
A partir de ese momento la cinta avanza entre el documental y la ficción. Como esos juegos literarios donde alguien inicia una historia invitando a que participe la imaginación del siguiente jugador/escritor, el cuento que comenzó la vendedora de pescado continúa contándose: unas chicas sordomudas, unos cuidadores de elefantes, una vieja borracha, los niños de un colegio, los actores de un teatro (me ha recordado a ratos a "Palindromes" de Todd Solondz y las múltiples caras que le concede al personaje de Aviva). Todos ellos seres cotidianos, anodinos, que improvisan, preguntan, encadenan y deforman: el pueblo y su tradición oral, forman la historia. Los únicos momentos en que actores verdaderos interpretan a personajes del cuento son desvelados por el propio director haciendo un corte e irrumpiendo en la escena: ejercicio metaliterario o metacine.
Película experimental, cine de festival del que casi nunca cautiva la taquilla pero que no por ello deja de ser interesante, y así lo demuestra esta obra, rodada con escasez de medios y mucha imaginación: buen director: hay arte más allá de ese pedazo de nombre.
Buenas, las peliculas experimentales muchas veces terminan dejando un grato sabor de boca, saludos.
ResponderEliminarEsta desde luego que lo hizo. Te cuentan cosas nuevas de formas nuevas. ¿Qué más se puede pedir?
ResponderEliminarSaludos.
No la he visto y me gusta cuando escribes sobre ciertas rarezas.Lo digo,porque a mí las rarezas me encantan.
ResponderEliminarBrillante análisis.
Un abrazo.