sábado, mayo 20, 2006
"El reino de los cielos", de Ridley Scott
Los hechos históricos acontecidos durante la conquista de Jerusalén por el sultán Saladino, son el telón de fondo para esta película de espíritu caballeresco y cruzado, pues es eso en el fondo lo que se quiere contar: más vale honra sin barcos que barcos sin honra, el honor es patrimonio del alma, etc, etc. Libertad duradera. Eso es lo que falla en una película que sin embargo recrea fielmente lo que las crónicas cuentan de aquellos sucesos. El único personaje falso es el tal Valiant (el príncipe Valiente), todos los demás nobles son personajes históricos. Para entender realmente el qué y el por qué, se pueden leer los muy recomendables "El viaje prodigioso: 900 años de la primera cruzada", de Manu Leguineche o "Las cruzadas vistas por los árabes" de Amín Maalouf. Excelentes ambos, muy entretenidos, y muy próximos en el sentido de lo que cuentan. A fin de cuentas, las cruzadas las formaban legiones de desharrapados, que huían de la peste y el hambre que causaban estragos en la Europa medieval, y que tenían pocos escrúpulos a la hora de matar y saquear. "Dios lo quiere", les decía el Papa de Roma. Los templarios y otras ordenes militares-religiosas formaban la elite de este ejército. De los templarios mejor no hablar, bastante leyenda negra tienen encima. Aquí también son los malos.
Ridley Scott ha dirigido lo mejor de lo mejor: "Alien", "Blade Runner" (de rodillas todo el mundo). A mi parecer "El reino de los cielos" junto a "Black Hawk derribado" y "Gladiator", forma una trilogía bélica: hacer la guerra con mil años de diferencia. Y las tres estan muy bien resueltas. "Black Hawk derribado" es la más complicada pero es técnicamente perfecta. En las otras dos, para filmar el Coliseo o las murallas de Jerusalen se emplean series de bytes, y aparecen enormes ejércitos digitales que se lanzan fuego griego virtual, pero en "Black Hawk" se lucha casi cuerpo a cuerpo durante toda la película y el realismo conseguido es total. Los humbees circulando por las calles de Mogadiscio, siendo ametrallados por todos lados. Los rangers aislados con las balas silbando sobre sus cabezas. O recibiéndolas. ¡Uh ah!
Bueno, quizás es la que más me gusta por la paliza que les dieron en Somalia.
lunes, mayo 15, 2006
Historia. "Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie", de Juan Eslava Galán
A mi sí me ha gustado. Mucho. Este libro, junto a "Historia de España contada para escépticos" del mismo autor, deberían ser de lectura obligatoria. Es una lectura ágil, amena, al alcance de cualquier lector, nada farragosa en fechas o descripciones de batallas, pero no carente de rigor o exactitud. Y, sobre todo, con mucho sentido del humor y fina ironía, aún tratándose de un asunto tan dramático. Creo que es marca de la casa, en un autor muy recomendable en cualquiera de sus ensayos históricos (de sus novelas, la mejor "En busca del unicornio". "Señorita" es lo que menos me gustó).
El título del libro se refiere a que en el se reparten palos y condenas a los actos de ambos contendientes: en todos los ejércitos hay criminales: de eso se trata. Sin embargo el balance final, como no puede ser de otro modo, exonera bastante al bando republicano, pues la historia se podrá revisar, reescribir u ocultar, y nada es blanco o negro, pero hay hechos irrefutables. Badajoz, Paracuellos. Yagüe, Lister. Los paseos, las checas. Las matanzas de curas. Se redime Unamuno, pero Millán Astray, pero Queipo de Llano. Pero Guernica. Pero 40 años de franquismo y represalias. Las tiranías y las dictaduras siempre apoyadas por las mayorías.
Simplemente, hay que leerlo. Da una visión de conjunto muy valiosa del ámbito en el que se produjo el conflicto. A ratos, emocionante. En algunos (Guadalajara, Teruel, batalla del Ebro) incluso me pareció que iba a cambiar el signo de la guerra, que iba a cambiar la historia. Pero, otra vez, hay hechos irrefutables.
Muchas anecdotas contadas por los protagonistas, reflejos de la idiosincrasia hispana más rancia y tópica: la tortilla de patatas sin patatas, el cuplé, el racionamiento. Acemileros y pacos. Coñac de garrafa y alpargatas. Pasajes costumbristas en puro sepia.
Ah, y al fin algo refutable: la foto de Capa, la muerte del miliciano, resulta que es falsa.
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