sábado, octubre 14, 2006

"El jardinero fiel", de Fernando Meirelles

Denuncia de la falta de escrúpulos de las farmaceuticas: todo vale con tal de conseguir aumentar el porcentaje de beneficios: pasa en todas las grandes empresas: se toman decisiones estratégicas desde salas de reuniones asépticas, con aire acondicionado y café con pastitas, lejos del mundo, de la gente. Gráficos en una pantalla. Cifras en un informe. Generar más dinero para que un puñado de jubilados multimillonarios que toman el sol en Florida, tengan más aún. Todo vale. Tengo que comprarme otra mansión, que esta se me ha quedado pequeña. Reventar de codicia.
Hasta los ratones de laboratorio, tan blanquitos, tienen más derechos. Negro, africano y seropositivo. Eso se llama tener puntería. Y si encima eres una mujer, el premio gordo. Carne fresca para la máquina. Nadie va a hacer preguntas, simplemente no existes, no cuentas, no eres nadie y me vas a ahorrar mucho dinero. Maldito primer mundo, tan escrupuloso, tan mojigato, que no me deja hacer mis experimentos a gusto. Tomaté esta pastillita, que te vas a encontrar mejor. Si curamos todas las enfermedades ¿de qué vamos a vivir? Hazte médico, que a esos nunca les va a faltar el trabajo, decían nuestros mayores: no les faltaba razón.
La gripe del pollo, las vacas locas. ¿Quién le pone esos nombres tan graciosos? ¿Faemino y Cansado? Grandes titulares. Riesgo de pandemia, amenaza para la humanidad: el mundo esta indefenso, el estado del bienestar se tambalea. Paranoia moderna. Nos mata la carretera, el exceso, el estres, la necedad. A ellos el sida, la malaria, el colera, enfermedades mortales, pero sobre todo la guerra y el hambre, la necesidad desnuda. A millones. Nestle regalaba muestras de leche en polvo para que las madres con sida del tercer mundo alimentarán a sus bebes. Se secaron sus pechos y después los niños murieron de cólera por el agua que se utilizaba para hacer los biberones. Semillas transgénicas, estériles, muy rentables. Otro cliente satisfecho.
Africa maldita. Puede que dentro de unos años mis hijos vean esta película o "La pesadilla de Darwin" y piensen que son cuentos chinos, que Africa nunca ha sido así, que no es un lugar donde se viva peor que en cualquier otro, que no hay hambre o miseria. Bueno, puede que mis hijos no lleguen a verlo. Puede que tampoco mis nietos.
En la película sale el lago Turkana. Cuna de la humanidad. Hace poco leí un libro sobre los descubrimientos arqueológicos que se han producido en las orillas de este lago: "Nuestros orígenes. En busca de lo que nos hace humanos", de Richard Leakey: que ironía de título.

4 comentarios:

  1. Es es una de las pocas películas que es tan estupenda como el libro. John le Carré es una narrador muy comprometido con las tropelías del mundo actual. Ahora que estoy leyendo su última novela, es fascinante, se centra en el Congo, y tiene mucho que denunciar.
    El jardinero fiel es realmente conmovedora, y sus protagonistas no podían ser otros. Estan geniales.

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  2. ¿A qué novela de Le Carré te refieres? Tengo por aquí "El jardinero fiel", así que tomo nota de tu recomendación.
    Un saludo.

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  3. En el cine, estas situaciones mueven a la gente, como si realmente se enteraran recién de tanta expoliación y abuso. Surge la indignación si el film está bien estructurado y remueve al espectador. Así, el cine cumple con un caro cometido: mover conciencias. Sin necesidad de ser didactistas ni panfletarios, allí está lo mejor en materia fílmica.

    Veré este film.
    Grandes salutes, Licantropunk.

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  4. El riesgo es que, acostumbrados a que en el cine nos cuenten historias imaginarias: fábrica de sueños, el público piense que tanta ignominia es fruto del guión. Adormecidos en los telediarios, miramos hacia otra parte.
    Saludos, Rain.

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