Una comedia española, españolísima, una más: la risa que en cualquier momento puede bascular hacia el llanto: comedia que en realidad es tragicomedia: comedia negra. Todo empezó en la picaresca, con un ciego que golpeaba a su lazarillo por pasarse de listo, que empujaba la cabeza del pilluelo contra el verraco de piedra que vigila la entrada del Puente Romano de Salamanca: el mozo de un ciego ha de saber más que el diablo. Y las referencias cinematográficas que han llevado a "Abracadabra" son múltiples en el celuloide patrio, pero las que surgieron con fuerza viendo la película son las de La Cuadrilla: el cine que los directores Santiago Aguilar y Luis Guridi realizaron en los años noventa, con títulos como "Matías juez de línea", "Atilano presidente", y sobre todo la gran joya, "Justino, un asesino de la tercera edad", comedia nigérrima que anticipa a "Abracadabra" en sus formalismos (este recuerdo a la trayectoria de La Cuadrilla se reafirma con la presencia en "Abracadabra" de dos actores que protagonizaron aquel cine, como son Saturnino García o Ramón Barea).
Se recurre a los tópicos, algunos de los más rancios, como en aquellas "españoladas" que llenaban los cines del tardofranquismo: recursos facilones, en realidad. Nada nuevo, por tanto, ofrece Pablo Berger, un director que, sin embargo, epató con la estética de cine mudo de su anterior película, "Blancanieves", guión que también ahondaba en relatos de la España Negra, del folletín decimonónico de huerfanitas desvalidas y madrastras malvadas de opereta, con su luto y su mantilla. Ahora la crítica a la sociedad española se centra en el macho ibérico y su ecosistema cutre de chonis y baretos de barrio, una mirada sardónica hacia la clase obrera que emana cierto tufillo clasista por parte del autor, ánimo de caricaturizar justificado por su condición de comedia: el hombre español, ese hombre, situado entre el machismo exacerbado y la esquizofrenia mental, no encuentra la menor oportunidad de redención, apunta Berger.
La cinta se salvará por su reparto, y no sólo por la pareja protagonista formada por Maribel Verdú y Antonio de la Torre, fantásticos actores capaces de sacar adelante el guión que se tercie defender, acompañados en esta ocasión del televisivo José Mota, al cual no se le da nada mal la gran pantalla, como ya demostró, nominación a los premios Goya incluida, en "La chispa de la vida" de Álex de la Iglesia. A ellos se les une un rosario de formidables secundarios, esa casta inferior de los títulos de crédito que ha caracterizado mucho de lo mejor que se puede apreciar en la Historia del Cine Español, Historia que continúa, pero que para que avance deberá asumir riesgos, más de los que el público y la taquilla parecen dispuestos a aceptar, y que en "Abracadabra" no aparecerán. Ni por arte de magia.
Querido Licantropunk, creo que me gustó un poco más que a ti. Pero me gustó porque me pareció que a Berger se le va la cabeza sin complejos... y porque percibí un humor loco que podía emparentar con esa otra generación del 27 que tan bien se le dio el humor absurdo. Hay ecos. Por otra parte, además, mezcla géneros y creo que no sale mal parado en el intento. Y, sí, sale en varias ocasiones el barrio de mi infancia, Moratalaz, y claro, eso me hace tenerla más cariño. Recuerdo la ilusión que me hizo ver cómo también salía mi barrio en Amo tu cama rica, allá en los noventa. ¿Qué absurdo, verdad?
ResponderEliminarBeso
Hildy
No he ido tan lejos (en el tiempo, que no en el concepto) a buscar las referencias del director. Ya le escuché en una entrevista hablar de Ramón Gómez de la Serna, pero para establecer conexiones me quedé en el cine de "La cuadrilla", ese tono macabro que se hace patente en bastante de lo mejor que tiene "Abracadabra". Pero en general me pareció una película tibia, con humor de parvulario: el tipo que canta gol en misa o el baile a lo Tony Manero: demasiado visto. Eso sí, que a ti te ofreciera semejante conexión emocional, el barrio natal, justifica sobradamente el precio de la entrada.
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