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Decir que la historia habla de vergas y toros equivale a anular su transcendencia trivializándola, afirmando al imponer esta postura de modestia, que no existe manera de confinar una vida, cualquier vida, en un montón de páginas, por simple que nos parezca esa existencia. Novelar es inventar imponiendo el punto de vista del autor, subjetividad máxima: la mano maestra que pergeñará un melodrama o una comedia basándose en pequeñas sutilezas, en leves matices: Walter Shandy toma en brazos, embelesado, a su hijo recién nacido o se desmaya ante la sangrienta visión del parto. Tenues líneas separan abismalmente emociones antagónicas:
pain is so close to pleasure, cantaba Freddie Mercury.
Michael Winterbottom esquiva la imposibilidad de llevar al cine la novela de Laurence Sterne construyendo un ejercicio de
metacine. En la obra de teatro "Proceso, anatematización y quema de una bruja en un ensayo general" de Ramiro Pinilla, al rato de empezar la representación la voz de una actor decía '
Se ha equivocado' y se encendían repentinamente las luces del escenario, rompiéndose la comunicación establecida con los espectadores, saltando a otra trama inesperada, pero paralela, que arrojaba más allá del telón a los personajes de un juicio de la Inquisición del siglo XVI y los convertía en actores de sus propias vidas que, atrapados en sus pasiones, terminaban quemando realmente a la actriz protagonista en el cadalso reservado a la bruja de la función. El director inglés realiza el mismo juego con el espectador (en este caso el final será feliz: es una comedia) logrando otra buena película en su excelente filmografía, a colocar al lado de "Wonderland" o
"24 hour party people".
No he leído "Tristam Shandy", aunque tomé buena nota de la recomendación que se hacía en el blog de
"El Tiempo Ganado". La primera referencia que tuve de esa novela la encontré en "Historia abreviada de la literatura portátil" de Enrique Vila-Matas, donde se habla de la conspiración
shandy, sociedad secreta formada por artistas bohemios de principios del siglo XX (dice Vila-Matas que
shandy significa indistintamente alegre, voluble y chiflado en algunas zonas del condado de Yorkshire donde Laurence Sterne vivió gran parte de su vida). La condición, inspirada en la caja-maleta de Marcel Duchamp, imprescindible para pertenecer a dicha sociedad es que la obra artística de uno fuera poco pesada, transportable en un maletín: bueno, un blog cabe perfectamente en un bolsillo del pantalón, vía
pen drive. Se exigía, además, que el autor fuera soltero o, al menos, que se comportara como tal: nómada infatigable ligero de equipaje: ni mujer, ni casa, ni coche, ni hijos. Esta condición, me temo, va a ser más difícil de cumplir.
* En la imagen Boîte-en-valise de Marcel Duchamp