El año pasado fue el año de Benito Pérez Galdós o el de Ludwig van Beethoven, pero también fue un año de Miguel de Unamuno y Jugo, como lo fue el anterior: todos los años parecen ser el año de Unamuno. Si en 2019 su figura protagonizó una de las películas destacadas de la temporada, "Mientras dure la guerra" de Alejandro Amenábar, el documental "Palabras para un fin del mundo" de Manuel Menchón vuelve a subir a la palestra pública los aspectos más controvertidos de los últimos capítulos de la biografía del eterno rector de la Universidad de Salamanca.
El director Manuel Menchón ya había dedicado un largometraje a Unamuno, la cinta "La isla del viento", poniendo el foco en sus días de destierro en Fuerteventura durante la dictadura del general Primo de Rivera: Miguel de Unamuno era un genio sobrado de genio (la primera vez que se encontró con Ramón del Valle-Inclán, otro genio iracundo, en la Carrera de San Jerónimo, siendo presentados por Pio Baroja, tuvieron que separarlos para que no se liaran a bofetadas). Sus ideas y, ante todo, su prestigio internacional (el régimen nazi alemán maniobró para impedir que le fuera concedido el premio Nobel), eran un botín codiciado por cualquier bando: tener a Unamuno en la foto aportaba una pátina de lustre y legitimidad.
Pero el intelectual salmantino nacido en Bilbao (los charritos nacemos donde nos da la gana) era mal compañero de viaje: demasiado crítico, demasiado rebelde, demasiado lúcido: A veces callarse es una forma de mentir, meditaba el filósofo en su mortal proclama del 12 de octubre de 1936. Demasiado incómodo. Menchón aborda, en una exposición de las circunstancias tan sentimental en su estética como bien argumentada en su fondo, la cuestión del fallecimiento de Don Miguel: el famoso olor a zapatilla quemada, ¿fue por causa natural o inducido por la "Causa General" que el golpe de estado del 18 de julio articuló desde su nacimiento y prolongó durante cuarenta años? Unamuno muerto pero nunca enterrado, referencia certera para inconformistas testarudos y pensadores letraheridos.
Cuán lúcido. Ahora es cuando sus palabras adquieren tanta inmediatez ¿Quién lo iba a creer?
ResponderEliminarAh...y como regalo de año nuevo, te quiero dejar este enlace
ResponderEliminarhttp://tigrero-literario.blogspot.com/2015/01/para-eduardo-j.html