Al rato de estar viendo la película, estaba claro que algo había cambiado. Los ojos, acostumbrados a disfrutar del cine de Allen con cadencia anual, percibían algunas diferencias nítidas en los encuadres y en el tratamiento de la luz. La cámara se hacía patente, en mayor medida, de lo que había sido en las cintas dirigidas por el director neoyorquino en los últimos veinte años, más o menos. Después me enteré de que por primera vez abandonaba el celuloide para rodar en digital, algo a lo que se ven abocados, quieran o no, la mayoría de cineastas de la actualidad, pero además me enteré de que, por primera vez también, Vittorio Storaro, ya mítico director de fotografía, había perfilado los fotogramas de una película de Woody Allen con su característica paleta de colores cálidos. Con todo esto, lo que me pareció realmente es que la obra del octogenario autor nacido en Brooklyn tiene aún capacidad suficiente para sorprenderme.
En su nueva lección de cine Woody Allen establece una soterrada confrontación entre Nueva York y Los Ángeles, sin pudor en cuanto a dejar claras sus preferencias. Hollywood en los años 30 es una fábrica de películas dominada por los grandes estudios, un ecosistema feroz donde codicia y talento deben intentar acomodarse en el mismo hueco y que apenas deja resquicio para penetrar en él a los que no están dispuestos a aceptar las reglas del juego ("El último magnate" en novela inacabada de Fitzgerald o en la película de Kazan es la referencia habitual). Y sin embargo en la costa este sucede otro tanto: Café Society es un término referido a la Jet Set de entonces, aquella que cada noche acudía a lujosos clubes nocturnos a lucir su posición social junto al resto de la manada de potentados neoyorquinos. Y a escuchar música en directo, claro, la que nunca para de sonar en el cine de Allen.
Todos quieren trabajar para Woody. Debe haber bofetadas por trabajar a sus órdenes: raro es el actor o la actriz que repite. Repartos llenos de nombres conocidos dispuestos a rebajar sus sueldos al mínimo. Para esta historia de desamor (de religión, de muerte, de familia: los temas constantes, los dobles sentidos, los enredos, todo enriquecido por la sabiduría vital de sus diálogos geniales) la pareja protagonista la forman Kristen Stewart, que está muy bien (Allen es un estupendo director de actrices: en los últimos diez años dos premios Oscar para ellas) y Jesse Eisenberg, que no tanto: el protagonista masculino de sus películas ya sabe que tiene que hacer el papel que Woody Allen, por edad, ya no puede encarnar, pero Eisenberg sólo sabe hacer de Eisenberg, me temo. A ellos se une, a última hora, Steve Carell en un papel que iba a realizar Bruce Willis, pero que Carell defiende a la perfección, el papel del tercero en discordia. Gran actor, también surgido de la comedia, pero que a diferencia de Eisenberg sabe adaptarse sin problemas a las necesidades del libreto, una trama que en "Café Society" retrata la nostalgia de amores antiguos, los que a pesar de los años siguen unidos por un hilo invisible, rescoldos que en un ningún caso conviene remover y que es mejor dejarlos donde están, adornando días felices de un pasado inexistente.
No seré yo el que vaya al cine a ver si ésta es de las mejores o no de los últimos tiempos. Poco supondría que así fuera.
ResponderEliminarAy, el pecado de la soberbia...
EliminarNada, no hay nada que hacer, amigo mío. Desde hace tiempo le han dado por criticar al viejo Woody y no hay manera. La voz se corre y el pensamiento se queda estanco. "Que Woody ya no es lo que era", "que vaya mierda de película", etc, etc, etc. Ahora se ha impuesto una moda por parte de los críticos y blogueros en decir: "No es una obra maestra, pero...". Me pregunto: ¿Para que una película sea buena tiene que ser una obra maestra? ¿Qué se considera hoy una "obra maestra"? La obra maestra es una etiqueta que solo el tiempo pude poner y no unos tipos que han visto la película hace un par de horas. Café Society es una película maravillosa en todos los sentidos y creo que tú lo has dicho de una manera divina, sobre todo al final de tu post. Woody tiene ochenta años y sigue trabajando firme y fiel a él mismo. No existe en la historia del cine un tipo semejante. Todas sus películas son suyas y exclusivamente suyas. ¿Qué director puede presumir de ello? ¿Qué director ha realizado en toda una década diez obras maestras como Woody en lo ochenta? ¿Que tiene películas que no son tan buenas, pues claro, como todos los grandes directores de la historia del cine. ¿Son buenas todas de la Hitchcock? ¿Las de John Ford? ¿Las de Billy Wilder? ¿Las de Berlanga?
ResponderEliminarSolo una cosa: Jesse Eisenbereg es todavía muy joven para tener chepa; parece que anda colgado de una percha, pero es un tipo que me cae bien.
Ya me he quedado a gusto, amigo.
Un fuerte abrazo.
Me harto de leer malas críticas de sus últimas películas, para luego, una vez vistas, indignarme ante tanto rencor. ¿De verdad esta película puede ofender tanto? Yo las disfruto de principio a fin y siempre hay un instante en que el tiempo se detiene, el metraje se congela y Woody Allen te deslumbra con una verdad incontestable de la condición humana, el retrato fiel de un sentimiento que sabes que es así, que lo ha clavado. Otra vez.
EliminarMuchos no le perdonan que sus películas no sigan siendo una sucesión de gags. Woody Allen ha demostrado, dentro de las características esenciales de su obra, de sus temas habituales, evolución y búsqueda, nada de inmovilismo. Otros cineastas de su edad (no diré nombres por no ahondar en polémicas) han perdido el rumbo, pero el pulso cinematográfico de Allen sigue firme. ¡Vaya que sí! Y "Café Society" es la prueba.
... Ay, yo disfruté tanto como espectadora de Café Society. Me lo pasé tan bien con esta historia de amores imposibles..., con el champán, la luz de las velas..., los gánsteres y los cuñados filósofos.
ResponderEliminarBesos
Hildy
Ingredientes no le faltan para gustar. Buen cocinero, tampoco.
EliminarPues eso, Woody en plena forma ante tanta mediocridad. La fotografia se merece todos los premios y si no sería un desplante monumental de la industria a uno de sus mejores activos.
ResponderEliminarSaludos.
La verdad es que es una película que podría estar presente en los Oscar en más de una categoría.
EliminarSí, Allen ya dejaba claro en "Annie Hall" su aversión hacia California. Eissemberg -como ya le tocó a Owen Wilson en "Midnigth in Paris- cumple como alter ego joven de Allen, hasta tartamudea, al menos en V.O.
ResponderEliminarLa película me ha gustado, incluyendo ese final que deja a los protagonistas sumidos en la duda, aunque yo prefiero su anterior "Irrational Man".
Saludos!
Borgo.
"Irrational man" está muy bien, sí. Cuando la vi en su día se quedó sin entrada, a ver si la veo otra vez y lo remedio.
EliminarMr. Licantropunk, me ha gustado este nuevo film de Allen; coincido, Allen saco lo mejor de Kristen Stewart. Saludos.
ResponderEliminarTengo muy poco vista a esta actriz, la recuerdo en "La habitación del pánico" de David Fincher, cuando aún era una niña, y creo que no la he vuelto a ver en ninguna otra. Desde luego, ha dado el estirón.
EliminarCoincido totalmente contigo y con Melmoth, ¿tendremos que esperar a que se muera Woody para ver como todos son elogios donde ahora parece que es de buen tono criticarlo? A mí esta película me ha parecido de las mejores de Allen. Un despliegue visual maravilloso, la fotografía para qué decir nada, el plantel de secundarios es fantástico ( la familia judia del protagonista no tiene desperdicio), Eisenbereg está un poco envarado, es verdad, pero la parte femenina de la peli es de las mejores y la música y esa punzada de melancolía... En fin, ¿quién quiere obras maestras teniendo a Woody cada otoño?
ResponderEliminarBesos.
Y yo suscribo cada palabra que incluyes en tu comentario. Creo que este director se lleva una cantidad desproporcionada de malas críticas y, sin embargo, para mí, cada película nueva que entrega es un oasis de buen cine. En fin.
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