Por los pelos: último día en cartelera pero hubo cita con Woody, un encuentro que raramente defrauda. Allen se aplica el cuento que cuenta en "Midnight in Paris", mejor dicho, su moraleja, y no mira atrás, él mira siempre hacia el siguiente rodaje, enlaza uno con otro: con cadencia anual, su lección periódica y magistral de cine.
Viaje al pasado: mejor viajar al pasado que al futuro, un espacio incógnito este último que puede producir angustia, ansiedad ante el porvenir, miedo al mañana: para qué saber: ya vendrá. Sin embargo el pasado, el planteado en "Midnight in Paris", es un terreno explorado literariamente, fantasmas transitados, nombres legendarios, un espacio onírico que, de repente, se llena de verdades. Es el territorio mítico de la nostalgia, aunque se trate de melancolía del pasado de otros, de unas vidas que nos parecen plenas de talento, de creatividad, de experiencia y de autenticidad. Esos, los auténticos, los veraces: ídolos seguros.
Pero el pasado es una memoria incompleta, así nuestro propio pasado, porque, como decía Borges, la segunda vez que recordamos algo no recordamos el hecho que produjo la impronta sino que recordamos el recuerdo y por tanto ya es falso: toda anécdota es ajena: ¿quién puede decir que es el mismo de hace veinte años? O de ayer. Echamos la vista atrás y no nos reconocemos.
Woody Allen llena los fotogramas de clichés mascados, de tópicos fácilmente consumibles, casi caricaturas, que identifican a los personajes tan bien como su nombre o su inmortal obra. Colección de músicos, escritores, pintores que dejaron su huella en París en los años 20 del siglo 20 e hicieron historia, historia universal. Sí, ese también sale. Artistas para los que su obra es un salvavidas, un asidero imprescindible, el objetivo vital que en muchos casos será reconocido post mortem y en muchos otros casos, en muchísimos más, para los que no aparecen en la película y en casi ninguna parte, ni siquiera la muerte traerá la gloria. Su presente, el de todos ellos, no era tan maravilloso como nos lo parece desde el futuro. Pero, ¿qué más da? El cuadro pertenece al autor mientras está pintando en él, después es un artefacto para la contemplación de otros o, mejor aún, un soporte al que dar la vuelta para seguir pintando.
Corre. Tu edad de oro es hoy.
Parece que te ha gustado la película. La verdad es que no dice nada nuevo, nada que no haya dicho mil veces en mil películas. Bueno, unas cuantas menos... Pero yo me lo pasé pipa con esta última, me gustó mucho. Cómo se descjna de los turistas americanosclasemediaintelectualoide... Tú lo has dicho: raramente defrauda
ResponderEliminarMe gustó mucho y me da la sensación de que va a estar en el grupo de pelis de Allen que gana con los años (hay unas cuantas)
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. Besos.
ResponderEliminarBuena entrada y acertado análisis. Ya sabes mi opinión al respecto. Saludos.
ResponderEliminarEsta la tengo pendiente desde hace tiempo. A mí la última de Allen que me gustó fue "Match Point".
ResponderEliminarMe ha gustado tu entusiasta recomendación y el texto, que es tan genial como siempre.
Un saludo.
¡Qué sabio Borges!.
Una excelente película en donde curiosamente me sentí un pelín identificado con el personaje.Creo que hoy tiene otro sentido ese tópico de que tiempos pasados fueron mejores.Hoy,por ejemplo,es muy raro toparse con una persona cultivada,con pasión a la literatura,la poesía o la pintura.Estamos huérfanos de contactos verdaderamente vitales.Pasamos por la vida rodeados de demasiados gárrulos o extremistas de algo que no tiene nada que ver con el arte.Por eso creo que la película de Allen la vi desde otra perspectiva.Cuando salí del cine (solo)me moría de ganas de encontrarme con alguien para poder hablar de ella.De súbito vi un coche muy antiguo.Se detuvo a mi lado y estaba Buñuel y Fellini.Me invitaron a subir...
ResponderEliminarUn abrazo,amigo.
Babel: al final no me metí con la altivez imperialista: lo pensé, pero me lo guardo para otra.
ResponderEliminarEthan: estoy de acuerdo en que puede convertirse en un clásico del autor. Ya lo apuntabas cuando la comparaste con "La rosa púrpura del Cairo".
Lula Fortune: claro, ¡sólo faltaba!
Angelus: tu opinión me alertó pero al final no se concretó. Lo cual me parece estupendo: 6 euros son 6 euros.
Crowley: gracias. Las de Woody Allen me gustan siempre. En mayor o menor medida, eso sí, pero nunca defraudado: seguro que me falta ver alguna que lo logra.
Francisco Machuca: ya me dejaste de piedra. Muy bueno.
Saludos a todos.
Tienes toda la razón: si Woody Allen pudiera -los años no perdonan- seguro que le hubiese encantado estar en la piel de Gil. Su alter ego no, él mismo. Y más que la altivez imperialista es la estupidez del pragmatismo acelerado de la clase media, en este caso americana, porque le toca, pero trasladable a cualquier otro contexto.
ResponderEliminarCuriosidad tengo ya sobre esa reserva...
Saludos!
Me gustó pero tal vez, sin desmerecer la historia o no del todo, se me quedó algo hueco tanto cliché de artista... sé que no era el caso ni la ocasión pero vistazos tan superficiales y caricaturescos sobre ellos no ayudan a nadie.
ResponderEliminarO que tendría el dia puntilloso, yo. Pero la disfruté, ajá.
Yo vuelvo a ver todos los años una media docena de películas de Allen que ya he visto montones de veces: "Toma el dinero y corre", "Manhattan", "La última noche de Boris Grushenko"... "Midnight in Paris" no estará en la lista. Aparte de los primeros minutos que producen vergüenza ajena (ahi se ha quedado la genialidad de Woody) continúan con una historia previsible, rancia, aburrida, poco trabajada, con el enésimo actor que hace de Woody Allen (siempre peor), etc, etc. Tan mala como "Vicky Cristina Barcelona", aunque, eso sí, hay que agradecer que no aparezcan ni Bardem ni la otra.
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