miércoles, julio 21, 2021
"El agente topo", de Maite Alberdi
domingo, julio 18, 2021
"Nomadland", de Chloé Zhao
lunes, julio 12, 2021
"Operación Camarón", de Carlos Therón
Hace unos días tuvimos ocasión de asistir a una charla sobre la figura de Luis García Berlanga, cineasta del que este año se cumple el centenario de su nacimiento. El acto, moderado por el periodista Jesús Ruíz Mantilla, contaba con la presencia del excelente actor Miguel Rellán y el no menos excelente director de cine Manuel Gutiérrez Aragón. Entre anécdotas o meditaciones o revelaciones de gran enjundia sobre el carácter o el trabajo o la vida del eximio director valenciano, apareció también el tema de la crisis actual del cine español y de cómo la celebración berlanguiana (adjetivo que figura en el diccionario español gracias a la propuesta del académico Gutiérrez Aragón) había despertado el interés del público por revisar obras maestras del pasado en blanco y negro, como lo son "Plácido" o "El verdugo": interés por el pasado, que no por el presente de nuestro cine. La producción cinematográfica española de los últimos años destaca en títulos olvidables, de consumo fácil, sobre todo en comedias banales, veraniegas, como lo eran aquellas españoladas de la época del destape setentero, pero sin destape. El profeta de este rentable y abundante condumio fast food es sin duda Santiago Segura, que, desde unos inicios bien bizarros, se ha pasado al humor blanco del cine para todas las edades: otra cosa no, pero visión comercial no le falta.
En esta racha se inserta la muy publicitada (cualquiera que haya seguido la Eurocopa por televisión se habrá dado cuenta) "Operación Camarón": ubicuidad del título a cargo de la cadena televisiva que participa en la producción. Y ese es uno de los puntos calientes en el apreciable demérito de calidad artística del séptimo arte nacional en los últimos años: rentabilizar el producto a toda costa, apartando sin rubor la menor intención de que las neuronas del espectador activen una mínima sinapsis de su cerebro. Sin embargo "Operación Camarón", a diferencia de muchos otros títulos de los que ni quiero ni puedo acordarme, tiene un pase: reparto de notable vis cómica, con nombres como Julián López o Natalia de Molina (que atesora dos premios Goya), buen ritmo, rodaje solvente (qué bien se le dan a los nuevos directores españoles las escenas de acción), capacidad de intriga, diálogos acertados y, ante todo, duración ajustada a una canónica hora y media de proyección. Nada mal, en fin.
jueves, julio 08, 2021
"Luca", de Enrico Casarosa
jueves, julio 01, 2021
"Expediente Warren: Obligado por el demonio", de Michael Chaves
Si hay un cineasta que haya dominado como ningún otro la taquilla del género de terror durante el siglo XXI, ese ha sido, sin lugar a dudas, el director australiano nacido en Malasia conocido por el nombre de James Wan. Genuino rey Midas del cine actual, pone su firma como director, productor o guionista a sagas de singular éxito en esto del grito y del susto como son "Saw", "Insidious" o "Expediente Warren", ingente cantidad de títulos de costes contenidos y recaudaciones formidables. La incógnita reside en saber si existe un sello de autor y, disponiendo de recetas infalibles para el público, dilucidar cuál es el secreto de su éxito.
Particularmente "Saw", su primer largometraje, estrenado en 2004, me pareció un debut sumamente prometedor, cinta dotada de cierta originalidad en su trama y en su puesta en escena y aguerrida en su desenlace: gore pero sin pasarse. "Saw" y su jigsaw o asesino del puzle era atrevida e icónica, y dio lugar a un gran número de secuelas de las que no he visto ni una: la primera me dejó contento así que para qué más. "Expediente Warren", sin embargo, me ha dejado siempre (de esta saga las he visto todas, incluida esta tercera que da título a la entrada del blog y que está dirigida por Michael Chaves aunque James Wan siga vigilante entre bambalinas) una intensa sensación de déjà vu: esto ya lo he visto. El subgénero de casas encantadas con espíritu maligno recorriendo sus pasillos está muy trillado y salvo aportes sorprendentes como el de la película "The Babadook" de Jennifer Ken, tiene pocas novedades que ofrecer.El ciclo "Expediente Warren" relata las andanzas de dos famosos investigadores de lo paranormal (alcanzaron fama mundial después del celebérrimo caso de Amytiville, otro de los nombres de lustre ligados al cine de terror), Ed y Lorraine Warren (Patrick Wilson y Vera Farmiga), profesionales de esa denostada labor de atrapar duendes: o gamusinos: hazmerreir de escépticos, faro para crédulos. La industria del horror en celuloide se presenta de la mano de Wan como un espectáculo casi para todos los públicos, extirpando la acostumbrada carga sexual del terror para adolescentes (protagonistas beatos y recatados: profunda carga religiosa en el metraje, otro vicio indisimulado del cine hollywoodiense de las últimas décadas) y eludiendo el recurso fácil de abuso en la presentación de sangre y vísceras: casas del terror de las que existen en cualquier parque de atracciones, banalidades posmodernas que justifican el precio de la entrada en una realización cuidadosa que logra que el espectador sea el que deambule por la casa encantada de turno, vigilando, inquieto, los límites del encuadre en busca de la siguiente aparición.
Por otro lado, la tercera entrega, "Expediente Warren: Obligado por el demonio", a la vez que cambia de director modifica un tanto el registro y muestra al matrimonio Warren más intrépido y aventurero visto hasta la fecha, enfrascado en la investigación del caso criminal del homicida Arne Johnson, acusado de asesinar a su casero Alan Bono. Aquel juicio de principios de los ochenta fue el primero de la historia de Estados Unidos en el que la defensa del acusado, asesorada por los Warren y su ansia de notoriedad, alegó la condición de posesión demoníaca para justificar el crimen. El juez rechazó de plano esa argucia fantasiosa del abogado de Johnson, por más que en la película nos quieran convencer, con sobradas escenas de satanismo, exorcismo, encantamiento, maldición, posesión y otras diabluras, de que haberlas haylas. Película basada en una historia verdadera. Y punto.