martes, febrero 27, 2007

"Juego sucio (Infernal affairs)", de Wai Keung Lau y Siu Fai Mak

Infiltrados orientales. Esta película hongkonesa del año 2002 ha saltado a la fama a raíz de ser la inspiración de Martín Scorsese para la premiadísima "Infiltrados". Inspiración se queda corto: son la misma maldita película. Bueno, no, en realidad es la misma trama: la dirección, el montaje, la banda sonora, los actores (claro) , todo eso ha cambiado. En la historia la única diferencia relevante es que no hay triángulo amoroso alrededor del personaje de la psiquiatra y otra que no contaré para no desvelar el final. Y nada más, pequeños detalles del guión. La muerte del superintendente, la mano escayolada, el encuentro en el cine, las llamadas de móvil, el ascensor del final: todo igual.
Busco en imdb los créditos de "Infiltrados". En el apartado de guionistas aparecen William Monahan, Siu Fai Mak y Felix Chong. Estos dos últimos son los mismos de "Infernal Affairs" y supongo que figuran en la lista porque les comprarían los derechos para hacer "Infiltrados". Eso lo explica todo. O casi. ¿Cómo es posible que William Monahan haya sido premiado con el Oscar al mejor guión adaptado? En todo caso será el mejor guión copiado.

lunes, febrero 26, 2007

"Cartas desde Iwo Jima", de Clint Eastwood

Se dice que para el soldado japonés era peor el deshonor de ser hecho prisionero o de rendirse al enemigo que la propia muerte, y por tanto el suicidio era la alternativa preferida cuando no quedaba ninguna opción salvo la derrota. En la época de la Segunda Guerra Mundial la religión oficial del estado japones era el sintoísmo, con un rígido código de valores, y el centro del culto lo conformaba la figura del emperador. Se exaltaba el honor, el valor, el sacrificio personal y se despreciaba la muerte, puerta que se debía cruzar para unirse a los ancestros: más o menos como en cualquier religión. En Iwo Jima murieron casi todos los defensores japoneses, no sin antes causar un elevado número de bajas en el ejercito estadounidense. Ahí reside la justificación de lanzar las bombas atómicas sobre Hirosima y Nagasaki: el coste de someter al imperio japonés, isla a isla, pueblo a pueblo, iba a ser demasiado elevado en tiempo y vidas: mejor matar cientos de miles de golpe y que todos los muetos fueran japoneses.
La película plantea que el fanatismo suicida del ejercito nipón residía sobre todo en algunos mandos, más cercanos a valores patrióticos que el pobre panadero obligado a cargar con un fusil. También se habla del desconocimiento del otro bando, la propaganda que lleva al odio ciego: los soldados rasos, de cualquier nación, tienen más similitudes que diferencias.
El ejercicio llevado a cabo por el director de contemplar una batalla desde los dos frentes ha producido dos excelentes películas, muy distintas en su forma. Mientras que esta última se adentra más en la psicología de los personajes y el desarrollo de la batalla, la otra me pareció más fría en sus actuaciones (ya tiene su propia entrada en este blog) y se centra más en la manipulación informativa que se produce alrededor de cualquier guerra.
No creo que Eastwood triunfe esta noche (se entregan los premios Oscar) pero ni puñetera falta que le hace: película en versión original en japonés, que parece hecha en blanco y negro, o mejor solo en negro, de tan poca luz que se ha utilizado: la película que le apetece y encima le nominan. Que se lo den a Scorsese que no tiene ninguno. Pero no el de mejor película. Ese, a "Babel".

domingo, febrero 18, 2007

"Babel", de Alejandro González Iñárritu

Una bala disparada en medio del desierto, atraviesa cuatro vidas: la de la víctima, una mujer perdida en un matrimonio agonizante para el que el tiro de gracia, ironías, resulta salvador; la de sus hijos, Hansel y Gretel perdidos entre dos mundos, cuidados por una Eva que será expulsada del paraíso (artificial) por su negligencia; el asesino, un niño cainita que recibirá el peor castigo, pues el tiro que desencadena la tragedia se convertirá en la quijada bíblica; y la cuarta historia, la del dueño del arma, una conexión un tanto forzada. Y sin embargo está última historia me ha parecido la más interesante, la más potente y la que seguro hace honor al título de la película: la Babilonia moderna puede ser cualquier capital del mundo y se explica mejor desde la perspectiva de una persona que no puede oír ni hablar: confusión en un océano de señales, de mensajes.
El año pasado gano "Crash", una película con una estructura muy parecida. A diferencia de esta, el tono de "Babel" es más pesimista, más real visceralista (tomo prestado el calificativo de Roberto Bolaño: estoy leyendo "Los detectives salvajes"). Si gana, será la consagración de un genero.

domingo, febrero 11, 2007

"Azuloscurocasinegro", de Daniel Sánchez Arévalo

El título es la descripción de un color: el color del traje que se suele utilizar para ir a una entrevista de trabajo (si el dios-entrevistador-plenipotenciario lo cree oportuno, obtendrás el trabajo; si encima tienes suerte, no tendrás que volver a ponerte ese traje en la vida). Para el protagonista de la película comprarse ese traje es un sueño inalcanzable. Será el disfraz infalible, cual capa de Supermán, que impedirá que descubran su identidad secreta: portero de una comunidad de vecinos que cuida de un padre enfermo que requiere atención constante y, para colmo, el portero tiene un hermano en la cárcel. Huir del origen humilde, ese pesado lastre para nuestros sueños de grandeza.
No creo en los procesos de selección. Es imposible saber qué persona va a estar mejor capacitada para un cargo por su aspecto, su currículum, unos formularios y cinco minutos de entrevista: suele ser un juicio para intentar descubrir todas las mentiras que cuenta el candidato y justificar una decisión tomada de antemano. Mi mayor defecto es que soy muy testarudo y cuando empiezo algo no paro hasta terminarlo. No, no tengo novia, para mí lo más importante es mi carrera. Me encanta el trabajo, puedo quedarme después del horario el tiempo que haga falta. Sin cobrar, claro. Cinco años vestido como Kurt Cobain y ahora quieres parecer Donald Trump. En la universidad no te han preparado para eso.
Divertida, entretenida, cinta que se puede encuadrar en el genero de la comedia madrileña. Se mueve entre el enredo, el desamor, los problemas familiares, con un tono humorístico que a ratos puede parecer excesivamente simplón (gracietas sobre el sexo, la homosexualidad, manidos tópicos del cine español que quizás sean señas de identidad caducadas pero que habrá que pensar que se siguen consumiendo sin reparo) y que sin embargo funciona muy bien para elaborar el sabor agridulce de la película. Director debutante digno continuador de las obras de Trueba o Colomo. Sin embargo a mí me ha recordado al "Verano de Kikujiro" de Kitano, y probablemente se deba al el uso insistente de la banda sonora como pequeños estribillos optimistas: Joe Hisaishi paseando por la Gran Vía.
Aire fresco entre tanta guerra de clanes (Alatriste vs Volver: el cine español no solo es débil en economía y en ideas, sino que acostumbra a enfangarse en reyertas estúpidas). Tres Goyas de gran merecimiento: el de mejor director novel y sendos premios a los actores Antonio de la Torre y Quim Gutiérrez. Han superado el proceso de selección. Ya pueden quitarse el traje. Enhorabuena.

viernes, febrero 09, 2007

"El ilusionista", de Neil Burger

Folletín decimonónico. Mezcla extraña de "Sissi emperatriz" y "El show de David Copperfield". El mago de origen humilde se enamora de la duquesita desgraciada que debe casarse con el príncipe despótico y cruel. Aburre por previsible: total falta de intensidad. Y eso que cuenta con buenos actores como Edward Norton y el gran Paul Giamatti y una buena ambientación histórica, pero con ese guión no hay mucho más que se pueda hacer.
Cuento romántico para un público infantil.

domingo, febrero 04, 2007

"Volver", de Pedro Almodovar

Tres generaciones de mujeres, cadena de desdichas, marcadas por el adulterio, el incesto y el crimen. Por la locura que trae el viento, deus ex machina que nubla el entendimiento, altera los sentidos y mengua las voluntades: hoy hace un viento criminal. Los fantasmas de los antepasados, cuentos de aparecidos, recuerdan el ineludible destino que aguarda a los portadores de la sangre maldita. La historia condenada a repetirse, insoportable retorno, la carga más pesada.
Tragedia griega apenas mitigada por unos retazos de humor negro, marca de la casa, como tantos otros detalles. Al empezar a verla me pareció que estaba ambientada en los años setenta, impresión rota por la aparición de un teléfono móvil, porque todo recuerda a otra época: el papel pintado (otra película con el dichoso papel: cada vez que visito un pueblo busco estancias que lo tengan: imposible), coches con matrícula de la F (aún se ven), las peluqueras que atienden en casa, la limpieza de las sepulturas el día de Todos los Santos (certifico que esa costumbre perdura) y sobre todo Penélope Cruz disfrazada de matrona italiana de posguerra (en la película sale una escena de una película antigua italiana, donde actúa, creo, la actriz Anna Magnani: el homenaje debe ser más que casual).
Película de actuaciones femeninas, completamente de autor. No es de las que más me ha gustado, pero puede ser que pase a la historia del cine español. Todo depende de Oscar.

jueves, febrero 01, 2007

"Campamento Jesús", de Heidi Ewing y Rachel Grady

Cine de terror. Miedo, mucho miedo produce la visualización de este documental, que debe ser mentira, debe ser una ficción: tiene que serlo. Lo vi cuando se estreno y ahora he vuelto a verlo. Sí, era para tanto.
Niños sufriendo amargamente. Esa frase tan corta define el horror, el padecimiento tan gratuito al que se somete a estos pequeños arrasados en lágrimas porque se les ha cargado sobre sus hombros la responsabilidad de todos los males del mundo. Se les ha llenado la cabeza de estupideces sin fundamento con el único motivo de no dejar espacio a ningún pensamiento coherente. Lavado de cerebro. Crear soldados sin voluntad, capaces de sacrificarse por la causa: en el fondo tienen envidia de los terroristas suicidas que dicen combatir, de su fanatismo y de su entrega. Ejercito de votantes.
Sus maestros se burlan de la ciencia y a la vez se les enseña que los recursos naturales están para esquilmarlos sin contemplaciones (y para acabar con los incendios nada mejor que talar todos los bosques, Bush dixit). Pequeños cuerpos que se arrastran por el suelo frente a una imagen recortada del presidente de Estados Unidos, mesías del cristianismo renacido, señor de las moscas. Y donde Bush es dios, Darwin es un farsante, Harry Potter es Satanás y los demócratas sus acólitos. Y aunque parezca una broma, hay que tomárselos muy en serio.

domingo, enero 21, 2007

"Banderas de nuestros padres", de Clint Eastwood

Color ceniza que lo baña todo, barro de sangre que atasca los tanques, regando un terreno yermo, rocoso, desolado.
Iwo Jima es una pequeña isla situada al sur de Japón. En ella, la gente se ganaba la vida refinando azufre (su nombre significa eso, isla de azufre). Isla maldita. Su interés militar residía en que era muy plana y constituía una excelente base de despegue para que la aviación atacara el cercano Japón. Así, en febrero de 1945 100.000 soldados norteamericanos desembarcan en ella y se enfrentan a 21.000 japones acantonados en bunkers, trincheras y una enorme red de túneles. Ni un paso atrás. La batalla, la matanza más cruenta del frente del Pacífico, no cesó hasta finales de marzo. 25.000 muertos, pero de ellos 18.000 eran japoneses: antes morir que rendirse. Y la famosa foto de Rosenthal se hizo el 23 de febrero después de la toma del monte Suribachi, el único accidente geográfico destacable de la isla, situado en su extremo occidental, y desde el cual la artillería nipona machacaba a las fuerzas aliadas. Todavía quedaba mucha batalla: la mitad de los que salen en la foto, murieron en los días siguientes.
La guerra es muy cara, que se lo digan a Bush. La foto se reproduce en 3.500 millones de carteles que se cuelgan por todo Estados Unidos: se pretende que los patriotas se rasquen el bolsillo: hay que matar muchos más japoneses, hay que rendirlos sin condiciones: hay que lanzar un par de bombas carísimas.
La película tiene tres vertientes que se entremezclan: la batalla en la isla, la campaña para recaudar fondos y la época actual que cuenta la recogida de testimonios de James Bradley, escritor de la novela en que se basa la película e hijo de uno de los supervivientes de la foto (tengo el libro empezado pero es un poco malo, al menos las primeras 70 páginas).
La parte de la batalla se recrea minuciosamente: solo hay que ver las fotos reales que acompañan a los títulos de credito. Supongo que para Spielberg, coproductor, no era problema después del extraordinario desembarco que logró reconstruir en "Salvar al soldado Ryan". La manipulación histórica y la falsa propaganda de guerra también quedan suficientemente denunciadas así como el racismo contra el soldado índio. Si hubiera que encontrar algún fallo, a mi no me han gustado los actores: me parecen demasiado fríos como si observaran los hechos en vez de producirlos. Van a la guerra como el que va de excursión. También se abusa del flashback: en algunos momentos no viene a cuento y rompe la trama injustificadamente. Pero, no equivocarse, es una gran película que me ha gustado muchísimo, digna de figurar entre las obras cumbre del cine bélico moderno.
Finaliza despacio, con los personajes asumiendo su destino como sucedía en "Million dollar baby": el final me la ha recordado inténsamente. No fueron heroes extraordinarios, simplemente eran unos tipos corrientes a los que les asustaban los focos y las multitudes. Tan simple como eso.

La foto de arriba es la de la primera bandera, no tan famosa como la de la segunda.

domingo, enero 14, 2007

"Rocky", de John G. Avildsen

Se acaba de estrenar "Rocky Balboa", sexta parte de una serie que se inició hace treinta años. Sin menosprecio de ella, que aún no he visto, he vuelto a ver la primera del año 1976, que supongo no será superada por la última. No en vano obtuvo el Oscar a la mejor película del aquel año: ni más ni menos que contra "Taxi driver" o "Todos los hombres del presidente": Rocky no solo vencía en el ring.
La película trata el tema del héroe de la clase trabajadora, el ídolo popular que surge del arroyo y que, trabajando duro y aprovechando sus oportunidades, obtiene fama y riqueza. "Million dollar baby" también fue mejor película contando lo mismo, solo que el final no era tan feliz. La parte melodramática de la cinta se completa con la historia de amor del matón cobrador de morosos y la dependienta de la tienda de mascotas, interpretada por Talia Shire (nombre artístico de Talia Coppola: sí, la hermana de Francis Ford), cuyo nombre origina una de las frases más famosas de la historia del cine: el grito ¡Adrian! al final del combate. Paradojicamente esa parte, que retrata la vida de las clases sociales bajas de aquel momento, ha resistido mejor el tiempo que la parte puramente pugilística, que ahora resulta caricaturesca cuando en su momento debió ser épica (la mejor película de boxeo y quizá la mejor película de los 80, es "Toro salvaje": punto).
Aquellos fueron años dorados para el boxeo: Muhammad Ali, George Foreman, Sonny Linston, Joe Frazier (Sly escribió el guión en tres días, después de ver un combate entre Ali y un peso pesado blanco llamado Chuck Wepner: acabo de ver ese combate en YouTube: Internet es una inagotable fuente de información). El boxeo profesional es una actividad brutal que tiene su toque romántico, desesperado, abrirse camino a golpes, hasta la extenuación. No creo que se le pueda llamar deporte, simplemente es otra cosa. Boxeadores, toreros: más cornadas da el hambre.
Stallone convirtió su personaje en un referente popular, una franquicia que debió reportarle pingües beneficios, lo mismo que Rambo el héroe de la era Reagan, pero que determinó una carrera demasiado condicionada por el físico del actor (tonto no será si fue capaz de escribir el guión de "Rocky", también nominado al Oscar al igual que su papel protagonista: tiene un punto artístico que no se percibe en Arnold Schwarzenegger: la vena republicana, en cambio, es patente en ambos). Ahora, con sesenta años, se llena la cara de botox y resucita al púgil para su último combate. Y para redondear su plan de pensiones. No, tonto no será.

miércoles, enero 10, 2007

"The Queen", de Stephen Frears

La semana siguiente a la muerte en accidente de tráfico de Diana Spencer, ex-aspirante al puesto de reina de Inglaterra, proporciona el marco temporal a este retrato desmitificador de la monarquía inglesa. O de cualquier monarquía. Se muestra a la familia Windsor como a un puñado de privilegiados que viven apartados del pueblo al que supuestamente sirven. Tacaños, apolillados, rígidos y disciplinados, obsesionados con el protocolo, con la vida en el campo, con la caza (¿qué les pasa a los reyes y a las escopetas?). Diana, en cambio, era la princesa de la prensa rosa, de las peluqueras y los culebrones, popular y querida hasta el paroxismo: la pobre esposa embaucada, engañada: la débil plebeya. Al final, seguro que no era para tanto, pero quedaba muy tierna en las fotos.
La reina tiene que descender entre el resto de los mortales para salvar la credibilidad de la institución que representa, mermada por la frialdad demostrada ante el fallecimiento de su antigua nuera. Tiene que demostrar que sabe verter lágrimas de cocodrilo, como cualquier otra ancianita.
La película muestra ese proceso de humillación personal pero, sin embargo, no me parece que ese sea el aspecto más interesante, por obvio. Hay otro que sí lo es, mucho más patético: ver a Tony Blair transformarse, pasar de líder revolucionario de la izquierda moderna a primer ministro reaccionario y babeante, obnubilado por la presencia del poder antiguo, caduco y antidemocrático. Me da la impresión de que también se quiere contar eso. O sobre todo.

miércoles, diciembre 27, 2006

"Fuego en la nieve", de William A. Wellman

Hazañas bélicas. En diciembre de 1944 la mítica 101 División Aerotransportada norteamericana se vio rodeada por las tropas alemanas en la ciudad belga de Bastogne. Hitler contraatacó en el norte de las Ardenas cuando ya nadie creía que fuera posible y el resultado fue la mayor batalla del frente europeo occidental durante la Segunda Guerra Mundial. Los soldados americanos aguantaron durante dos semanas el intenso ataque alemán en un paisaje cubierto de nieve, resguardados en sus pozos de tirador, esperando la llegada del Tercer Ejercito del general Patton.
La película es del año 1949 y está muy bien realizada para la época. El blanco y negro y la inclusión de imagenes reales, documentales, del campo de batalla, le aportan realismo a los nevados decorados hollywoodienses. La camaradería en el frente, el mito erótico de las mademoiselles francesas, los bajas heroicas, las raciones K. Música swing y cartas Dear John. La cinta tiene esa pátina de optimismo e inocencia del país victorioso, paladín de la justicia mundial, que aún no ha profundizado en la guerra fría ni ha tomado conciencia del horror del armamento nuclear: están a punto de llegar los felices años cincuenta y el dulce sueño americano previo a la guerra de Vietnam.
La aproximación más realista que he encontrado de ese trozo de historia, consiste en aproximarse a la obra "Hermanos de Sangre" de Stephen E. Ambrose, tanto la novela como la excelente serie de televisión, donde se cuenta la vida en el frente de una compañía paracaidista, la compañía E, desde su reclutamiento hasta el fin de la guerra, resuelta verazmente mediante la compilación de testimonios de los supervivientes. El día D, la operación Market Garden, Bastogne, El asalto al Nido del Águila.
Y otra opción muy recomendable para acercarse a la vida del soldado aliado es, sin complejos, echar una partida a los excelentes juegos de ordenador "Medal of Honour" o "Call of Duty". Agacharás la cabeza.

domingo, diciembre 17, 2006

"El sueño de Arizona", de Emir Kusturica

Mientras que Yugoslavia ardía en el conflicto bélico europeo más sangriento desde la Segunda Guerra Mundial, el director bosnio Emir Kusturica se iba a hacer las américas. Allí rodaría está película rodeado de un elenco de grandes estrellas: Johnny Deep, Jerry Lewis, Faye Dunaway, Lily Taylor, Vincent Gallo. Todos ellos cogen muy bien el tono kusturicense, surrealista y onírico, llevado al extremo en está película quizás la más fantasiosa de toda su obra. Hay guiños a clásicos, probables homenajes al mejor cine: "Toro Salvaje", "El Padrino", "Con la muerte en los talones", la propia "Bonnie & Clyde". Salen animales, bodas, músicos (banda sonora de Goran Bregovic, pero mariachis en vez de fanfarrias de trompetistas). Símbolos que se repiten una y otra vez.
Supongo que cuando un autor tiene un sello tan personal, tan prestigioso y tan premiado, los actores están locos por trabajar con el. ¿Qué pasaría si Almodovar, niño mimado de la crítica neoyorquina, se decidiera a saltar el charco? ¿Tendría problemas de casting o habría bofetadas por aparecer en los créditos? ¿Qué actores serian adecuados para una versión americana de "Hable con ella"? Seguro que Johnny Deep estaría en la lista. Y en cualquier lista.

domingo, diciembre 10, 2006

"King Kong", de Peter Jackson

Después de la monumental, épica y extraordinaria versión de la trilogía de Tolkien, merecedora de cualquier elogio imaginable, el director Peter Jackson abordó el proyecto de realizar un remake personal del clásico "King Kong" de 1933: "El Señor de los Anillos" había recaudado suficiente pasta como para permitirle hacer cualquier cosa que se le pasara por la mente. Ya había otra versión de 1976, con Jeff Bridges y Jessica Lange, pareja que tenía un punto más salvaje o indómito que la formada por Adrian Brody y Naomi Watts en esta versión de 2005.
La película tiene un arranque potente, con una eficaz recreación del Nueva York de los años treinta. También impresiona la llegada a la isla de la Calavera, con una tribu indígena que me ha recordado a los Uruk-Hai de Saruman, llenos de salvajismo primitivo. Pero en cuanto aparece el gran gorila, la película se convierte en un largo bostezo de dos horas. Las escenas de lucha con dinosaurios quizá hayan funcionado en la pantalla de cine, pero en 19 pulgadas resultan demasiado aparatosas e increíbles, sobre todo cuando aparecen los actores correteando entre bestias de varias toneladas (Naomi Watts sobrevive a caídas tremendas y meneos brutales sin el menor rasguño). Kong acaba convertido en un dibujo animado infantiloide, con miraditas, mohines y posturas que pretenden dotarle de intensas emociones y la presunta relación sentimental entre la bella y la bestia es de auténtica carcajada: no conmovería ni a un niño de tres años.
¿No iban a hacer una versión de "El Hobbit"?

sábado, noviembre 25, 2006

"Fahrenheit 451", de François Truffaut

Hombres libro. En tiempos pretéritos a la invención de la escritura (y sobre todo a la de la imprenta: las tablillas de escritura cuneiforme eran de lectura farragosa), la única vía posible de transmisión del conocimiento era sentarse a escuchar atentamente las palabras de los mayores. Sus historias, sus experiencias y, a su vez, las que sus padres les habían contado a ellos. En la tercera parte de "Mad Max", los niños perdidos aprendían el cuento de sus orígenes, su génesis particular, y estaban obligados a memorizarlo y enseñarselo a su descendencia. Una generación que no aprende y que no enseña, es una generación perdida, una catástrofe. Una generación sin memoria, esta condenada a repetir los errores de la generación anterior. A veces la cadena se rompe para siempre: libros perdidos que se vuelven legendarios, que quizás no existieron nunca, libros destruidos, quemados (sí, como en "El nombre de la Rosa": el venerable Jorge de Burgos, alter ego de Borges, envenenando libros que hacían reír).
"Fahrenheit 451" esta basada en la celebérrima novela de Ray Bradbury, claro. La película ya tiene cuarenta años y, excepto por unos efectos especiales bastante ingenuos, no ha perdido ni un ápice de interés: es un tema actual, la mediatización del individuo sometido a un incesante chaparrón de imágenes, de mensajes fútiles destinados a aletargar sus sentidos o, todo lo contrario, inducirle a actuar compulsivamente, sin pensarlo demasiado. Pan y toros.
La búsqueda pura y simple del conocimiento esta minusvalorada si no hay un beneficio económico de por medio. Hasta la universidad, último bastión de la sabiduría perezosa, se transforma en una factoría de trabajadores hipercualificados. El obrero del siglo XXI sabrá hablar varios idiomas, pero no conocerá de dónde proceden, qué pueblos los inventaron, qué grandes escritores los utilizaron. ¿Para qué perder el tiempo?
Miro a mi alrededor y veo estanterías llenas de libros, muchos los he leído. Otros muchos, seguramente, jamás los leeré, pero cuando pase la vista por sus lomos me seguirán provocando con el enigma de su contenido.
Puede que esta noche los bomberos pirómanos vengan a visitarme. Por pedante y por listillo.

domingo, noviembre 19, 2006

"Infiltrados", de Martin Scorsese

Este director, normalmente, consigue buenas películas cuando el tema se aleja del mundo del lumpen. "La edad de la inocencia", "La última tentación de Cristo", "New York, New York", el documental del blues, supongo que el de Dylan, que aún no he visto. Pero cuando todo gira alrededor del mundo del crimen y los bajos fondos, nunca falla. Es una mirada especial, única.
Y en esta había que solventar grandes dificultades: convertir a los eternos adolescentes Di Caprio y Damon en personajes convincentes, sobre todo al primero, metido en la piel de un matón asesino. No del todo, pero se solventa bastante bien. Falla sobre todo en las escenas que comparte con Jack Nicholson, donde se le ve bastante despistado a la hora de seguir los aspavientos improvisados del gran Jack, sin duda el mejor de la película, a ratos transfigurado en el mismísimo demonio. La sensación que queda siempre es la de que los actores se entregan al máximo cuando trabajan con este director: la mejor Sharon Stone, el mejor Joe Pesci, el mejor Ray Liotta. De Niro, claro.
Con Di Caprio lleva tres películas seguidas otorgándole el papel protagonista, así que algo tendrá. No creo que sea mal actor, pero su físico le perjudica. Ni parecía Howard Hughes en "El aviador", ni daría el pego en el bar de topless Bada-Bing que sale en los Soprano. ¡Que intentase sacarle la pasta a Christopher Moltisanti!.
La historia que se cuenta es una intriga policial. Matt Damon es un infiltrado de una organización mafiosa en la policía y Leonardo Di Caprio es... viceversa. Buen punto de partida que bien aprovechado produce una buena película policíaca (de hecho ha producido dos, ya que "Infiltrados" es un remake de una película hongkonesa llamada "Infernal affairs", que recomiendan mucho en Internet). La tensión se mantiene durante toda la cinta, hasta el final, que es de los que te dejan boquiabierto.

domingo, noviembre 12, 2006

"Lone Star", de John Sayles

Al estado norteamericano de Texas se le denomina el estado de la estrella solitaria porque en su bandera luce una: es como una minibandera de Estados Unidos. Allí es donde transcurre la acción, en una tierra fronteriza entre dos mundos, en un cruce de caminos donde convergen personas de distintas razas, de distintas procedencias, produciendo un mestizaje enriquecedor en una tierra yerma. El río señala la línea de puntos por la que las naciones siempre quieren cortar los mapas (los ríos, trastorno bipolar, siempre han sido también un aglutinante, zonas de asentamiento, cuna de civilizaciones: el Eufrates, el Nilo, el Tiber). Aquí también se cruzan historias, como en "Crash" o en "Gran cañón". La trama central la ocupa un sheriff (también es una estrella de cinco puntas la que llevan en el pecho los agentes de la ley) que investiga un asesinato ocurrido hace largos años y que creé que cometió su padre. Por un ramal se bifurca el reencuentro con el amor de juventud, tantos años después, y que desembocará en el inesperado final de la película. Y, en un afluente extraño, la reconciliación de un coronel del ejercito con sus raíces, pero también con sus hojas: trata a tus hijos como te gustaría que te hubiera tratado tu padre.
Todas ellas tienen en común la búsqueda del pasado, terminar los caminos que quedaron a medio recorrer, recuperar las ocasiones perdidas que han marcado sus existencias: las segundas oportunidades. Se desenvuelven en un ambiente de western tranquilo, crepuscular (el salvaje oeste a las puertas del nuevo milenio), donde incluso los fantasmas del pasado se aparecen en un plano secuencia que da continuidad a la escena, certeza de que siguen presentes, que no descansan.
Este género de vidas cruzadas suele producir películas muy interesantes, como esta misma.

sábado, noviembre 04, 2006

"El mensajero del miedo (the manchurian candidate)", de Jonathan Demme

Una multinacional llamada Manchurian Globe (el accionista mayoritario debe ser chino) ejerce técnicas de control mental sobre un congresista americano susceptible de ser candidato a ocupar el despacho oval de la Casa Blanca. De este modo, conseguirán que el presidente de Estados Unidos sea un pelele a su servicio, prestando obediencia ciega a sus ordenes, comportándose como un fiel esclavo de sus intereses: demasiado jaleo para un objetivo que han conseguido hace ya muchos años y sin usar tecnología punta, implantes de chips en el cerebro, hipnosis u otras zarandajas. El gran titiritero que mueve los hilos.
La película resulta ser un remake de "The Manchurian Candidate", dirigida en 1962 por John Frankenheimer. Esa no la he visto pero figura en "1001 películas que hay que ver antes de morir" con una crítica muy favorable. Me la apunto e incluyo aquí una imagen que he encontrado y que me parece impresionante.
La que he visto esta noche me recuerda a otras películas de conspiraciones como "Enemigo público" de Tony Scott, "Pánico nuclear" de Phil Alden Robinson o la misma "Poder absoluto" de Clint Eastwood (las cloacas del poder están colmadas de cadáveres y hieden a corrupción: al menos dan de comer a muchos guionistas). Sobresalientes las actuaciones de Denzel Washington y Meryl Streep, claro. Pero la película no me ha gustado. Me parece una trama excesivamente fantástica que en algunos puntos se desploma por si sola (cuando Denzel Washington le muerde a Liev Schreiber, por ejemplo, o la cajera de supermercado reconvertida a agente del FBI, ufff!!) y que no logra mantener la tensión, algo que no se esperaba del director de "El silencio de los corderos". Sucede en las escenas cumbre del film, posiblemente por ser poco creíbles. Este candidato manchurio ni vence ni convence. Habrá que echarle un vistazo a su antepasado en blanco y negro.

domingo, octubre 29, 2006

"Los Soprano"

En "Diario de un skin" dice Antonio Salas (en realidad es un seudónimo: en su libro da muchos nombres de personas sin demasiado sentido del humor) que los skinheads también son hijos de mujer: nacieron de una madre, tienen familia, hijos, vecinos, amigos. Tienen, sueños y sentimientos. Dentro de la carcasa de bestias salvajes y violentas, habitan seres humanos a los que el autor debía comprender sin caer en tópicos: si los menospreciaba podía perder la vida. Cuesta aceptarlo pero hay vida inteligente dentro. También a Bruno Ganz le criticaron por hacer un Hitler demasiado humano en "El hundimiento". Sí, ese también tuvo madre, claro.
"Los Soprano" muestra las dos caras del mafioso, su vida pública y su vida privada. La pública la hemos visto en multitud de películas, algunas de las mejores de la historia del cine, pero esta serie consigue sacarle todo el jugo a la parte privada del ganster. Hijos adolescentes, madres dominantes, mujeres inseguras. ¡Qué difícil es conciliar la vida laboral y la familiar! El asesino va al psiquiatra, toma prozac, hace dieta, tiene aventuras: llora abrazado a su almohada. Habla con sus amigos de trivialidades, de implantes capilares, de recetas de cocina, pero de repente sacan las pistolas y se cargan a un tipo. ¿Qué quieres que le haga?, soy un escorpión.
Los actores son magníficos, convincentes, todos ellos. Desde James Gandolfini hasta Steven Van Zandt, el que fue guitarrista de la E-Street Band de Springsteen.
Grandes guiones para una de las más grandes series.

sábado, octubre 14, 2006

"El jardinero fiel", de Fernando Meirelles

Denuncia de la falta de escrúpulos de las farmaceuticas: todo vale con tal de conseguir aumentar el porcentaje de beneficios: pasa en todas las grandes empresas: se toman decisiones estratégicas desde salas de reuniones asépticas, con aire acondicionado y café con pastitas, lejos del mundo, de la gente. Gráficos en una pantalla. Cifras en un informe. Generar más dinero para que un puñado de jubilados multimillonarios que toman el sol en Florida, tengan más aún. Todo vale. Tengo que comprarme otra mansión, que esta se me ha quedado pequeña. Reventar de codicia.
Hasta los ratones de laboratorio, tan blanquitos, tienen más derechos. Negro, africano y seropositivo. Eso se llama tener puntería. Y si encima eres una mujer, el premio gordo. Carne fresca para la máquina. Nadie va a hacer preguntas, simplemente no existes, no cuentas, no eres nadie y me vas a ahorrar mucho dinero. Maldito primer mundo, tan escrupuloso, tan mojigato, que no me deja hacer mis experimentos a gusto. Tomaté esta pastillita, que te vas a encontrar mejor. Si curamos todas las enfermedades ¿de qué vamos a vivir? Hazte médico, que a esos nunca les va a faltar el trabajo, decían nuestros mayores: no les faltaba razón.
La gripe del pollo, las vacas locas. ¿Quién le pone esos nombres tan graciosos? ¿Faemino y Cansado? Grandes titulares. Riesgo de pandemia, amenaza para la humanidad: el mundo esta indefenso, el estado del bienestar se tambalea. Paranoia moderna. Nos mata la carretera, el exceso, el estres, la necedad. A ellos el sida, la malaria, el colera, enfermedades mortales, pero sobre todo la guerra y el hambre, la necesidad desnuda. A millones. Nestle regalaba muestras de leche en polvo para que las madres con sida del tercer mundo alimentarán a sus bebes. Se secaron sus pechos y después los niños murieron de cólera por el agua que se utilizaba para hacer los biberones. Semillas transgénicas, estériles, muy rentables. Otro cliente satisfecho.
Africa maldita. Puede que dentro de unos años mis hijos vean esta película o "La pesadilla de Darwin" y piensen que son cuentos chinos, que Africa nunca ha sido así, que no es un lugar donde se viva peor que en cualquier otro, que no hay hambre o miseria. Bueno, puede que mis hijos no lleguen a verlo. Puede que tampoco mis nietos.
En la película sale el lago Turkana. Cuna de la humanidad. Hace poco leí un libro sobre los descubrimientos arqueológicos que se han producido en las orillas de este lago: "Nuestros orígenes. En busca de lo que nos hace humanos", de Richard Leakey: que ironía de título.

domingo, octubre 08, 2006

"Flores rotas", de Jim Jarmusch

Un hombre recibe una carta anónima. La carta dice que tiene un hijo de diecinueve años. El es un galán solterón entrado en años que percibe la decadencia de su poder seductor. Tal fue el frenesí de sus años jóvenes, que duda entre cinco distintas posibles madres de su hipotético hijo. Asi que, con la intervención decisiva de un vecino voluntarioso que le anima a iniciar la búsqueda, emprende un viaje para visitar a sus antiguas amantes y esclarecer la sorpresiva noticia. Y la película es el viaje. Etapas sucesivas donde se reencuentra con cada uno de sus antiguos amores y se producen distintas situaciones que dan el juego suficiente para que la película avance con soltura.
Bill Murray hace el mismo papel de cincuentón de vuelta de todo que tenía en "Lost in traslation". No me gusta su interpretación, bastante neutra: será porque lo asoció a la sobreactuación de la mayoría de sus comedias y no me lo creo cuando se pone un poco más serio. De hecho lo único que hace es adoptar una postura hierática e inexpresiva y dejarse llevar por los acontecimientos. O quizá sea el tono lánguido, tranquilo, de las películas de Jarmusch. Esa música cálida. Fantástica.