domingo, enero 21, 2007

"Banderas de nuestros padres", de Clint Eastwood

Color ceniza que lo baña todo, barro de sangre que atasca los tanques, regando un terreno yermo, rocoso, desolado.
Iwo Jima es una pequeña isla situada al sur de Japón. En ella, la gente se ganaba la vida refinando azufre (su nombre significa eso, isla de azufre). Isla maldita. Su interés militar residía en que era muy plana y constituía una excelente base de despegue para que la aviación atacara el cercano Japón. Así, en febrero de 1945 100.000 soldados norteamericanos desembarcan en ella y se enfrentan a 21.000 japones acantonados en bunkers, trincheras y una enorme red de túneles. Ni un paso atrás. La batalla, la matanza más cruenta del frente del Pacífico, no cesó hasta finales de marzo. 25.000 muertos, pero de ellos 18.000 eran japoneses: antes morir que rendirse. Y la famosa foto de Rosenthal se hizo el 23 de febrero después de la toma del monte Suribachi, el único accidente geográfico destacable de la isla, situado en su extremo occidental, y desde el cual la artillería nipona machacaba a las fuerzas aliadas. Todavía quedaba mucha batalla: la mitad de los que salen en la foto, murieron en los días siguientes.
La guerra es muy cara, que se lo digan a Bush. La foto se reproduce en 3.500 millones de carteles que se cuelgan por todo Estados Unidos: se pretende que los patriotas se rasquen el bolsillo: hay que matar muchos más japoneses, hay que rendirlos sin condiciones: hay que lanzar un par de bombas carísimas.
La película tiene tres vertientes que se entremezclan: la batalla en la isla, la campaña para recaudar fondos y la época actual que cuenta la recogida de testimonios de James Bradley, escritor de la novela en que se basa la película e hijo de uno de los supervivientes de la foto (tengo el libro empezado pero es un poco malo, al menos las primeras 70 páginas).
La parte de la batalla se recrea minuciosamente: solo hay que ver las fotos reales que acompañan a los títulos de credito. Supongo que para Spielberg, coproductor, no era problema después del extraordinario desembarco que logró reconstruir en "Salvar al soldado Ryan". La manipulación histórica y la falsa propaganda de guerra también quedan suficientemente denunciadas así como el racismo contra el soldado índio. Si hubiera que encontrar algún fallo, a mi no me han gustado los actores: me parecen demasiado fríos como si observaran los hechos en vez de producirlos. Van a la guerra como el que va de excursión. También se abusa del flashback: en algunos momentos no viene a cuento y rompe la trama injustificadamente. Pero, no equivocarse, es una gran película que me ha gustado muchísimo, digna de figurar entre las obras cumbre del cine bélico moderno.
Finaliza despacio, con los personajes asumiendo su destino como sucedía en "Million dollar baby": el final me la ha recordado inténsamente. No fueron heroes extraordinarios, simplemente eran unos tipos corrientes a los que les asustaban los focos y las multitudes. Tan simple como eso.

La foto de arriba es la de la primera bandera, no tan famosa como la de la segunda.

domingo, enero 14, 2007

"Rocky", de John G. Avildsen

Se acaba de estrenar "Rocky Balboa", sexta parte de una serie que se inició hace treinta años. Sin menosprecio de ella, que aún no he visto, he vuelto a ver la primera del año 1976, que supongo no será superada por la última. No en vano obtuvo el Oscar a la mejor película del aquel año: ni más ni menos que contra "Taxi driver" o "Todos los hombres del presidente": Rocky no solo vencía en el ring.
La película trata el tema del héroe de la clase trabajadora, el ídolo popular que surge del arroyo y que, trabajando duro y aprovechando sus oportunidades, obtiene fama y riqueza. "Million dollar baby" también fue mejor película contando lo mismo, solo que el final no era tan feliz. La parte melodramática de la cinta se completa con la historia de amor del matón cobrador de morosos y la dependienta de la tienda de mascotas, interpretada por Talia Shire (nombre artístico de Talia Coppola: sí, la hermana de Francis Ford), cuyo nombre origina una de las frases más famosas de la historia del cine: el grito ¡Adrian! al final del combate. Paradojicamente esa parte, que retrata la vida de las clases sociales bajas de aquel momento, ha resistido mejor el tiempo que la parte puramente pugilística, que ahora resulta caricaturesca cuando en su momento debió ser épica (la mejor película de boxeo y quizá la mejor película de los 80, es "Toro salvaje": punto).
Aquellos fueron años dorados para el boxeo: Muhammad Ali, George Foreman, Sonny Linston, Joe Frazier (Sly escribió el guión en tres días, después de ver un combate entre Ali y un peso pesado blanco llamado Chuck Wepner: acabo de ver ese combate en YouTube: Internet es una inagotable fuente de información). El boxeo profesional es una actividad brutal que tiene su toque romántico, desesperado, abrirse camino a golpes, hasta la extenuación. No creo que se le pueda llamar deporte, simplemente es otra cosa. Boxeadores, toreros: más cornadas da el hambre.
Stallone convirtió su personaje en un referente popular, una franquicia que debió reportarle pingües beneficios, lo mismo que Rambo el héroe de la era Reagan, pero que determinó una carrera demasiado condicionada por el físico del actor (tonto no será si fue capaz de escribir el guión de "Rocky", también nominado al Oscar al igual que su papel protagonista: tiene un punto artístico que no se percibe en Arnold Schwarzenegger: la vena republicana, en cambio, es patente en ambos). Ahora, con sesenta años, se llena la cara de botox y resucita al púgil para su último combate. Y para redondear su plan de pensiones. No, tonto no será.

miércoles, enero 10, 2007

"The Queen", de Stephen Frears

La semana siguiente a la muerte en accidente de tráfico de Diana Spencer, ex-aspirante al puesto de reina de Inglaterra, proporciona el marco temporal a este retrato desmitificador de la monarquía inglesa. O de cualquier monarquía. Se muestra a la familia Windsor como a un puñado de privilegiados que viven apartados del pueblo al que supuestamente sirven. Tacaños, apolillados, rígidos y disciplinados, obsesionados con el protocolo, con la vida en el campo, con la caza (¿qué les pasa a los reyes y a las escopetas?). Diana, en cambio, era la princesa de la prensa rosa, de las peluqueras y los culebrones, popular y querida hasta el paroxismo: la pobre esposa embaucada, engañada: la débil plebeya. Al final, seguro que no era para tanto, pero quedaba muy tierna en las fotos.
La reina tiene que descender entre el resto de los mortales para salvar la credibilidad de la institución que representa, mermada por la frialdad demostrada ante el fallecimiento de su antigua nuera. Tiene que demostrar que sabe verter lágrimas de cocodrilo, como cualquier otra ancianita.
La película muestra ese proceso de humillación personal pero, sin embargo, no me parece que ese sea el aspecto más interesante, por obvio. Hay otro que sí lo es, mucho más patético: ver a Tony Blair transformarse, pasar de líder revolucionario de la izquierda moderna a primer ministro reaccionario y babeante, obnubilado por la presencia del poder antiguo, caduco y antidemocrático. Me da la impresión de que también se quiere contar eso. O sobre todo.

miércoles, diciembre 27, 2006

"Fuego en la nieve", de William A. Wellman

Hazañas bélicas. En diciembre de 1944 la mítica 101 División Aerotransportada norteamericana se vio rodeada por las tropas alemanas en la ciudad belga de Bastogne. Hitler contraatacó en el norte de las Ardenas cuando ya nadie creía que fuera posible y el resultado fue la mayor batalla del frente europeo occidental durante la Segunda Guerra Mundial. Los soldados americanos aguantaron durante dos semanas el intenso ataque alemán en un paisaje cubierto de nieve, resguardados en sus pozos de tirador, esperando la llegada del Tercer Ejercito del general Patton.
La película es del año 1949 y está muy bien realizada para la época. El blanco y negro y la inclusión de imagenes reales, documentales, del campo de batalla, le aportan realismo a los nevados decorados hollywoodienses. La camaradería en el frente, el mito erótico de las mademoiselles francesas, los bajas heroicas, las raciones K. Música swing y cartas Dear John. La cinta tiene esa pátina de optimismo e inocencia del país victorioso, paladín de la justicia mundial, que aún no ha profundizado en la guerra fría ni ha tomado conciencia del horror del armamento nuclear: están a punto de llegar los felices años cincuenta y el dulce sueño americano previo a la guerra de Vietnam.
La aproximación más realista que he encontrado de ese trozo de historia, consiste en aproximarse a la obra "Hermanos de Sangre" de Stephen E. Ambrose, tanto la novela como la excelente serie de televisión, donde se cuenta la vida en el frente de una compañía paracaidista, la compañía E, desde su reclutamiento hasta el fin de la guerra, resuelta verazmente mediante la compilación de testimonios de los supervivientes. El día D, la operación Market Garden, Bastogne, El asalto al Nido del Águila.
Y otra opción muy recomendable para acercarse a la vida del soldado aliado es, sin complejos, echar una partida a los excelentes juegos de ordenador "Medal of Honour" o "Call of Duty". Agacharás la cabeza.

domingo, diciembre 17, 2006

"El sueño de Arizona", de Emir Kusturica

Mientras que Yugoslavia ardía en el conflicto bélico europeo más sangriento desde la Segunda Guerra Mundial, el director bosnio Emir Kusturica se iba a hacer las américas. Allí rodaría está película rodeado de un elenco de grandes estrellas: Johnny Deep, Jerry Lewis, Faye Dunaway, Lily Taylor, Vincent Gallo. Todos ellos cogen muy bien el tono kusturicense, surrealista y onírico, llevado al extremo en está película quizás la más fantasiosa de toda su obra. Hay guiños a clásicos, probables homenajes al mejor cine: "Toro Salvaje", "El Padrino", "Con la muerte en los talones", la propia "Bonnie & Clyde". Salen animales, bodas, músicos (banda sonora de Goran Bregovic, pero mariachis en vez de fanfarrias de trompetistas). Símbolos que se repiten una y otra vez.
Supongo que cuando un autor tiene un sello tan personal, tan prestigioso y tan premiado, los actores están locos por trabajar con el. ¿Qué pasaría si Almodovar, niño mimado de la crítica neoyorquina, se decidiera a saltar el charco? ¿Tendría problemas de casting o habría bofetadas por aparecer en los créditos? ¿Qué actores serian adecuados para una versión americana de "Hable con ella"? Seguro que Johnny Deep estaría en la lista. Y en cualquier lista.

domingo, diciembre 10, 2006

"King Kong", de Peter Jackson

Después de la monumental, épica y extraordinaria versión de la trilogía de Tolkien, merecedora de cualquier elogio imaginable, el director Peter Jackson abordó el proyecto de realizar un remake personal del clásico "King Kong" de 1933: "El Señor de los Anillos" había recaudado suficiente pasta como para permitirle hacer cualquier cosa que se le pasara por la mente. Ya había otra versión de 1976, con Jeff Bridges y Jessica Lange, pareja que tenía un punto más salvaje o indómito que la formada por Adrian Brody y Naomi Watts en esta versión de 2005.
La película tiene un arranque potente, con una eficaz recreación del Nueva York de los años treinta. También impresiona la llegada a la isla de la Calavera, con una tribu indígena que me ha recordado a los Uruk-Hai de Saruman, llenos de salvajismo primitivo. Pero en cuanto aparece el gran gorila, la película se convierte en un largo bostezo de dos horas. Las escenas de lucha con dinosaurios quizá hayan funcionado en la pantalla de cine, pero en 19 pulgadas resultan demasiado aparatosas e increíbles, sobre todo cuando aparecen los actores correteando entre bestias de varias toneladas (Naomi Watts sobrevive a caídas tremendas y meneos brutales sin el menor rasguño). Kong acaba convertido en un dibujo animado infantiloide, con miraditas, mohines y posturas que pretenden dotarle de intensas emociones y la presunta relación sentimental entre la bella y la bestia es de auténtica carcajada: no conmovería ni a un niño de tres años.
¿No iban a hacer una versión de "El Hobbit"?

sábado, noviembre 25, 2006

"Fahrenheit 451", de François Truffaut

Hombres libro. En tiempos pretéritos a la invención de la escritura (y sobre todo a la de la imprenta: las tablillas de escritura cuneiforme eran de lectura farragosa), la única vía posible de transmisión del conocimiento era sentarse a escuchar atentamente las palabras de los mayores. Sus historias, sus experiencias y, a su vez, las que sus padres les habían contado a ellos. En la tercera parte de "Mad Max", los niños perdidos aprendían el cuento de sus orígenes, su génesis particular, y estaban obligados a memorizarlo y enseñarselo a su descendencia. Una generación que no aprende y que no enseña, es una generación perdida, una catástrofe. Una generación sin memoria, esta condenada a repetir los errores de la generación anterior. A veces la cadena se rompe para siempre: libros perdidos que se vuelven legendarios, que quizás no existieron nunca, libros destruidos, quemados (sí, como en "El nombre de la Rosa": el venerable Jorge de Burgos, alter ego de Borges, envenenando libros que hacían reír).
"Fahrenheit 451" esta basada en la celebérrima novela de Ray Bradbury, claro. La película ya tiene cuarenta años y, excepto por unos efectos especiales bastante ingenuos, no ha perdido ni un ápice de interés: es un tema actual, la mediatización del individuo sometido a un incesante chaparrón de imágenes, de mensajes fútiles destinados a aletargar sus sentidos o, todo lo contrario, inducirle a actuar compulsivamente, sin pensarlo demasiado. Pan y toros.
La búsqueda pura y simple del conocimiento esta minusvalorada si no hay un beneficio económico de por medio. Hasta la universidad, último bastión de la sabiduría perezosa, se transforma en una factoría de trabajadores hipercualificados. El obrero del siglo XXI sabrá hablar varios idiomas, pero no conocerá de dónde proceden, qué pueblos los inventaron, qué grandes escritores los utilizaron. ¿Para qué perder el tiempo?
Miro a mi alrededor y veo estanterías llenas de libros, muchos los he leído. Otros muchos, seguramente, jamás los leeré, pero cuando pase la vista por sus lomos me seguirán provocando con el enigma de su contenido.
Puede que esta noche los bomberos pirómanos vengan a visitarme. Por pedante y por listillo.

domingo, noviembre 19, 2006

"Infiltrados", de Martin Scorsese

Este director, normalmente, consigue buenas películas cuando el tema se aleja del mundo del lumpen. "La edad de la inocencia", "La última tentación de Cristo", "New York, New York", el documental del blues, supongo que el de Dylan, que aún no he visto. Pero cuando todo gira alrededor del mundo del crimen y los bajos fondos, nunca falla. Es una mirada especial, única.
Y en esta había que solventar grandes dificultades: convertir a los eternos adolescentes Di Caprio y Damon en personajes convincentes, sobre todo al primero, metido en la piel de un matón asesino. No del todo, pero se solventa bastante bien. Falla sobre todo en las escenas que comparte con Jack Nicholson, donde se le ve bastante despistado a la hora de seguir los aspavientos improvisados del gran Jack, sin duda el mejor de la película, a ratos transfigurado en el mismísimo demonio. La sensación que queda siempre es la de que los actores se entregan al máximo cuando trabajan con este director: la mejor Sharon Stone, el mejor Joe Pesci, el mejor Ray Liotta. De Niro, claro.
Con Di Caprio lleva tres películas seguidas otorgándole el papel protagonista, así que algo tendrá. No creo que sea mal actor, pero su físico le perjudica. Ni parecía Howard Hughes en "El aviador", ni daría el pego en el bar de topless Bada-Bing que sale en los Soprano. ¡Que intentase sacarle la pasta a Christopher Moltisanti!.
La historia que se cuenta es una intriga policial. Matt Damon es un infiltrado de una organización mafiosa en la policía y Leonardo Di Caprio es... viceversa. Buen punto de partida que bien aprovechado produce una buena película policíaca (de hecho ha producido dos, ya que "Infiltrados" es un remake de una película hongkonesa llamada "Infernal affairs", que recomiendan mucho en Internet). La tensión se mantiene durante toda la cinta, hasta el final, que es de los que te dejan boquiabierto.

domingo, noviembre 12, 2006

"Lone Star", de John Sayles

Al estado norteamericano de Texas se le denomina el estado de la estrella solitaria porque en su bandera luce una: es como una minibandera de Estados Unidos. Allí es donde transcurre la acción, en una tierra fronteriza entre dos mundos, en un cruce de caminos donde convergen personas de distintas razas, de distintas procedencias, produciendo un mestizaje enriquecedor en una tierra yerma. El río señala la línea de puntos por la que las naciones siempre quieren cortar los mapas (los ríos, trastorno bipolar, siempre han sido también un aglutinante, zonas de asentamiento, cuna de civilizaciones: el Eufrates, el Nilo, el Tiber). Aquí también se cruzan historias, como en "Crash" o en "Gran cañón". La trama central la ocupa un sheriff (también es una estrella de cinco puntas la que llevan en el pecho los agentes de la ley) que investiga un asesinato ocurrido hace largos años y que creé que cometió su padre. Por un ramal se bifurca el reencuentro con el amor de juventud, tantos años después, y que desembocará en el inesperado final de la película. Y, en un afluente extraño, la reconciliación de un coronel del ejercito con sus raíces, pero también con sus hojas: trata a tus hijos como te gustaría que te hubiera tratado tu padre.
Todas ellas tienen en común la búsqueda del pasado, terminar los caminos que quedaron a medio recorrer, recuperar las ocasiones perdidas que han marcado sus existencias: las segundas oportunidades. Se desenvuelven en un ambiente de western tranquilo, crepuscular (el salvaje oeste a las puertas del nuevo milenio), donde incluso los fantasmas del pasado se aparecen en un plano secuencia que da continuidad a la escena, certeza de que siguen presentes, que no descansan.
Este género de vidas cruzadas suele producir películas muy interesantes, como esta misma.

sábado, noviembre 04, 2006

"El mensajero del miedo (the manchurian candidate)", de Jonathan Demme

Una multinacional llamada Manchurian Globe (el accionista mayoritario debe ser chino) ejerce técnicas de control mental sobre un congresista americano susceptible de ser candidato a ocupar el despacho oval de la Casa Blanca. De este modo, conseguirán que el presidente de Estados Unidos sea un pelele a su servicio, prestando obediencia ciega a sus ordenes, comportándose como un fiel esclavo de sus intereses: demasiado jaleo para un objetivo que han conseguido hace ya muchos años y sin usar tecnología punta, implantes de chips en el cerebro, hipnosis u otras zarandajas. El gran titiritero que mueve los hilos.
La película resulta ser un remake de "The Manchurian Candidate", dirigida en 1962 por John Frankenheimer. Esa no la he visto pero figura en "1001 películas que hay que ver antes de morir" con una crítica muy favorable. Me la apunto e incluyo aquí una imagen que he encontrado y que me parece impresionante.
La que he visto esta noche me recuerda a otras películas de conspiraciones como "Enemigo público" de Tony Scott, "Pánico nuclear" de Phil Alden Robinson o la misma "Poder absoluto" de Clint Eastwood (las cloacas del poder están colmadas de cadáveres y hieden a corrupción: al menos dan de comer a muchos guionistas). Sobresalientes las actuaciones de Denzel Washington y Meryl Streep, claro. Pero la película no me ha gustado. Me parece una trama excesivamente fantástica que en algunos puntos se desploma por si sola (cuando Denzel Washington le muerde a Liev Schreiber, por ejemplo, o la cajera de supermercado reconvertida a agente del FBI, ufff!!) y que no logra mantener la tensión, algo que no se esperaba del director de "El silencio de los corderos". Sucede en las escenas cumbre del film, posiblemente por ser poco creíbles. Este candidato manchurio ni vence ni convence. Habrá que echarle un vistazo a su antepasado en blanco y negro.

domingo, octubre 29, 2006

"Los Soprano"

En "Diario de un skin" dice Antonio Salas (en realidad es un seudónimo: en su libro da muchos nombres de personas sin demasiado sentido del humor) que los skinheads también son hijos de mujer: nacieron de una madre, tienen familia, hijos, vecinos, amigos. Tienen, sueños y sentimientos. Dentro de la carcasa de bestias salvajes y violentas, habitan seres humanos a los que el autor debía comprender sin caer en tópicos: si los menospreciaba podía perder la vida. Cuesta aceptarlo pero hay vida inteligente dentro. También a Bruno Ganz le criticaron por hacer un Hitler demasiado humano en "El hundimiento". Sí, ese también tuvo madre, claro.
"Los Soprano" muestra las dos caras del mafioso, su vida pública y su vida privada. La pública la hemos visto en multitud de películas, algunas de las mejores de la historia del cine, pero esta serie consigue sacarle todo el jugo a la parte privada del ganster. Hijos adolescentes, madres dominantes, mujeres inseguras. ¡Qué difícil es conciliar la vida laboral y la familiar! El asesino va al psiquiatra, toma prozac, hace dieta, tiene aventuras: llora abrazado a su almohada. Habla con sus amigos de trivialidades, de implantes capilares, de recetas de cocina, pero de repente sacan las pistolas y se cargan a un tipo. ¿Qué quieres que le haga?, soy un escorpión.
Los actores son magníficos, convincentes, todos ellos. Desde James Gandolfini hasta Steven Van Zandt, el que fue guitarrista de la E-Street Band de Springsteen.
Grandes guiones para una de las más grandes series.

sábado, octubre 14, 2006

"El jardinero fiel", de Fernando Meirelles

Denuncia de la falta de escrúpulos de las farmaceuticas: todo vale con tal de conseguir aumentar el porcentaje de beneficios: pasa en todas las grandes empresas: se toman decisiones estratégicas desde salas de reuniones asépticas, con aire acondicionado y café con pastitas, lejos del mundo, de la gente. Gráficos en una pantalla. Cifras en un informe. Generar más dinero para que un puñado de jubilados multimillonarios que toman el sol en Florida, tengan más aún. Todo vale. Tengo que comprarme otra mansión, que esta se me ha quedado pequeña. Reventar de codicia.
Hasta los ratones de laboratorio, tan blanquitos, tienen más derechos. Negro, africano y seropositivo. Eso se llama tener puntería. Y si encima eres una mujer, el premio gordo. Carne fresca para la máquina. Nadie va a hacer preguntas, simplemente no existes, no cuentas, no eres nadie y me vas a ahorrar mucho dinero. Maldito primer mundo, tan escrupuloso, tan mojigato, que no me deja hacer mis experimentos a gusto. Tomaté esta pastillita, que te vas a encontrar mejor. Si curamos todas las enfermedades ¿de qué vamos a vivir? Hazte médico, que a esos nunca les va a faltar el trabajo, decían nuestros mayores: no les faltaba razón.
La gripe del pollo, las vacas locas. ¿Quién le pone esos nombres tan graciosos? ¿Faemino y Cansado? Grandes titulares. Riesgo de pandemia, amenaza para la humanidad: el mundo esta indefenso, el estado del bienestar se tambalea. Paranoia moderna. Nos mata la carretera, el exceso, el estres, la necedad. A ellos el sida, la malaria, el colera, enfermedades mortales, pero sobre todo la guerra y el hambre, la necesidad desnuda. A millones. Nestle regalaba muestras de leche en polvo para que las madres con sida del tercer mundo alimentarán a sus bebes. Se secaron sus pechos y después los niños murieron de cólera por el agua que se utilizaba para hacer los biberones. Semillas transgénicas, estériles, muy rentables. Otro cliente satisfecho.
Africa maldita. Puede que dentro de unos años mis hijos vean esta película o "La pesadilla de Darwin" y piensen que son cuentos chinos, que Africa nunca ha sido así, que no es un lugar donde se viva peor que en cualquier otro, que no hay hambre o miseria. Bueno, puede que mis hijos no lleguen a verlo. Puede que tampoco mis nietos.
En la película sale el lago Turkana. Cuna de la humanidad. Hace poco leí un libro sobre los descubrimientos arqueológicos que se han producido en las orillas de este lago: "Nuestros orígenes. En busca de lo que nos hace humanos", de Richard Leakey: que ironía de título.

domingo, octubre 08, 2006

"Flores rotas", de Jim Jarmusch

Un hombre recibe una carta anónima. La carta dice que tiene un hijo de diecinueve años. El es un galán solterón entrado en años que percibe la decadencia de su poder seductor. Tal fue el frenesí de sus años jóvenes, que duda entre cinco distintas posibles madres de su hipotético hijo. Asi que, con la intervención decisiva de un vecino voluntarioso que le anima a iniciar la búsqueda, emprende un viaje para visitar a sus antiguas amantes y esclarecer la sorpresiva noticia. Y la película es el viaje. Etapas sucesivas donde se reencuentra con cada uno de sus antiguos amores y se producen distintas situaciones que dan el juego suficiente para que la película avance con soltura.
Bill Murray hace el mismo papel de cincuentón de vuelta de todo que tenía en "Lost in traslation". No me gusta su interpretación, bastante neutra: será porque lo asoció a la sobreactuación de la mayoría de sus comedias y no me lo creo cuando se pone un poco más serio. De hecho lo único que hace es adoptar una postura hierática e inexpresiva y dejarse llevar por los acontecimientos. O quizá sea el tono lánguido, tranquilo, de las películas de Jarmusch. Esa música cálida. Fantástica.

domingo, octubre 01, 2006

"Hannibal", de Ridley Scott

Lecter. ¿Por qué un personaje entrado en años, regordete y calvo, alberga dentro al asesino más peligroso de todos los tiempos? ¿Por su mirada profunda? ¿Por su inteligencia extraordinaria?. Las víctimas de Aníbal suelen ser escogidas entre los pedantes tontos, los ignorantes desvergonzados que ofenden su nivel superlativo de refinamiento y sabiduría. De este modo, se convierte en una especie de ángel exterminador de la estupidez. Ángel caído que señala a cualquiera de nosotros. Lecter da miedo porque es el más listo de todos. O porque los ojos de Anthony Hopkins producen una mirada heladora. Clarissss. Aníbal el caníbal ya es un icono mítico (en "Clerk II" hay una baile de homenaje al del criminal Buffalo Bill que no tiene desperdicio).
El ciclo de novelas de Thomas Harris alrededor de Aníbal Lecter se inicia con "El dragón rojo", continúa con "El silencio de los inocentes" y culmina con "Hannibal". Al parecer esta preparando una cuarta novela centrada en la juventud del celebérrimo doctor llamada "Tras la máscara" (no encontraré quien apueste a que los derechos para el cine no están ya vendidos). Todas ellas han tenido su correspondiente réplica cinematográfica. Sin duda la segunda novela, que produjo la primera película, "El silencio de los corderos" dirigida por Jonathan Demme, es la más conocida. Arrasó en los Oscar del año 1991 y dio lugar a una revisión del genero negro, empezando a surgir múltiples películas protagonizadas por serial killers que traían de cabeza a policías de personalidad oscura y atormentada.
"Hannibal" es bastante fiel a la novela y esta muy bien hecha por el maestro Scott, que no ahorra al recrear las imágenes más escabrosas de la trama. Contiene en su parte final la que, probablemente, sea la escena más repulsiva del cine de gran público. Pero es que la receta de cocina es así.

sábado, septiembre 30, 2006

"Clerks II", de Kevin Smith

Kevin Smith strikes back y gana. A mi me ha ganado.
Después de haber abandonado cualquier esperanza con sus películas, me puse a ver esta con todas las precauciones, dispuesto a ver una sucesión de gags excesivos, escatológicos, sin orden ni concierto. Y afortunadamente me equivoqué. Porque los chistes son del mismo tipo, pero mejores, y, sobre todo, hay un orden detrás, un hilo conductor de la historia que le da coherencia. Sobre todo mejora mucho al repetir la pareja protagonista de la primera (Dante y Randal). Los cameos no le hacen ningún favor (Ben Affleck debe ser familia suya) y la parte romántica sigue siendo un poco blandengue. Quede dicho.
Me puedo imaginar que el director daba vueltas en la cama, cada noche, recordando the good old times, cuando hizo "Clerks" y arrasó, y todo era más sencillo. Pobre, desconocido y feliz: esta es la moraleja de esta película.
La treintena suele ser edad de cambios, de tomar decisiones. La edad del pa cuándo. ¿Y vosotros pa cuándo os casáis? ¿Pa cuándo los niños? ¿Y pa cuándo vas a buscarte otro trabajo?
Toda la vida luchando para hacerte un hueco en todas partes: colegio-instituto-universidad-abismo-nada. Consigues que una panda de mindundis como tu, media docena a lo sumo, crean que contigo se lo pasan bien, que merece la pena que compartan su vida contigo, que se ríen de tus gracias estúpidas y tu de las suyas, para que la distancia (cruel) se los lleve. Ay. ¿Qué produce el cambio? ¿La codicia? ¿La innata insatisfacción de la naturaleza humana? Cada generación esta condenada a repetir los errores de la anterior.
Esta película se hace este tipo de preguntas, rodeándolas de mucho cachondeo. Imposible no conectar con ella. Y me he reído, muy raro cuando veo una película americana. Serán mis gracias estúpidas. Las de ellos, claro.

domingo, septiembre 24, 2006

"Brokeback Mountain", de Ang Lee

Trás "Hulk" (no era tan mala) el director taiwanes se adentra en el genero del Western, probablemente con la idea de renovarlo, objetivo que logró con "Tigre y Dragón" y el cine de artes marciales. Aquí también se logra y con holgura: las pelis de vaqueros ya no volverán a ser lo mismo.
Supongo que fue la película de la que más se habló en el año 2005. Sin haberla visto, todos sabíamos más o menos de que iba: los nombres de los protagonistas (Ennis del Mar, vaya nombre para un cowboy), las escenas más escabrosas, algunos hitos de la trama (la del padre de Jack) o incluso el final. Ríos de tinta. Llega el momento de verla y te sucede como en las películas de las que te has leído el libro: o sabes lo que va a pasar a la vuelta de cada esquina o la película no se parece demasiado al original en papel y entonces te sorprende un poco, que es lo que me ha sucedido a mí. En ambos casos suele haber cierta decepción.
Cuando leía las críticas de la película, en la época de su estreno, me imaginaba que aquello iba a tener más tema que en "La mala educación" de Pedro Almodovar (si le dan el guión a éste, la que hubiera preparado). En resumen, una noche tonta de dos pastores borrachos como cubas y muertos de frío en una tienda de campaña perdida en el monte , da lugar a una relación intermitente de veinte años de duración, bastante desangelada, falta de pasión o de dramatismo. Sobre todo se dedica metraje a mostrarnos su vida fuera de dicha relación, existencia apenas perturbada por la supuesta vida depravada de sus protagonistas: se casan, tienen hijos, se divorcian. En fin, no da lugar a mucho escandalo. Probablemente se quiere mostrar lo difícil que puede ser salir del armario en Wyoming, donde a la menor te llenan el cuerpo de brea y plumas. Eso, creo, aquí ya no pasa, ni en el barrio de Chueca ni en ninguna parte: se ha vuelto de lo más normal e incluso regulado por ley. A lo mejor somos demasiado progresistas y no lo sabiamos. Señales positivas.
Al parecer "Brokeback Mountain" no fue elegida mejor película porque los miembros de la academia no se atrevían a dar su voto a tanta sodomía. Quizás es que "Crash" era algo mejor y ya está.

viernes, septiembre 15, 2006

Novela. "Brooklyn Follies", de Paul Auster


Hace pocos años, al iniciarse las vacaciones de verano, leí una entrevista que le hacían al entonces presidente Sr. Aznar, que como al comienzo de cada ciclo estival, se disponía a pasar unos merecidos días de descanso. El periodista le preguntó si tenía entre su equipaje preparada alguna lectura de verano. 'Voy a leer "El libro de las ilusiones", de Paul Auster', respondió el ilustre mandatario. Me dio un ahogo repentino. Auster en una mesita de noche, entre Pio Moa, Cesar Vidal y los cuentos prologados por Ana Botella. Auster bajo el brazo de los apóstoles de la democracia iraquí, de los profetas del capitalismo sin fronteras, del gurú del atlantismo. Gensanta. Pensé en dicha novela, que ya había leído, y no vi ninguna clave oculta para invertir en bolsa, o señales que condujeran al éxito al estilo de "¿Quién se ha llevado mi queso?". Ni tan siquiera un poco de revisionismo histórico que pudiera sugerir que en el fondo Franco era un pedazo de pan que descendió o ascendió, según se mire, para salvarnos. ¿Por qué Aznar y yo leíamos a Auster?
Para colmo, este año van y le dan el premio "Príncipe de Asturias". ¿También será monárquico? ¿O simplemente será un escritor de masas? No sería sorprendente, dada la calidad que emerge de sus textos, pero lo veo un poco lejos del Best Seller. Cuando un escritor que has atesorado durante años se vuelve demasiado popular, piensas que corre el riesgo de que le pase lo que a Benedetti, transformado en poeta oficial de la BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones: últimamente no hay ceremonia cutre familiar que no incluya un 'Si te quiero es porque sos..." o algún otro ripio del repertorio: pobre Mario, volver del exilio para esto).
Asi que, desde este punto de vista, a mi entender "Brooklyn Follies" resulta ser una declaración política. Mediada la novela (unas cuantas casualidades, personajes que atraviesan crisis de identidad: se explica mucho mejor en arte y literatura) se desarrolla una conversación entre Tom y Honey de tono bastante crítico con el gobierno republicano del Sr. Bush. Sin embargo, será la crítica rotunda de las sectas de cristianos renacidos que triunfan en Estados Unidos, lo que para mí constituye el centro de la novela. La descripción de la escena del reverendo Bob y su hueso sagrado o del secuestro de Rory por el acólito David Minor, es rotunda y visceral y deja al descubierto el odio que el autor parece tener por el integrismo religioso que rige la vida de gran número de norteamericanos. La basura del creacionismo, que se enseña en las escuelas de Kansas bajo la etiqueta de diseño inteligente, impulsada por la derecha religiosa más recalcitrante y oscurantista (ha surgido una reacción en Internet: el culto al Flying Spaghetti Monster: es muy fácil rebatir lo que no tiene ningún fundamento), supone un intento claro de sumir al pueblo en la ignorancia. Nos toman por tontos: seguro que lo somos si lo consentimos.
En fin, que si alguien tenía alguna duda (yo no la tenía, era una forma de introducir el tema), Auster lo ha dejado bien claro.
Hace muchos años, en una feria del libro, vi uno de pastas amarillas que se llamaba "La trilogía de Nueva York". Juro que lo compré por el título. Nunca me arrepentí.

sábado, agosto 26, 2006

"Caché", de Michael Haneke

No me jodas que ya se ha acabado.
Ese es el exabrupto que mis allegados han oído emerger de mis labios al aparecer en la pantalla los títulos de crédito. A la sugerencia de que si tenia pensado escribir algo de esta película, empezara con tan singular epitafio (ahora que lo pienso, no iba a quedar nada mal en la lápida de un cementerio), correspondo con gusto, ya que no se me ocurre nada más certero y acertado para ilustrar la sensación que me ha quedado dentro.
En fin, una interesante película francesa de intriga, con Daniel Auteuil y Juliette Binoche en los papeles principales, que francamente me estaba gustando, así que tendré que rebuscar en algún blog amigo para que me desvele el sentido sin duda escondido (caché).

lunes, agosto 14, 2006

Novela. "El guitarrista", de Luis Landero



Alguien me dijo hace ya algún tiempo que esta novela me iba a gustar. Y me ha gustado, el principio sobre todo, el final algo menos. El protagonista, Emilio, es un joven que trabaja de aprendiz en un taller mecánico y que por las noches acude a una academia, y que ha aprendido a dormir con el ojo izquierdo mientras atiende con el derecho. La novela empieza diciendo que antes de que sospechara que algún día llegaría a ser escritor, había sido guitarrista. Y es esa metamorfosis de aprendiz de mecánico a guitarrista la que narra el libro.
Yo creo que es una historia de personajes, no, de personas, de "gentes de paso", como él les llama. Una madre costurera por su cuenta, que admite huéspedes en la casa. Este personaje se me queda corto, como en el caso de Tránsito Ariza en "El amor en los tiempos del cólera" de García Márquez, el mejor personaje de la novela. De ella dice en la frase que más me ha gustado del libro: "Hablaba y actuaba con la dulzura y el aplomo de quien ha llegado a la madurez sin guardarle rencor a la juventud y a sus promesas incumplidas". Yo, de mayor, también quiero ser así. Raimundo, ese primo que salió un día del pueblo para ser chapista y que en París triunfa como guitarrista en un tablado flamenco. Don Osorio, el jefe del taller, y Adriana, su mujer. El señor Rodó, el profesor de filosofía de la academia, el señor Burriac, el señor Rives, un empresario con los zapatos gastados de tanto uso... Sí, es una novela de personas, cada una con su historia, cuya existencia se cruza con la de Emilio en algún momento, para continuar después por caminos divergentes. Lo peor de la novela, la historia de amor, que no me resultó creíble. Aunque, quizá sea que, como Ëmil, la leía con el ojo izquierdo.

viernes, agosto 11, 2006

"La boda del monzón", de Mira Nair


Cualquier zona del mundo que tenga tradiciones ancestrales y que en la actualidad se vea sumida en la aculturación de la civilización occidental, es lo que ahora se denomina tierra de contrastes. Creo que la película intenta hablar de esto, mostrando los abruptos abismos generacionales que se producen entre padres casados en matrimonios concertados e hijos que viven en la sociedad del chip, pero que también se ven obligados a aceptar las costumbres de sus mayores: se enseña que un noviazgo voluntario no asegura el éxito, fórmula que nadie posee. Así, la organización de una boda sirve de excusa para mostrar, no el choque sino la aceptación, pues entre los indios hay grandes comerciantes y hábiles negociadores (estuve en Andorra en una tienda llamada "Tagore", con dependientes hindúes llamados Jordi o Xavi: las hay por todo el mundo: el badulake). Sin embargo todo tiene su límite y al final lo más importante son el honor y la decencia. Palabras extrañas.
Mucha música raga y vistazos a la ciudad de Nueva Delhi le dan un toque poético. Por otro lado, aspecto Bollywood que le da un toque de culebrón venezolano.
Me gusto más "Quiero ser como Beckham".