Paseo por la historia de Rusia, por las salas del Hermitage de San Petersburgo (aunque, paradójicamente, de las obras mostradas la mayoría ni son rusas ni tratan temas de su historia). Recorrido a iniciar tres siglos antes, con la fundación de la ciudad por Pedro el Grande, y guiado por dos viajeros del tiempo: un enigmático marqués francés y el propio director convertido en cámara subjetiva parlante. El marqués es Europa y el director es Rusia, que se acompañan y dialogan o, mejor dicho, se soportan y recelan. El extranjero visita el Hermitage como si contemplara el fruto de un saqueo: el Greco, Rafael, Rubens, Van Dyck, "Las tres gracias" de Canova, la porcelana de Sèvres: todo es fruto del genio de occidente: soberbia intelectual. San Petersburgo es una capital creada para acercar Rusia al resto de Europa, el este y el oeste de un mismo continente: tan lejos, tan cerca. Sueños de crecimiento económico, de progreso: el Siglo de las Luces, el esplendor de Versalles, el poder de las monarquías ilustradas: construir el museo más grande del mundo y llenarlo de obras maestras: comprar en vez de crear: ilustración por imposición en un vasto país estepario y campesino, frío e inhóspito. En la película se percibe una clara nostalgia a épocas de esplendor aristocrático, recuerdos imperiales de magnificencia envuelta en tela de seda y bordada con hilo de oro: no hay lugar en la película para revoluciones y sí para el poder absolutista de los zares (la cinta se salta 80 años de comunismo, concediendo apenas una habitación del museo para representar el sitio de Leningrado -antes Petrogrado, antes aún San Petersburgo y actualmente San Petersburgo otra vez- durante la Segunda Guerra Mundial y homenajear al más de un millón de muertos que produjo el terrible asedio).
Noventa minutos de cinta que son un catálogo en movimiento del museo Hermitage. Sin cortes, un plano secuencia de récord digno de pertenecer al fantástico listado que está elaborando Puerta de Babel. "In one breath", como se titula el imprescindible documental que acompaña el DVD. Cuatro años de planificación para aprovechar las 36 horas que el museo pone a disposición del cineasta para realizar la película: cientos de extras, vestuarios, decorados, iluminación: todo tiene que encajar y además al finalizar el rodaje hay que dejarlo todo como estaba, listo para abrir de nuevo el museo al público. Una Steadycam (al final de la hora y media el cámara estaba extenuado y pensaba que no podría finalizar el trabajo) debe circular sin cortes ni fallos por el recinto: un tiburón que si se para se muere. Se rodó en digital utilizando un disco duro enorme (en alguna parte leí que era la primera película rodada íntegramente en HD) que un ayudante transportaba en una mochila, además de una reserva de baterías que se agotaban peligrosamente. Al cuarto intento (ya que si se producía algún problema antes de veinte minutos habían acordado repetir la Toma) se lanza esta montaña rusa, un viaje al que se apunta el espectador que se desliza junto al suave movimiento de la cámara: a la media hora de proyección se olvida que se está contemplando una pirueta técnica y sólo queda el disfrute de una buena película.
Y si en el Palacio de Invierno, Sergei Eisenstein, padre del montaje cinematográfico, rodó una de las secuencias más famosas de "Octubre", Sokurov rueda en el mismo sitio, décadas después, pero esta vez el montaje brilla por su ausencia.
Me lo apunto, el Hermitage me sigue pareciendo vivo tras tantas idas y venidas... Hace un tiempo vi la obra de teatro de "El guía del Hermitage" y me identifiqué con ese viejo guía.
ResponderEliminarY es que sigo disfrutando de museos vetustos en contraposición a los museolandias de hoy. Ya, me estoy haciendo mayor... qué miedo, no? jeje.
Apuntada queda pues.
Es verdad, recorrido por el Hermitage y por la historia de Rusia a través de obras que en su gran mayoría no son rusas. Paradíjico... o no tanto. Los zares siempre tuvieron como objetivo el reconocimiento de su país como parte de Europa, y claro, su control siempre que pudieran.
ResponderEliminarComo dices, tiene un regusto retro importante, desde el punto de vista de posicionamiento histórico, pero me pareció una gran película, a pesar de ello. La parte final, cuando salen todos del palacio es estupenda. Gracias por el enlace, saludos ;)
Bueno, bueno... anda que no hay películas por ahí. Me imagino que esta no será del tipo "Elephant", ¿no? Seguro que, conociéndome, una sola palabra tuya bastará para recomendármela... o no.
ResponderEliminarOtra que tengo que conseguir, ya la tenía apuntada y ahora, después de leerte, tengo más ganas de verla. Además, hace unos pocos años tuve la suerte de ver una parte del Hermitage (imposible verlo todo en un solo día), espectacular, la madre de todos los museos.
ResponderEliminarSaludos!
Interesante sobre todo por lo que cuentas del uso de la steady cam. Me apunto esa película. Borgo.
ResponderEliminarAl leer tu crítica, me viene a la memoria una peli de Rohmer (admirado Rohmer) "La inglesa y el duque".
ResponderEliminarDiferentes modos de leer la historia.
Saludos y un plazzer, como siempre.
Caperuzzita
Sokurov es una de mis asignaturas pendientes, así que gracias por recordármelo. Interesante el juego dialéctico que comentas sobre el palacio de invierno: Eisenstein-Sokurov / montaje-no montaje. Un saludo,
ResponderEliminarMarga: pues por lo que comentas te va a gustar, fijo.
ResponderEliminarBabel: muy buena película. A mi quizás me pareció que se abusaba un poco del sesgo "nobiliario" pero también es verdad que me pasó al terminar de ver la película: mientras que la veía se me pasó... en un suspiro.
Tomás Serrano: pues tiene alguna semejanza en cuanto a la cámara que sigue al chico por los pasillos del instituto: como ese de Kubrick persiguiendo al niño en el triciclo en "El resplandor".
Miquel Zueras: no sólo la SteadyCam, también es llamativo el uso del zoom: vertiginoso. O el gran angular, muy necesario. Algún encuadre se le escapa un poco pero, qué más se puede pedir.
Caperuzzita: he visto varias de Rohmer pero esa no: me la apunto.
Kez: otro ruso, 80 años después, deshace uno de los momentos claves de la historia del cine. Pero haciendo algo realmente moderno. Insisto en que hay que ver el documental que acompaña al DVD porque es magnífico.
Saludos a todos.
Mr. Licantropunk, un titulo para tener en cuenta; en cuanto al poueblo ruso, el año pasado pude leer una serie de cuentos de ciencia ficcion rusos y nuevamente descubri que los rusos no son tan malos como los pintan, tienen sentimientos como cualquier otro ser humano, y no solo eso, ¿ sabe qué ?, cuando estaba a punto de comenzar ese recorrido por la ciencia ficcion rusa, por un momento crei que iban a ser aburridos, y por suerte me llame a equivocacion, los cuentos resultaron maravillosos, exquisistos, habia comedia, drama, accion, eran geniales, valio la pena leerles. Un saludo y nos leemos.
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