martes, noviembre 17, 2020

"La muerte de Stalin", de Armando Ianucci

Beria, Kruschev y Molotov. Malenkov, Breznev y Zukov. Y por supuesto Stalin. La Historia del siglo XX ha estado protagonizada en gran medida por un conjunto de apellidos soviéticos que han quedado anclados en el trasfondo de la cultura popular (siempre que una nueva reforma educativa no se lleve por delante lo poco que queda en mencionado trasfondo). Así que verlos exponiendo sus miserias personales en una comedia negra, muy negra, nigérrima tal vez, originan una película estupenda. La caricatura (el tirillas Steve Buscemi, con su acento neoyorquino, dando vida al enérgico -zapatazos en la sede la ONU incluidos- Nikita Kruschev) se desentiende de la exactitud del suceso histórico pero no coloca un velo encima de las atrocidades cometidas durante dos décadas de estalinismo, sino que las desnuda y las muestra despojadas del menor sentido común, reducidas a lo que fueron, un ejercicio vacuo e inmisericorde de paranoia asesina. El comunismo bolchevique instaurado por Lenin sustituyó al zar por el estado, un cambio de figuras que no aportó a la vez una mejora en las condiciones sociales y económicas de los millones de habitantes que, a duras penas, intentaban sobrevivir a la incompetencia de sus gobernantes. Parafraseando a Theodor Adorno, hacer comedía después de Stalin sería un acto de barbarie, pero no hay que descartar el intento de realizar a la vez un pequeño ejercicio de memoria, un remedo de esperpento valleinclanesco en el que la sonrisa sea buen pretexto para fijar mejor los conceptos.



miércoles, septiembre 23, 2020

"Postales desde el filo", de Mike Nichols

En 1987 la actriz Carrie Fisher publica la novela "Postales desde el filo", un relato íntimo, basado en sus propias vivencias, en el que la protagonista, Suzanne, cuenta cómo intenta rehacer su vida después de que sus experiencias con las drogas la llevaran al borde de la muerte. El libro presenta una mezcla de géneros, de la narrativa en tercera persona al formato de diario personal, pasando por un prólogo de carácter epistolar que es el que propociona el título al drama literario y, de paso, a la película, aunque en ésta encaja fatal: demasiado abrupto ese "Postcards from the edge" para un filme que más parece una comedia romántica que el desencajado testimonio del infierno cotidiano de la adicción a las drogas.

La película prefiere darle protagonismo a la relación entre Suzanne y Doris, o, fotogramas leídos entre líneas, entre Carrie Fisher y su famosa madre, la también actriz Debbie Reynolds. Debbie Reynolds cuenta en su filmografía con el hito eterno de haber compartido cartel con Gene Kelly en "Cantando bajo la lluvia" de Stanley Donen y estuvo casada durante breves años con uno de los cantantes de mayor éxito de los años cincuenta, Eddie Fisher: esas rutilantes estrellas que se aproximan sin remedio como si Newton fuera un casamentero. De ese corto, pero archiconocido, matrimonio, nacieron Carrie y su hermano Todd. Eddie abandonó a Debbie para engrosar la lista de maridos de Elizabeth Taylor y Debbie se casó más veces: otra lista de fracasos. Así que todos los tópicos imaginables de cómo se crían los hijos de las grandes estrellas serían de aplicación en el caso de Carrie Fisher, imaginable sino fuera porque la indómita princesa Leia Organa tuvo a bien contar su vida de todas las formas posibles y dejar poco margen para la imaginación del público, incluyendo en sus confesiones el fantástico monólogo teatral llamado "Wishful drinking": los estadounidenses son los genios del marketing y venderse a uno mismo, si se da la ocasión, no admite ningún tipo de pudor, aunque sea para comerciar con sus miserias personales.

 Mike Nichols prepara unas madre e hija "de película", nada menos que Shirley MacLaine y Meryl Streep frente a frente, dando rostro a un conflicto materno-filial que trasciende el ámbito hogareño para adentrarse en los retorcidos senderos de odio de los celos profesionales, pero todo contado de forma lígera, sin ensañamientos, sin llantinas inconsolables, redondeando el reparto con otros grandes nombres de la época como Dennis Quaid, Gene Hackman, Richard Dreyfuss o Annette Bening: show must go on: más que un drama, una fiesta, un casting permanente, donde el broche lo pone Meryl Streep cantando a pleno pulmón con la salud innegable de sus espléndidos pómulos sonrosados de ascendencia centroeuropea: la belleza insólita del rehab hollywoodiense. Carrie Fisher falleció repentinamente el 27 de diciembre de 2016. Debbie Reynolds lo hizo un día después.

sábado, agosto 15, 2020

"La huida", de Sam Peckinpah

La extraordinaria química actoral que demuestran Steve McQueen como Doc y Ali MacGraw como Carol en esta cinta, trascendió el celuloide y dio lugar a un sonado romance extradiagético, una bomba rosa para el papel cuché de la época, en la que el público suspiraba inerme frente al glamour y el erotismo que de manera innegable desprendía la pareja. Ella se divorció del famoso productor Robert Evans y él de la bailarina filipina Neile Adams. Tanto Evans como Adams habían sido un sólido e influyente impulso para la carrera cinematográfica de sus respectivos cónyuges, pero nada de eso importa cuando llega el momento de la huida.
Con el inconfundible sello de autor de Sam Peckinpah se perfila poderosa esta clásica historia de ladrones de bancos, basada en la novela del aún más clásico y poderoso escritor Jim Thompson, y, ante todo, en aquellas tramas canónicas de parejas criminales lanzadas a una fuga desesperada: la odisea habitual de cruzar la frontera mexicana y alcanzar la arcadia feliz para cualquier delincuente que posea una maleta llena de fajos de dólares. Road movie criminal, por tanto, llena de situaciones de escapada imposible, cercos policiales interminables y emboscadas de colegas de profesión ávidos por quedarse con el botín, parte del mismo formado por la propia Carol.
Mac&Mc, MacGraw y McQueen, surgiendo airosos de cualquier callejón sin salida en el que se metan, sin perder ni un ápice de elegancia natural a pesar de que su última aventura les haya llevado a esconderse en un camión de basura: la carga de adrenalina del guion de Walter Hill, tan sensual como peligrosa, no abandona la cinta en ningún instante y conforma una película de culto que desmiente a Kavafis: no siempre lo mejor está en el viaje: Ítaca espera al sur del río Grande y la felicidad bien puede encontrarse en el descanso del alma.