Kevin Smith strikes back y gana. A mi me ha ganado.
Después de haber abandonado cualquier esperanza con sus películas, me puse a ver esta con todas las precauciones, dispuesto a ver una sucesión de gags excesivos, escatológicos, sin orden ni concierto. Y afortunadamente me equivoqué. Porque los chistes son del mismo tipo, pero mejores, y, sobre todo, hay un orden detrás, un hilo conductor de la historia que le da coherencia. Sobre todo mejora mucho al repetir la pareja protagonista de la primera (Dante y Randal). Los cameos no le hacen ningún favor (Ben Affleck debe ser familia suya) y la parte romántica sigue siendo un poco blandengue. Quede dicho.
Me puedo imaginar que el director daba vueltas en la cama, cada noche, recordando the good old times, cuando hizo "Clerks" y arrasó, y todo era más sencillo. Pobre, desconocido y feliz: esta es la moraleja de esta película.
La treintena suele ser edad de cambios, de tomar decisiones. La edad del pa cuándo. ¿Y vosotros pa cuándo os casáis? ¿Pa cuándo los niños? ¿Y pa cuándo vas a buscarte otro trabajo?
Toda la vida luchando para hacerte un hueco en todas partes: colegio-instituto-universidad-abismo-nada. Consigues que una panda de mindundis como tu, media docena a lo sumo, crean que contigo se lo pasan bien, que merece la pena que compartan su vida contigo, que se ríen de tus gracias estúpidas y tu de las suyas, para que la distancia (cruel) se los lleve. Ay. ¿Qué produce el cambio? ¿La codicia? ¿La innata insatisfacción de la naturaleza humana? Cada generación esta condenada a repetir los errores de la anterior.
Esta película se hace este tipo de preguntas, rodeándolas de mucho cachondeo. Imposible no conectar con ella. Y me he reído, muy raro cuando veo una película americana. Serán mis gracias estúpidas. Las de ellos, claro.
sábado, septiembre 30, 2006
domingo, septiembre 24, 2006
"Brokeback Mountain", de Ang Lee
Trás "Hulk" (no era tan mala) el director taiwanes se adentra en el genero del Western, probablemente con la idea de renovarlo, objetivo que logró con "Tigre y Dragón" y el cine de artes marciales. Aquí también se logra y con holgura: las pelis de vaqueros ya no volverán a ser lo mismo.
Supongo que fue la película de la que más se habló en el año 2005. Sin haberla visto, todos sabíamos más o menos de que iba: los nombres de los protagonistas (Ennis del Mar, vaya nombre para un cowboy), las escenas más escabrosas, algunos hitos de la trama (la del padre de Jack) o incluso el final. Ríos de tinta. Llega el momento de verla y te sucede como en las películas de las que te has leído el libro: o sabes lo que va a pasar a la vuelta de cada esquina o la película no se parece demasiado al original en papel y entonces te sorprende un poco, que es lo que me ha sucedido a mí. En ambos casos suele haber cierta decepción.
Cuando leía las críticas de la película, en la época de su estreno, me imaginaba que aquello iba a tener más tema que en "La mala educación" de Pedro Almodovar (si le dan el guión a éste, la que hubiera preparado). En resumen, una noche tonta de dos pastores borrachos como cubas y muertos de frío en una tienda de campaña perdida en el monte , da lugar a una relación intermitente de veinte años de duración, bastante desangelada, falta de pasión o de dramatismo. Sobre todo se dedica metraje a mostrarnos su vida fuera de dicha relación, existencia apenas perturbada por la supuesta vida depravada de sus protagonistas: se casan, tienen hijos, se divorcian. En fin, no da lugar a mucho escandalo. Probablemente se quiere mostrar lo difícil que puede ser salir del armario en Wyoming, donde a la menor te llenan el cuerpo de brea y plumas. Eso, creo, aquí ya no pasa, ni en el barrio de Chueca ni en ninguna parte: se ha vuelto de lo más normal e incluso regulado por ley. A lo mejor somos demasiado progresistas y no lo sabiamos. Señales positivas.
Al parecer "Brokeback Mountain" no fue elegida mejor película porque los miembros de la academia no se atrevían a dar su voto a tanta sodomía. Quizás es que "Crash" era algo mejor y ya está.
Supongo que fue la película de la que más se habló en el año 2005. Sin haberla visto, todos sabíamos más o menos de que iba: los nombres de los protagonistas (Ennis del Mar, vaya nombre para un cowboy), las escenas más escabrosas, algunos hitos de la trama (la del padre de Jack) o incluso el final. Ríos de tinta. Llega el momento de verla y te sucede como en las películas de las que te has leído el libro: o sabes lo que va a pasar a la vuelta de cada esquina o la película no se parece demasiado al original en papel y entonces te sorprende un poco, que es lo que me ha sucedido a mí. En ambos casos suele haber cierta decepción.
Cuando leía las críticas de la película, en la época de su estreno, me imaginaba que aquello iba a tener más tema que en "La mala educación" de Pedro Almodovar (si le dan el guión a éste, la que hubiera preparado). En resumen, una noche tonta de dos pastores borrachos como cubas y muertos de frío en una tienda de campaña perdida en el monte , da lugar a una relación intermitente de veinte años de duración, bastante desangelada, falta de pasión o de dramatismo. Sobre todo se dedica metraje a mostrarnos su vida fuera de dicha relación, existencia apenas perturbada por la supuesta vida depravada de sus protagonistas: se casan, tienen hijos, se divorcian. En fin, no da lugar a mucho escandalo. Probablemente se quiere mostrar lo difícil que puede ser salir del armario en Wyoming, donde a la menor te llenan el cuerpo de brea y plumas. Eso, creo, aquí ya no pasa, ni en el barrio de Chueca ni en ninguna parte: se ha vuelto de lo más normal e incluso regulado por ley. A lo mejor somos demasiado progresistas y no lo sabiamos. Señales positivas.
Al parecer "Brokeback Mountain" no fue elegida mejor película porque los miembros de la academia no se atrevían a dar su voto a tanta sodomía. Quizás es que "Crash" era algo mejor y ya está.
viernes, septiembre 15, 2006
Novela. "Brooklyn Follies", de Paul Auster
Hace pocos años, al iniciarse las vacaciones de verano, leí una entrevista que le hacían al entonces presidente Sr. Aznar, que como al comienzo de cada ciclo estival, se disponía a pasar unos merecidos días de descanso. El periodista le preguntó si tenía entre su equipaje preparada alguna lectura de verano. 'Voy a leer "El libro de las ilusiones", de Paul Auster', respondió el ilustre mandatario. Me dio un ahogo repentino. Auster en una mesita de noche, entre Pio Moa, Cesar Vidal y los cuentos prologados por Ana Botella. Auster bajo el brazo de los apóstoles de la democracia iraquí, de los profetas del capitalismo sin fronteras, del gurú del atlantismo. Gensanta. Pensé en dicha novela, que ya había leído, y no vi ninguna clave oculta para invertir en bolsa, o señales que condujeran al éxito al estilo de "¿Quién se ha llevado mi queso?". Ni tan siquiera un poco de revisionismo histórico que pudiera sugerir que en el fondo Franco era un pedazo de pan que descendió o ascendió, según se mire, para salvarnos. ¿Por qué Aznar y yo leíamos a Auster?
Para colmo, este año van y le dan el premio "Príncipe de Asturias". ¿También será monárquico? ¿O simplemente será un escritor de masas? No sería sorprendente, dada la calidad que emerge de sus textos, pero lo veo un poco lejos del Best Seller. Cuando un escritor que has atesorado durante años se vuelve demasiado popular, piensas que corre el riesgo de que le pase lo que a Benedetti, transformado en poeta oficial de la BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones: últimamente no hay ceremonia cutre familiar que no incluya un 'Si te quiero es porque sos..." o algún otro ripio del repertorio: pobre Mario, volver del exilio para esto).
Asi que, desde este punto de vista, a mi entender "Brooklyn Follies" resulta ser una declaración política. Mediada la novela (unas cuantas casualidades, personajes que atraviesan crisis de identidad: se explica mucho mejor en arte y literatura) se desarrolla una conversación entre Tom y Honey de tono bastante crítico con el gobierno republicano del Sr. Bush. Sin embargo, será la crítica rotunda de las sectas de cristianos renacidos que triunfan en Estados Unidos, lo que para mí constituye el centro de la novela. La descripción de la escena del reverendo Bob y su hueso sagrado o del secuestro de Rory por el acólito David Minor, es rotunda y visceral y deja al descubierto el odio que el autor parece tener por el integrismo religioso que rige la vida de gran número de norteamericanos. La basura del creacionismo, que se enseña en las escuelas de Kansas bajo la etiqueta de diseño inteligente, impulsada por la derecha religiosa más recalcitrante y oscurantista (ha surgido una reacción en Internet: el culto al Flying Spaghetti Monster: es muy fácil rebatir lo que no tiene ningún fundamento), supone un intento claro de sumir al pueblo en la ignorancia. Nos toman por tontos: seguro que lo somos si lo consentimos.
En fin, que si alguien tenía alguna duda (yo no la tenía, era una forma de introducir el tema), Auster lo ha dejado bien claro.
Hace muchos años, en una feria del libro, vi uno de pastas amarillas que se llamaba "La trilogía de Nueva York". Juro que lo compré por el título. Nunca me arrepentí.
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