domingo, abril 15, 2007

"Donnie Darko", de Richard Kelly

En vez de un fauno, un conejo. El sueño de la razón produce monstruos, monstruos que te conducen a través de túneles que llevan a la dimensión desconocida: recovecos de la mente donde existe otra personalidad dormida. Esquizofrenia paranoide.
En esta ocasión no hay un país de cuento de hadas al otro lado del espejo, si no una serie de actos violentos llevados a cabo durante el dulce sueño de la inconsciencia. El hombre lobo despierta aterido por la mañana en medio del monte, sin saber a dónde le llevaron sus actos. Aquel sabor a inmortalidad de la adolescencia.
Todo eso funciona muy bien en la película, con un cierto aire de comedia juvenil pero sin dejar decaer la historia: se mantiene la tensión en espera del desenlace anunciado. Sin embargo, llegado un punto, la película empieza a liarse con libros que hablan de viajes en el tiempo, supongo que para justificar el comportamiento enloquecido del protagonista o, simplemente, para darle más lustre y profundidad a una trama que ya se defendía bien por si sola. Complicarla en vano y arruinarla con un final feliz.
Eso si, una gran banda sonora.

2 comentarios:

  1. ¿Los happy end son siempre innecesarios?
    no sé, creo que a veces encajan en el puzzle fílmico. Pienso que el final no debe ser muy happy end...

    Pensaría en las películas de Woody Allen, es decir en algunas.

    De este film, es la primera vez que leo al respecto. Grax.

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