Pocos cineastas pueden presumir de tener un sello de autor inconfundible, una estética personal y fácilmente identificable que haya sido confirmada a lo largo de una filmografía sólida e innegociable. Éste sería el caso del director estadounidense Wes Anderson, un nombre que ya es un adjetivo, al adueñarse de un estilo visual único que alcanza todos los aspectos de los fotogramas que genera: desde su reconocible paleta de colores pastel hasta la extenuante minuciosidad artesanal de sus decorados. Para sus guiones suele componer personajes tan atildados en su vestuario como excéntricos en su comportamiento, tan cotidianamente desapasionados como repentinamente intrépidos. Estas características de su mirada y de su escritura se detectan sin problemas al revisar títulos destacados de su trayectoria artística como "Academia Rushmore", "Moonrise Kingdom", "Los Tenenbaums", "El Gran Hotel Budapest" o "Fantastic Mr. Fox". Gran director.
La última película de Anderson se autoproclama como homenaje a la profesión de periodista, en concreto a los reporteros que, a lo largo del siglo XX, instauraron firmas de prestigio en revistas refinadas como "The New Yorker". Para ello, construye una trama episódica alrededor de la corresponsalía francesa de un periódico de Kansas, conformando varias historias o relatos sueltos como los que uno se puede encontrar en cualquier suplemento dominical. Sin embargo, la ubicación de las crónicas en Francia fuerza que el homenaje se realice, en realidad, a la cultura francesa, esa a la que Wes Anderson, como buen norteamericano, delata una admiración indisimulable. El director de Houston, Texas, tampoco puede ocultar su condición de cineasta "de línea clara", convirtiendo Angulema, capital francesa del cómic, en la localización de rodaje de su película, transformándola en la ficticia ciudad de Ennui-sur-Bláse. El cine de Tati, de Truffaut, de Godard, el Mayo del 68, el film noir, las vanguardias artísticas, l'amour fou y hasta la gastronomía gala tienen espacio en "La crónica francesa".
Demasiado parece querer abarcar Wes Anderson en esta cinta, tan abarrotada que acaba por resultar inabarcable: tres (o más) películas en una, disparadas sin pausa y sin piedad hacia el espectador. Un factor novedoso en ésta es el empleo del blanco y negro para algunas partes del metraje, un detalle cromático nunca visto antes en su filmografía (que yo recuerde) y que por inesperada distrae más que apuntala. Decenas de rostros conocidos, muchos de ellos habituales en la historias de Anderson, hacen pensar que se cotiza la posibilidad de salir en sus películas, aunque sea brevemente: mucho talento junto pero en esta ocasión tanto como aparentemente desaprovechado. Sea así que, "La crónica francesa", termina siendo un soufflé tan crecido que llega a reventar, me temo, mon ami.
No hay comentarios:
Publicar un comentario