Película iraní del año 1995: el cine persa eclosionó a nivel mundial en aquella década, sobre todo de la mano de Abbas Kiarostami (firma el guión de "El globo blanco"). Cuando un régimen político impone censura (el excelente cómic "Persépolis" de Marjane Satrapi dará una certera idea de las condiciones de vida bajo el régimen de los ayatolás) en las actividades culturales de un país, los artistas se ven forzados a exprimir al máximo los ingredientes que les está permitido emplear para llevar adelante sus obras: olvidar el sexo y la violencia y, por supuesto, no hacer la menor crítica al poder político o religioso. Además, la mayoría de las veces el estado es el productor (es parte de su férreo control cultural), así que nada de grandes presupuestos ni de ideas occidentalizantes. Esa economía de medios provoca un cine minimalista que se acerca a los orígenes del séptimo arte: hay pasajes enteros de "El globo blanco" que se entenderían perfectamente aunque se suprimiera el sonido de la cinta y unos cuantos carteles intercalados a lo largo de la proyección y una música adecuada, al estilo del cine mudo, bastarían. Historias sencillas, lenguajes universales: sociedades diversas que se parecen en lo esencial y las diferencias se manifiestan en capas superiores del comportamiento humano (la religión, la política: discriminadores más que aglutinantes).
El personaje de la niña Razieh (Aida Mohammadkhani) es deslumbrante. Los problemas cotidianos de cualquier niña de cinco años: los pequeños caprichos, los peligros de la calle, el temor al castigo paterno, las relaciones de poder que se establecen entre hermanos. Escenas costumbristas que llenan de tensión al espectador dotado para la empatía: cuando una codiciosa mirada adulta se posa sobre el dinero de la niña; cuando los mayores ignoran sus ruegos, sus lágrimas; cuando un extraño habla con ella y desconocemos sus intenciones (la niña se rebela contra las convenciones, dialoga con el joven y se despide de él con cariño: estéril rebelión infantil a la norma, ya que en el futuro deberá aceptar una implacable discriminación sexual); cuando los encantadores de serpientes juegan con su miedo y, sobre todo, cuando pierde su caro billete de 5000 tomán.
El cuento tendrá final feliz, simbolizado en un globo blanco. El 21 de marzo empieza la primavera y el Año Nuevo en Irán. Ese día no hay lugar para la tristeza.
Bueno comentario a la película, como siempre. Aunque no se haya visto (como es mi caso), se puede imaginar gracias a tu entrada. Saludos.
ResponderEliminarMe la apunto...
ResponderEliminarBesos, Licantropunk.
Poco puedo comentar sobre una película que no he visto,pero tu reseña,como todas,brinda a ello,mi querido amigo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
La he visto. Me gustó mucho. Recuerdo los callejones, los patios, toda la atmósfera árabe tan bien plasmada...me la pasó un amigo que disponía de pelis " raras" por su curro. Tenía premios y no era para menos.
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