La palabra inglesa skinhead es sinónimo moderno de personaje violento y agresivo, de joven brutal incapacitado para el diálogo. Acémila cerril que ejerce su odio infinito, gratuito y despiadado, contra la víctima inocente que su mente desquiciada ha señalado como culpable de su desgracia. Contra el otro, el diferente. El extranjero, el homosexual, el judío, el comunista o el hincha del equipo contrario: la lista de sus posibles enemigos es tan larga como cortas son sus entendederas. Y quizá eso es lo que da más miedo: percibir al skin como a un asesino en potencia con el que es imposible razonar y al que la más leve excusa le sirve para intentar romper sus botas golpeando tus huesos. Ya no se ven tantos por la calle como antes. Será que, superada la inocencia de la exhibición pública de símbolos llamativos, ahora se dejan el pelo largo para despistar a sus presas.
Recuerdo cuando se produjo la Guerra de las Malvinas, la primera guerra a la que mi memoria le prestó atención, y recuerdo conversaciones preocupadas temiendo que cualquier chispa diera lugar a una Tercera Guerra Mundial (muchos años después se supo que Inglaterra no dudó en cargar sus barcos con armamento nuclear: mejor no pensarlo) si bien en este caso, caso raro, eran dos gobiernos de derecha - una democracia y una dictadura - las que se enfrentaban. La superpotencia militar británica no se podía comparar con el ejercito argentino, pero estos últimos resultaron ser un hueso duro de roer. La guerra duró un par de meses y la ganó el más fuerte. El desenlace ayudó a la vencedora Margaret Thatcher a ser reelegida primera ministra y precipitó el fin de la dictadura argentina.
La película cuenta como Shaun, un niño que ha perdido a su padre, soldado muerto en las Malvinas, entra a formar parte de un grupo skinhead. Lo que al principio es un grupo de jóvenes que comparten estética (pelo rapado y botas Doc Martens), gustos musicales (reggae jamaicano y ska ya que la estética skin no está asociada por naturaleza a ideologías de extrema derecha si no que surge con los rudeboys caribeños que emigran a Inglaterra; más tarde los neonazis buscarán una música más acorde con su siniestra forma de pensar e incluso serán habituales de los conciertos de "Joy Division") e inconformismo social (rude boy attitude) termina dividiéndose en dos facciones cuando entra en escena un perturbado expresidiario racista, fanático del ideario de ultraderecha del partido político National Front, que culpa a los extranjeros de todos sus males y ansía formar un grupo de matones que limpien las calles. Pero esta parte, la que hace hincapié en la lacra social que suponen los movimientos de neonazis, me ha gustado menos que la que muestra los problemas de un muchacho adolescente para encontrar su lugar, para entrar en un grupo de amigos en los que pueda encontrarse seguro y confiado y que le ayuden a defenderse de las vejaciones cotidianas y de los problemas familiares. Esta parte esta muy bien resuelta y perfectamente ambientada (doy fe de ello: yo estaba allí en aquellos años aunque a muchos kilómetros de distancia) y confirman esta película como otra más de las grandes películas del cine realista británico.
Coincidimos, es cierto. Es una estupenda película y quizá, como dices, lo mejor es la parte de la búsqueda del chaval de alguien con quien identificarse. Muy interesante la fauna, yo estuve por allí, pero 10 años después, en los noventa, aunque aún había mucha fauna.
ResponderEliminarExcelente resumen de toda una historia complejísima.La literatura,la música y el cine británico no ha parado nunca de producir de la manera más exacerbada sus problemas sociales.El rock,el movimiento punk y las novelas de Irvine Welsh con su mayor exponente;Trainspotting.
ResponderEliminarLa película no he tenido todavía la ocasión de verla.Como ya sabes,aquí no quedan ya cines.
Un abrazo.
Un muy buen comentario para una pelicula interesantísima.
ResponderEliminarUn saludo
No he visto la película, pero he descubierto una frase: "yo estaba allí...aunque a muchos kilómetros de distancia"). Me cambias las perspectivas. Creo que me voy a pensar en cuántos lugares he estado, que el espectro se ha ampliado considerablemente.
ResponderEliminarPor cierto, creo que no veré la película (a no ser que me la recomiendes muy encarecidamente) porque a mí todo eso de la delincuencia juvenil me deja muy mal cuerpo.
Saludos.
blanca: a mi es la parte que más me ha interesado, seguro. Aquel ambiente de instituto poblado de tribus urbanas.
ResponderEliminarfrancisco machuca: "Trainspotting" lo he leido y la he visto y ambos me parecen magníficos: el mundo del yonki tocado con sentido del humor. Cines igual se acaban pero películas no, seguro
mbi: gracias, una película muy recomendable
akebono: es el deja vu que me produjo ver está película. Decir eso lo he vivido yo, de algún modo. Ojo, que yo no era ningún skin. La película tienes que verla porque es dura pero no es violenta.
Saludos a todos
Estupendo post. Tenía yo ganas de ver esa peli, pues aunque por aquí hay cines, dan en todos lo mismo. Por lo que cuentas he recordado una peli en la que trabaja Gary Oldman (The Firm, creo)sobre unos hooligans descerebrados y el pequeño paso que pueden dar hacia ideologías violentas y terribles.
ResponderEliminarUn saludo cariñoso.
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