La guerra fría en clave de humor (aunque la trama de esta película da más miedo que la de la que vi ayer), dirigida con absoluta maestría. La existencía de la raza humana confiada a una banda de lunáticos paranoicos. El pabellón de "Alguien voló sobre el nido del cuco" trasladado al Pentágono. Estamos vivos de milagro. Y cuarenta años después del rodaje de esta película, seguimos en manos de idéntica caterva de fundamentalistas. El Dr. Strangelove es un personaje intemporal.
Al comienzo hay un primer plano tomado desde abajo del general que se vuelve loco (general de brigada Jack D. Ripper, el nombre no parece elegido por casualidad), fumando un puro, hablando pausadamente, con el rostro parcialmente iluminado, que ya vale el precio de la entrada. Dentro de un argumento tan descabellado (o no), el director procura constantemente transmitir sensación de realidad. En la escena del ataque a la base aérea la cámara esta colocada como si se tratará de un soldado más, recurso que el director utilizaría después en "La chaqueta metálica", de modo que parece que estas viendo el telediario en vez de una película. Lo mismo sucede con los planos del interior del B-52. Y las conversaciones telefónicas de Peter Sellers: puro Gila.
Atreverse a hacer una película así en 1964... bueno, nadie discute que Kubrick era un genio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario