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"Fahrenheit 451" esta basada en la celebérrima novela de Ray Bradbury, claro. La película ya tiene cuarenta años y, excepto por unos efectos especiales bastante ingenuos, no ha perdido ni un ápice de interés: es un tema actual, la mediatización del individuo sometido a un incesante chaparrón de imágenes, de mensajes fútiles destinados a aletargar sus sentidos o, todo lo contrario, inducirle a actuar compulsivamente, sin pensarlo demasiado. Pan y toros.
La búsqueda pura y simple del conocimiento esta minusvalorada si no hay un beneficio económico de por medio. Hasta la universidad, último bastión de la sabiduría perezosa, se transforma en una factoría de trabajadores hipercualificados. El obrero del siglo XXI sabrá hablar varios idiomas, pero no conocerá de dónde proceden, qué pueblos los inventaron, qué grandes escritores los utilizaron. ¿Para qué perder el tiempo?
Miro a mi alrededor y veo estanterías llenas de libros, muchos los he leído. Otros muchos, seguramente, jamás los leeré, pero cuando pase la vista por sus lomos me seguirán provocando con el enigma de su contenido.
Puede que esta noche los bomberos pirómanos vengan a visitarme. Por pedante y por listillo.