renuncia cultural. Parece también que ha olvidado su propia lección de no hace tanto tiempo: “la cultura es la respuesta a la crisis”
Seamos francos: el mandato de negociación propuesto es una renuncia. Es una capitulación y un punto de ruptura.
Hace 20 años, la voluntad común de apoyar la creación y promover su diversidad se forjó aquí en Europa.
La cultura está en el corazón mismo de los ideales de la identidad europea.
Hace 20 años, la excepción cultural irrumpió en la escena internacional, llevando al reconocimiento de un estatus específico para las obras audiovisuales ya que no son bienes como los demás y por lo tanto deben ser excluidos de las negociaciones comerciales.
Hace 20 años, gracias a la excepción cultural que surgió de la batalla de los acuerdos del GATS, a la creación y a la diversidad lingüística se les concedió el derecho a continuar beneficiándose de las reglas dirigidas a protegerlas y apoyarlas.
El resultado es positivo: la diversidad cultural es ahora una realidad en la mayoría de los lugares de toda Europa. Es lo que permite los intercambios y el entendimiento mutuo y es también un vector para el crecimiento y la creación de empleo.
La Europa que nosotros amamos trabajó duro para conseguir que la Convención de la UNESCO sobre la Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales de 2005 se hiciera realidad. La Europa que nosotros amamos ratificó posteriormente esta Convención junto con otros 126 países de todo el mundo. La Europa que nosotros amamos es admirada en todo el mundo porque inició y apoyó esta gran iniciativa.
Con la adopción del mandato de negociación, que reduciría la cultura a nada más que a una mercancía, la Comisión Europea (excepto los tres Comisarios que votaron en contra) ha abandonado su posición a favor de la excepción cultural, yendo de esta manera en contra de sus propios objetivos y de sus previos compromisos, y demostrando una nefasta duplicidad.
Nosotros refutamos esta Europa que está dispuesta a abandonar los principios de la Convención, y en particular el principio de la soberanía cultural de los Estados.
Frente a los Estados Unidos donde la industria del entretenimiento es la segunda mayor fuente de las exportaciones, la liberalización del sector audiovisual y cinematográfico llevará a la destrucción de todo lo que hasta ahora había protegido, promovido y ayudado a desarrollar las culturas europeas. Esta política, junto con la concesión de ventajas fiscales excesivas a los campeones digitales estadounidenses, sorprendentemente parece como un deseo consciente de llevar a la cultura europea al borde del desastre.
Aquellos que, en el nombre de Europa, hayan aceptado esta renuncia serán siempre culpables a los ojos de la historia. La diversidad cultural no debe ser solo una herramienta de negociación. Debe seguir siendo una ambición, una demanda legítima, y un compromiso.
Nosotros refutamos esta Europa que está dispuesta a abandonar los principios de la Convención, y en particular el principio de la soberanía cultural de los Estados.
Frente a los Estados Unidos donde la industria del entretenimiento es la segunda mayor fuente de las exportaciones, la liberalización del sector audiovisual y cinematográfico llevará a la destrucción de todo lo que hasta ahora había protegido, promovido y ayudado a desarrollar las culturas europeas. Esta política, junto con la concesión de ventajas fiscales excesivas a los campeones digitales estadounidenses, sorprendentemente parece como un deseo consciente de llevar a la cultura europea al borde del desastre.
Aquellos que, en el nombre de Europa, hayan aceptado esta renuncia serán siempre culpables a los ojos de la historia. La diversidad cultural no debe ser solo una herramienta de negociación. Debe seguir siendo una ambición, una demanda legítima, y un compromiso.
¡No es demasiado tarde!
Nosotros continuaremos luchando por la capacidad de Europa de escribir su Historia desde la perspectiva de la diversidad de sus pueblos y culturas; y por la capacidad de los ciudadanos europeos de encontrar respuestas complejas y profundas a los retos actuales.
Los firmantes, originarios de todas partes de Europa, hacemos un llamamiento a los Jefes de Estado europeos para que apoyen la exclusión de los servicios audiovisuales y cinematográficos de las negociaciones comerciales UE-EEUU.
Los firmantes, originarios de todas partes de Europa, hacemos un llamamiento a los Jefes de Estado europeos para que apoyen la exclusión de los servicios audiovisuales y cinematográficos de las negociaciones comerciales UE-EEUU.