sábado, noviembre 25, 2006

"Fahrenheit 451", de François Truffaut

Hombres libro. En tiempos pretéritos a la invención de la escritura (y sobre todo a la de la imprenta: las tablillas de escritura cuneiforme eran de lectura farragosa), la única vía posible de transmisión del conocimiento era sentarse a escuchar atentamente las palabras de los mayores. Sus historias, sus experiencias y, a su vez, las que sus padres les habían contado a ellos. En la tercera parte de "Mad Max", los niños perdidos aprendían el cuento de sus orígenes, su génesis particular, y estaban obligados a memorizarlo y enseñarselo a su descendencia. Una generación que no aprende y que no enseña, es una generación perdida, una catástrofe. Una generación sin memoria, esta condenada a repetir los errores de la generación anterior. A veces la cadena se rompe para siempre: libros perdidos que se vuelven legendarios, que quizás no existieron nunca, libros destruidos, quemados (sí, como en "El nombre de la Rosa": el venerable Jorge de Burgos, alter ego de Borges, envenenando libros que hacían reír).
"Fahrenheit 451" esta basada en la celebérrima novela de Ray Bradbury, claro. La película ya tiene cuarenta años y, excepto por unos efectos especiales bastante ingenuos, no ha perdido ni un ápice de interés: es un tema actual, la mediatización del individuo sometido a un incesante chaparrón de imágenes, de mensajes fútiles destinados a aletargar sus sentidos o, todo lo contrario, inducirle a actuar compulsivamente, sin pensarlo demasiado. Pan y toros.
La búsqueda pura y simple del conocimiento esta minusvalorada si no hay un beneficio económico de por medio. Hasta la universidad, último bastión de la sabiduría perezosa, se transforma en una factoría de trabajadores hipercualificados. El obrero del siglo XXI sabrá hablar varios idiomas, pero no conocerá de dónde proceden, qué pueblos los inventaron, qué grandes escritores los utilizaron. ¿Para qué perder el tiempo?
Miro a mi alrededor y veo estanterías llenas de libros, muchos los he leído. Otros muchos, seguramente, jamás los leeré, pero cuando pase la vista por sus lomos me seguirán provocando con el enigma de su contenido.
Puede que esta noche los bomberos pirómanos vengan a visitarme. Por pedante y por listillo.

domingo, noviembre 19, 2006

"Infiltrados", de Martin Scorsese

Este director, normalmente, consigue buenas películas cuando el tema se aleja del mundo del lumpen. "La edad de la inocencia", "La última tentación de Cristo", "New York, New York", el documental del blues, supongo que el de Dylan, que aún no he visto. Pero cuando todo gira alrededor del mundo del crimen y los bajos fondos, nunca falla. Es una mirada especial, única.
Y en esta había que solventar grandes dificultades: convertir a los eternos adolescentes Di Caprio y Damon en personajes convincentes, sobre todo al primero, metido en la piel de un matón asesino. No del todo, pero se solventa bastante bien. Falla sobre todo en las escenas que comparte con Jack Nicholson, donde se le ve bastante despistado a la hora de seguir los aspavientos improvisados del gran Jack, sin duda el mejor de la película, a ratos transfigurado en el mismísimo demonio. La sensación que queda siempre es la de que los actores se entregan al máximo cuando trabajan con este director: la mejor Sharon Stone, el mejor Joe Pesci, el mejor Ray Liotta. De Niro, claro.
Con Di Caprio lleva tres películas seguidas otorgándole el papel protagonista, así que algo tendrá. No creo que sea mal actor, pero su físico le perjudica. Ni parecía Howard Hughes en "El aviador", ni daría el pego en el bar de topless Bada-Bing que sale en los Soprano. ¡Que intentase sacarle la pasta a Christopher Moltisanti!.
La historia que se cuenta es una intriga policial. Matt Damon es un infiltrado de una organización mafiosa en la policía y Leonardo Di Caprio es... viceversa. Buen punto de partida que bien aprovechado produce una buena película policíaca (de hecho ha producido dos, ya que "Infiltrados" es un remake de una película hongkonesa llamada "Infernal affairs", que recomiendan mucho en Internet). La tensión se mantiene durante toda la cinta, hasta el final, que es de los que te dejan boquiabierto.

domingo, noviembre 12, 2006

"Lone Star", de John Sayles

Al estado norteamericano de Texas se le denomina el estado de la estrella solitaria porque en su bandera luce una: es como una minibandera de Estados Unidos. Allí es donde transcurre la acción, en una tierra fronteriza entre dos mundos, en un cruce de caminos donde convergen personas de distintas razas, de distintas procedencias, produciendo un mestizaje enriquecedor en una tierra yerma. El río señala la línea de puntos por la que las naciones siempre quieren cortar los mapas (los ríos, trastorno bipolar, siempre han sido también un aglutinante, zonas de asentamiento, cuna de civilizaciones: el Eufrates, el Nilo, el Tiber). Aquí también se cruzan historias, como en "Crash" o en "Gran cañón". La trama central la ocupa un sheriff (también es una estrella de cinco puntas la que llevan en el pecho los agentes de la ley) que investiga un asesinato ocurrido hace largos años y que creé que cometió su padre. Por un ramal se bifurca el reencuentro con el amor de juventud, tantos años después, y que desembocará en el inesperado final de la película. Y, en un afluente extraño, la reconciliación de un coronel del ejercito con sus raíces, pero también con sus hojas: trata a tus hijos como te gustaría que te hubiera tratado tu padre.
Todas ellas tienen en común la búsqueda del pasado, terminar los caminos que quedaron a medio recorrer, recuperar las ocasiones perdidas que han marcado sus existencias: las segundas oportunidades. Se desenvuelven en un ambiente de western tranquilo, crepuscular (el salvaje oeste a las puertas del nuevo milenio), donde incluso los fantasmas del pasado se aparecen en un plano secuencia que da continuidad a la escena, certeza de que siguen presentes, que no descansan.
Este género de vidas cruzadas suele producir películas muy interesantes, como esta misma.

sábado, noviembre 04, 2006

"El mensajero del miedo (the manchurian candidate)", de Jonathan Demme

Una multinacional llamada Manchurian Globe (el accionista mayoritario debe ser chino) ejerce técnicas de control mental sobre un congresista americano susceptible de ser candidato a ocupar el despacho oval de la Casa Blanca. De este modo, conseguirán que el presidente de Estados Unidos sea un pelele a su servicio, prestando obediencia ciega a sus ordenes, comportándose como un fiel esclavo de sus intereses: demasiado jaleo para un objetivo que han conseguido hace ya muchos años y sin usar tecnología punta, implantes de chips en el cerebro, hipnosis u otras zarandajas. El gran titiritero que mueve los hilos.
La película resulta ser un remake de "The Manchurian Candidate", dirigida en 1962 por John Frankenheimer. Esa no la he visto pero figura en "1001 películas que hay que ver antes de morir" con una crítica muy favorable. Me la apunto e incluyo aquí una imagen que he encontrado y que me parece impresionante.
La que he visto esta noche me recuerda a otras películas de conspiraciones como "Enemigo público" de Tony Scott, "Pánico nuclear" de Phil Alden Robinson o la misma "Poder absoluto" de Clint Eastwood (las cloacas del poder están colmadas de cadáveres y hieden a corrupción: al menos dan de comer a muchos guionistas). Sobresalientes las actuaciones de Denzel Washington y Meryl Streep, claro. Pero la película no me ha gustado. Me parece una trama excesivamente fantástica que en algunos puntos se desploma por si sola (cuando Denzel Washington le muerde a Liev Schreiber, por ejemplo, o la cajera de supermercado reconvertida a agente del FBI, ufff!!) y que no logra mantener la tensión, algo que no se esperaba del director de "El silencio de los corderos". Sucede en las escenas cumbre del film, posiblemente por ser poco creíbles. Este candidato manchurio ni vence ni convence. Habrá que echarle un vistazo a su antepasado en blanco y negro.

domingo, octubre 29, 2006

"Los Soprano"

En "Diario de un skin" dice Antonio Salas (en realidad es un seudónimo: en su libro da muchos nombres de personas sin demasiado sentido del humor) que los skinheads también son hijos de mujer: nacieron de una madre, tienen familia, hijos, vecinos, amigos. Tienen, sueños y sentimientos. Dentro de la carcasa de bestias salvajes y violentas, habitan seres humanos a los que el autor debía comprender sin caer en tópicos: si los menospreciaba podía perder la vida. Cuesta aceptarlo pero hay vida inteligente dentro. También a Bruno Ganz le criticaron por hacer un Hitler demasiado humano en "El hundimiento". Sí, ese también tuvo madre, claro.
"Los Soprano" muestra las dos caras del mafioso, su vida pública y su vida privada. La pública la hemos visto en multitud de películas, algunas de las mejores de la historia del cine, pero esta serie consigue sacarle todo el jugo a la parte privada del ganster. Hijos adolescentes, madres dominantes, mujeres inseguras. ¡Qué difícil es conciliar la vida laboral y la familiar! El asesino va al psiquiatra, toma prozac, hace dieta, tiene aventuras: llora abrazado a su almohada. Habla con sus amigos de trivialidades, de implantes capilares, de recetas de cocina, pero de repente sacan las pistolas y se cargan a un tipo. ¿Qué quieres que le haga?, soy un escorpión.
Los actores son magníficos, convincentes, todos ellos. Desde James Gandolfini hasta Steven Van Zandt, el que fue guitarrista de la E-Street Band de Springsteen.
Grandes guiones para una de las más grandes series.

sábado, octubre 14, 2006

"El jardinero fiel", de Fernando Meirelles

Denuncia de la falta de escrúpulos de las farmaceuticas: todo vale con tal de conseguir aumentar el porcentaje de beneficios: pasa en todas las grandes empresas: se toman decisiones estratégicas desde salas de reuniones asépticas, con aire acondicionado y café con pastitas, lejos del mundo, de la gente. Gráficos en una pantalla. Cifras en un informe. Generar más dinero para que un puñado de jubilados multimillonarios que toman el sol en Florida, tengan más aún. Todo vale. Tengo que comprarme otra mansión, que esta se me ha quedado pequeña. Reventar de codicia.
Hasta los ratones de laboratorio, tan blanquitos, tienen más derechos. Negro, africano y seropositivo. Eso se llama tener puntería. Y si encima eres una mujer, el premio gordo. Carne fresca para la máquina. Nadie va a hacer preguntas, simplemente no existes, no cuentas, no eres nadie y me vas a ahorrar mucho dinero. Maldito primer mundo, tan escrupuloso, tan mojigato, que no me deja hacer mis experimentos a gusto. Tomaté esta pastillita, que te vas a encontrar mejor. Si curamos todas las enfermedades ¿de qué vamos a vivir? Hazte médico, que a esos nunca les va a faltar el trabajo, decían nuestros mayores: no les faltaba razón.
La gripe del pollo, las vacas locas. ¿Quién le pone esos nombres tan graciosos? ¿Faemino y Cansado? Grandes titulares. Riesgo de pandemia, amenaza para la humanidad: el mundo esta indefenso, el estado del bienestar se tambalea. Paranoia moderna. Nos mata la carretera, el exceso, el estres, la necedad. A ellos el sida, la malaria, el colera, enfermedades mortales, pero sobre todo la guerra y el hambre, la necesidad desnuda. A millones. Nestle regalaba muestras de leche en polvo para que las madres con sida del tercer mundo alimentarán a sus bebes. Se secaron sus pechos y después los niños murieron de cólera por el agua que se utilizaba para hacer los biberones. Semillas transgénicas, estériles, muy rentables. Otro cliente satisfecho.
Africa maldita. Puede que dentro de unos años mis hijos vean esta película o "La pesadilla de Darwin" y piensen que son cuentos chinos, que Africa nunca ha sido así, que no es un lugar donde se viva peor que en cualquier otro, que no hay hambre o miseria. Bueno, puede que mis hijos no lleguen a verlo. Puede que tampoco mis nietos.
En la película sale el lago Turkana. Cuna de la humanidad. Hace poco leí un libro sobre los descubrimientos arqueológicos que se han producido en las orillas de este lago: "Nuestros orígenes. En busca de lo que nos hace humanos", de Richard Leakey: que ironía de título.

domingo, octubre 08, 2006

"Flores rotas", de Jim Jarmusch

Un hombre recibe una carta anónima. La carta dice que tiene un hijo de diecinueve años. El es un galán solterón entrado en años que percibe la decadencia de su poder seductor. Tal fue el frenesí de sus años jóvenes, que duda entre cinco distintas posibles madres de su hipotético hijo. Asi que, con la intervención decisiva de un vecino voluntarioso que le anima a iniciar la búsqueda, emprende un viaje para visitar a sus antiguas amantes y esclarecer la sorpresiva noticia. Y la película es el viaje. Etapas sucesivas donde se reencuentra con cada uno de sus antiguos amores y se producen distintas situaciones que dan el juego suficiente para que la película avance con soltura.
Bill Murray hace el mismo papel de cincuentón de vuelta de todo que tenía en "Lost in traslation". No me gusta su interpretación, bastante neutra: será porque lo asoció a la sobreactuación de la mayoría de sus comedias y no me lo creo cuando se pone un poco más serio. De hecho lo único que hace es adoptar una postura hierática e inexpresiva y dejarse llevar por los acontecimientos. O quizá sea el tono lánguido, tranquilo, de las películas de Jarmusch. Esa música cálida. Fantástica.

domingo, octubre 01, 2006

"Hannibal", de Ridley Scott

Lecter. ¿Por qué un personaje entrado en años, regordete y calvo, alberga dentro al asesino más peligroso de todos los tiempos? ¿Por su mirada profunda? ¿Por su inteligencia extraordinaria?. Las víctimas de Aníbal suelen ser escogidas entre los pedantes tontos, los ignorantes desvergonzados que ofenden su nivel superlativo de refinamiento y sabiduría. De este modo, se convierte en una especie de ángel exterminador de la estupidez. Ángel caído que señala a cualquiera de nosotros. Lecter da miedo porque es el más listo de todos. O porque los ojos de Anthony Hopkins producen una mirada heladora. Clarissss. Aníbal el caníbal ya es un icono mítico (en "Clerk II" hay una baile de homenaje al del criminal Buffalo Bill que no tiene desperdicio).
El ciclo de novelas de Thomas Harris alrededor de Aníbal Lecter se inicia con "El dragón rojo", continúa con "El silencio de los inocentes" y culmina con "Hannibal". Al parecer esta preparando una cuarta novela centrada en la juventud del celebérrimo doctor llamada "Tras la máscara" (no encontraré quien apueste a que los derechos para el cine no están ya vendidos). Todas ellas han tenido su correspondiente réplica cinematográfica. Sin duda la segunda novela, que produjo la primera película, "El silencio de los corderos" dirigida por Jonathan Demme, es la más conocida. Arrasó en los Oscar del año 1991 y dio lugar a una revisión del genero negro, empezando a surgir múltiples películas protagonizadas por serial killers que traían de cabeza a policías de personalidad oscura y atormentada.
"Hannibal" es bastante fiel a la novela y esta muy bien hecha por el maestro Scott, que no ahorra al recrear las imágenes más escabrosas de la trama. Contiene en su parte final la que, probablemente, sea la escena más repulsiva del cine de gran público. Pero es que la receta de cocina es así.

sábado, septiembre 30, 2006

"Clerks II", de Kevin Smith

Kevin Smith strikes back y gana. A mi me ha ganado.
Después de haber abandonado cualquier esperanza con sus películas, me puse a ver esta con todas las precauciones, dispuesto a ver una sucesión de gags excesivos, escatológicos, sin orden ni concierto. Y afortunadamente me equivoqué. Porque los chistes son del mismo tipo, pero mejores, y, sobre todo, hay un orden detrás, un hilo conductor de la historia que le da coherencia. Sobre todo mejora mucho al repetir la pareja protagonista de la primera (Dante y Randal). Los cameos no le hacen ningún favor (Ben Affleck debe ser familia suya) y la parte romántica sigue siendo un poco blandengue. Quede dicho.
Me puedo imaginar que el director daba vueltas en la cama, cada noche, recordando the good old times, cuando hizo "Clerks" y arrasó, y todo era más sencillo. Pobre, desconocido y feliz: esta es la moraleja de esta película.
La treintena suele ser edad de cambios, de tomar decisiones. La edad del pa cuándo. ¿Y vosotros pa cuándo os casáis? ¿Pa cuándo los niños? ¿Y pa cuándo vas a buscarte otro trabajo?
Toda la vida luchando para hacerte un hueco en todas partes: colegio-instituto-universidad-abismo-nada. Consigues que una panda de mindundis como tu, media docena a lo sumo, crean que contigo se lo pasan bien, que merece la pena que compartan su vida contigo, que se ríen de tus gracias estúpidas y tu de las suyas, para que la distancia (cruel) se los lleve. Ay. ¿Qué produce el cambio? ¿La codicia? ¿La innata insatisfacción de la naturaleza humana? Cada generación esta condenada a repetir los errores de la anterior.
Esta película se hace este tipo de preguntas, rodeándolas de mucho cachondeo. Imposible no conectar con ella. Y me he reído, muy raro cuando veo una película americana. Serán mis gracias estúpidas. Las de ellos, claro.

domingo, septiembre 24, 2006

"Brokeback Mountain", de Ang Lee

Trás "Hulk" (no era tan mala) el director taiwanes se adentra en el genero del Western, probablemente con la idea de renovarlo, objetivo que logró con "Tigre y Dragón" y el cine de artes marciales. Aquí también se logra y con holgura: las pelis de vaqueros ya no volverán a ser lo mismo.
Supongo que fue la película de la que más se habló en el año 2005. Sin haberla visto, todos sabíamos más o menos de que iba: los nombres de los protagonistas (Ennis del Mar, vaya nombre para un cowboy), las escenas más escabrosas, algunos hitos de la trama (la del padre de Jack) o incluso el final. Ríos de tinta. Llega el momento de verla y te sucede como en las películas de las que te has leído el libro: o sabes lo que va a pasar a la vuelta de cada esquina o la película no se parece demasiado al original en papel y entonces te sorprende un poco, que es lo que me ha sucedido a mí. En ambos casos suele haber cierta decepción.
Cuando leía las críticas de la película, en la época de su estreno, me imaginaba que aquello iba a tener más tema que en "La mala educación" de Pedro Almodovar (si le dan el guión a éste, la que hubiera preparado). En resumen, una noche tonta de dos pastores borrachos como cubas y muertos de frío en una tienda de campaña perdida en el monte , da lugar a una relación intermitente de veinte años de duración, bastante desangelada, falta de pasión o de dramatismo. Sobre todo se dedica metraje a mostrarnos su vida fuera de dicha relación, existencia apenas perturbada por la supuesta vida depravada de sus protagonistas: se casan, tienen hijos, se divorcian. En fin, no da lugar a mucho escandalo. Probablemente se quiere mostrar lo difícil que puede ser salir del armario en Wyoming, donde a la menor te llenan el cuerpo de brea y plumas. Eso, creo, aquí ya no pasa, ni en el barrio de Chueca ni en ninguna parte: se ha vuelto de lo más normal e incluso regulado por ley. A lo mejor somos demasiado progresistas y no lo sabiamos. Señales positivas.
Al parecer "Brokeback Mountain" no fue elegida mejor película porque los miembros de la academia no se atrevían a dar su voto a tanta sodomía. Quizás es que "Crash" era algo mejor y ya está.

viernes, septiembre 15, 2006

Novela. "Brooklyn Follies", de Paul Auster


Hace pocos años, al iniciarse las vacaciones de verano, leí una entrevista que le hacían al entonces presidente Sr. Aznar, que como al comienzo de cada ciclo estival, se disponía a pasar unos merecidos días de descanso. El periodista le preguntó si tenía entre su equipaje preparada alguna lectura de verano. 'Voy a leer "El libro de las ilusiones", de Paul Auster', respondió el ilustre mandatario. Me dio un ahogo repentino. Auster en una mesita de noche, entre Pio Moa, Cesar Vidal y los cuentos prologados por Ana Botella. Auster bajo el brazo de los apóstoles de la democracia iraquí, de los profetas del capitalismo sin fronteras, del gurú del atlantismo. Gensanta. Pensé en dicha novela, que ya había leído, y no vi ninguna clave oculta para invertir en bolsa, o señales que condujeran al éxito al estilo de "¿Quién se ha llevado mi queso?". Ni tan siquiera un poco de revisionismo histórico que pudiera sugerir que en el fondo Franco era un pedazo de pan que descendió o ascendió, según se mire, para salvarnos. ¿Por qué Aznar y yo leíamos a Auster?
Para colmo, este año van y le dan el premio "Príncipe de Asturias". ¿También será monárquico? ¿O simplemente será un escritor de masas? No sería sorprendente, dada la calidad que emerge de sus textos, pero lo veo un poco lejos del Best Seller. Cuando un escritor que has atesorado durante años se vuelve demasiado popular, piensas que corre el riesgo de que le pase lo que a Benedetti, transformado en poeta oficial de la BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones: últimamente no hay ceremonia cutre familiar que no incluya un 'Si te quiero es porque sos..." o algún otro ripio del repertorio: pobre Mario, volver del exilio para esto).
Asi que, desde este punto de vista, a mi entender "Brooklyn Follies" resulta ser una declaración política. Mediada la novela (unas cuantas casualidades, personajes que atraviesan crisis de identidad: se explica mucho mejor en arte y literatura) se desarrolla una conversación entre Tom y Honey de tono bastante crítico con el gobierno republicano del Sr. Bush. Sin embargo, será la crítica rotunda de las sectas de cristianos renacidos que triunfan en Estados Unidos, lo que para mí constituye el centro de la novela. La descripción de la escena del reverendo Bob y su hueso sagrado o del secuestro de Rory por el acólito David Minor, es rotunda y visceral y deja al descubierto el odio que el autor parece tener por el integrismo religioso que rige la vida de gran número de norteamericanos. La basura del creacionismo, que se enseña en las escuelas de Kansas bajo la etiqueta de diseño inteligente, impulsada por la derecha religiosa más recalcitrante y oscurantista (ha surgido una reacción en Internet: el culto al Flying Spaghetti Monster: es muy fácil rebatir lo que no tiene ningún fundamento), supone un intento claro de sumir al pueblo en la ignorancia. Nos toman por tontos: seguro que lo somos si lo consentimos.
En fin, que si alguien tenía alguna duda (yo no la tenía, era una forma de introducir el tema), Auster lo ha dejado bien claro.
Hace muchos años, en una feria del libro, vi uno de pastas amarillas que se llamaba "La trilogía de Nueva York". Juro que lo compré por el título. Nunca me arrepentí.

sábado, agosto 26, 2006

"Caché", de Michael Haneke

No me jodas que ya se ha acabado.
Ese es el exabrupto que mis allegados han oído emerger de mis labios al aparecer en la pantalla los títulos de crédito. A la sugerencia de que si tenia pensado escribir algo de esta película, empezara con tan singular epitafio (ahora que lo pienso, no iba a quedar nada mal en la lápida de un cementerio), correspondo con gusto, ya que no se me ocurre nada más certero y acertado para ilustrar la sensación que me ha quedado dentro.
En fin, una interesante película francesa de intriga, con Daniel Auteuil y Juliette Binoche en los papeles principales, que francamente me estaba gustando, así que tendré que rebuscar en algún blog amigo para que me desvele el sentido sin duda escondido (caché).

lunes, agosto 14, 2006

Novela. "El guitarrista", de Luis Landero



Alguien me dijo hace ya algún tiempo que esta novela me iba a gustar. Y me ha gustado, el principio sobre todo, el final algo menos. El protagonista, Emilio, es un joven que trabaja de aprendiz en un taller mecánico y que por las noches acude a una academia, y que ha aprendido a dormir con el ojo izquierdo mientras atiende con el derecho. La novela empieza diciendo que antes de que sospechara que algún día llegaría a ser escritor, había sido guitarrista. Y es esa metamorfosis de aprendiz de mecánico a guitarrista la que narra el libro.
Yo creo que es una historia de personajes, no, de personas, de "gentes de paso", como él les llama. Una madre costurera por su cuenta, que admite huéspedes en la casa. Este personaje se me queda corto, como en el caso de Tránsito Ariza en "El amor en los tiempos del cólera" de García Márquez, el mejor personaje de la novela. De ella dice en la frase que más me ha gustado del libro: "Hablaba y actuaba con la dulzura y el aplomo de quien ha llegado a la madurez sin guardarle rencor a la juventud y a sus promesas incumplidas". Yo, de mayor, también quiero ser así. Raimundo, ese primo que salió un día del pueblo para ser chapista y que en París triunfa como guitarrista en un tablado flamenco. Don Osorio, el jefe del taller, y Adriana, su mujer. El señor Rodó, el profesor de filosofía de la academia, el señor Burriac, el señor Rives, un empresario con los zapatos gastados de tanto uso... Sí, es una novela de personas, cada una con su historia, cuya existencia se cruza con la de Emilio en algún momento, para continuar después por caminos divergentes. Lo peor de la novela, la historia de amor, que no me resultó creíble. Aunque, quizá sea que, como Ëmil, la leía con el ojo izquierdo.

viernes, agosto 11, 2006

"La boda del monzón", de Mira Nair


Cualquier zona del mundo que tenga tradiciones ancestrales y que en la actualidad se vea sumida en la aculturación de la civilización occidental, es lo que ahora se denomina tierra de contrastes. Creo que la película intenta hablar de esto, mostrando los abruptos abismos generacionales que se producen entre padres casados en matrimonios concertados e hijos que viven en la sociedad del chip, pero que también se ven obligados a aceptar las costumbres de sus mayores: se enseña que un noviazgo voluntario no asegura el éxito, fórmula que nadie posee. Así, la organización de una boda sirve de excusa para mostrar, no el choque sino la aceptación, pues entre los indios hay grandes comerciantes y hábiles negociadores (estuve en Andorra en una tienda llamada "Tagore", con dependientes hindúes llamados Jordi o Xavi: las hay por todo el mundo: el badulake). Sin embargo todo tiene su límite y al final lo más importante son el honor y la decencia. Palabras extrañas.
Mucha música raga y vistazos a la ciudad de Nueva Delhi le dan un toque poético. Por otro lado, aspecto Bollywood que le da un toque de culebrón venezolano.
Me gusto más "Quiero ser como Beckham".

lunes, julio 31, 2006

"El Método", de Marcelo Piñeyro


Una de las situaciones más incómodas a las que nos podemos enfrentar es esa sensación de estar rodeado de personas que saben algo que tú desconoces. Desconocimiento, desconfianza, sin saber muy bien si son sinónimos o si lo primero nos conduce a lo segundo. Todos somos muy buenos y muy solidarios pero si es nuestro trabajo el que está en juego, entonces es un todos contra todos y sólo puede quedar uno. Muy bien las marchas protesta pero las vemos desde la ventana mientras esperamos que sean los demás los que vayan cayendo, mientras seguimos dentro no importa a qué precio.
Un método de selección de personal, el Método Gronholm. Siete personas que optan a un puesto de directivo. En la primera notificación que reciben se les informa de que uno de ellos es un topo. Te desestabilizas, ya no estás entre iguales. Miras de reojo al que tienes al lado. Es difícil jugar a ganar si a cada paso cambian las reglas del juego. El que busca una alianza será el siguiente en salir. No signal...
El argumento me ha parecido bueno, aunque en algunos casos las situaciones son poco creíbles. Porque vamos, quién no se acuesta con otro de los candidatos en un proceso de selección, así, de pie en el baño, tras haberse barajado la hipótesis de que pudieran haber cámaras, o quién pensaría en dejarlo todo tras dejarse convencer por el tan poco convincente Eduardo Noriega.
Alguien me comentó que era una película de actores. Tiene interpretaciones muy buenas, como las de Adriana Ozores, el aspirante más débil a priori, por imposición, porque así lo delata la sonrisa cargada de suficiencia de Eduardo Noriega. Ernesto Alterio, ante la encrucijada, con un dilema moral. Y Eduard Fernández, al que odias a partir de la segunda vez que abre la boca.

domingo, julio 30, 2006

"Hana-Bi", de Takeshi Kitano


Las flores de fuego es una forma poética de llamar a los fuegos artificiales. La belleza que surge de la violencia. Otra historia de violencia.
Hace tiempo vi un documental sobre la vida y obra de Kitano, retrato de un artista polifacético: actor, director, cómico, periodista deportivo, novelista, pintor (son suyos los cuadros que aparecen en la película, de estilo puntillista y un cierto espíritu naíf). Tan poliédrico como sus películas, pero con una estética personal y un sentido del humor marca de la casa.
En esta encarna el papel de un policía violento, hierático, parco en palabras y sobrado de genio (podría ser un terminator), azote de yakuzas. El elemento tierno lo pone la relación con su esposa, gravemente enferma, a la que el policía le dedica todas sus atenciones. Para colmo han sufrido la muerte de su única hija. Un padre nunca debería sobrevivir a sus hijos. Así que la película trata este auténtico drama, típico de un serial radiofónico, salpicándolo con momentos cómicos repletos de candor e inocencia y, sobre todo, salpicándolo literalmente con la sangre derramada por los puños de Kitano. De este modo se hace viajar al espectador por una montaña rusa de emociones: de tranquilas montañas nevadas a tumultuosos ríos sangrientos. Toda la película se basa en esa contraposición. Flores de fuego.
Por cierto, ayer leí una lista con los mejores finales de películas. Esta también tiene un gran final.

martes, julio 25, 2006

"Una historia de violencia", de David Cronenberg

Hoy he empezado un libro llamado "Jim Jarmusch y el sueño de los justos", escrito por Breixo Viejo. Apenas llevaré treinta páginas pero el libro promete: el título ya es una invitación a la lectura. Se inicia con una mirada retrospectiva al cine americano de las últimas décadas, en un capítulo titulado "El insomnio americano". El cine de los años setenta como ruptura con el American Dream de los cincuenta. La perdida de la inocencia para un país que nunca fue, es, será, inocente: como la mayoria.
Así que supongo que la influencia de esa lectura me ha hecho ver esta película como una intensa metáfora de ese despertar. Los pecados del pasado que regresan para atormentar a Tom Stall y destrozar su modo de vida, su perfecta y bucólica existencia (familia, honradez, amor conyugal: el director exagera la caricatura al principio de la cinta para que más adelante la ruptura sea más... violenta). Los cadáveres enterrados en el jardín se levantan para rozar la frente del héroe que duerme. O que duerme con un ojo abierto y otro cerrado. ¡Ay! La conciencia, que remuerde.
Algunas películas de acción de los últimos años han tratado el tema del asesino amnésico o del héroe de pasado tenebroso ("Memoria letal" o "Kill Bill" entre otras), jugando con el espectador, al que le cuesta discernir entre el bueno y el malo. Caín mata a Caín. La empatía que se siente por el homicida que te cuenta su viaje de turismo por Amsterdam y sus anécdotas pueriles en un Mac Donalds antes de desenfundar el arma y realizar su macabro trabajo, es un sentimiento que Tarantino, por ejemplo, ha explotado en casi todas sus películas. El malo resulta atractivo porque es capaz de romper con los convencionalismos que atan al hombre y así dejar salir su esencia salvaje y predadora. Zidane se libera al arremeter contra Materazzi, tras años de insultos y patadas. Y Cronenberg no escatima violencia en las imágenes para que no haya dudas de que el transito al lado oscuro es doloroso y despiadado. La sangre mancha.

viernes, julio 07, 2006

Novela. "El corazón de las tinieblas", de Joseph Conrad


Mi historia con este libro (todos los libros que merecen la pena nos marcan de alguna forma) ha sido, cuanto menos, larga. Varios meses. He perdido la cuenta de las veces que lo empecé. En la primera página -diecinueve líneas- ya había tres palabras que no entendía. Mal comienzo. No puedo seguir una historia si me pierdo en sus palabras. Le di una nueva oportunidad, bueno, varias, para terminar leyendo el final casi de un tirón. Es un libro de esos en que pierdes la facultad de decidir en qué momento interrumpes la lectura.
Un contador de historias. Una voz que narra cómo remontó un río que se adentraba en la selva en busca de un hombre y que acerca esa selva y ese río en la noche. Y acerca también a ese hombre, al hombre y al loco conviviendo en un mismo cuerpo. Una voz que imagino serena, casi un susurro y, sobre todo, una voz amarga. Y desearías estar allí, para escuchar la historia con las inflexiones de esa voz, con sus silencios.
Pero el libro habla de algo más, el colonialismo bajo sospecha, el descenso a las más putrefactas bajezas humanas. Habla de lo correcto y de lo incorrecto. Y de lo que apesta.
Contra todo pronóstico, me ha gustado. En él se inspiró Coppola para su película "Apocalypse Now", que, por cierto, no he visto. Lo mismo busco un rato y la veo. No sé.

lunes, julio 03, 2006

"Buenas noches y buena suerte", de George Clooney


Con la frase que da título a la película, acababa el periodista Edward Murrow su programa semanal de noticias ("Así son las cosas y así se las hemos contado": que habrá sido de Buruaga: seguro que no pasa hambre). En la película se narra su enfrentamiento con el celebérrimo senador norteamericano Joseph McCarthy y su no menos famoso comité cazacomunistas. Eran los años cincuenta y la escena política internacional estaba dominada por la guerra fría. La propaganda que cada uno de los bandos ejercía contra el otro era brutal y alcanzaba todos los planos de la vida cotidiana (solo hay que ver "Goodbye Lenin" para hacerse una idea de lo que sucedía al otro lado del telón de acero). Y se desata la paranoia: ten cuidado tu vecino puede ser un espía, un terrorista, un rojo, un negro, un gitano: bueno, más o menos como en la actualidad. Y se crean comités y se abren investigaciones basadas en la idea de que quien no tiene nada que esconder, no tiene de que preocuparse. Y se termina cercenando las libertades que se pretendían proteger. Eso, como ahora.
Siendo este el tema principal de la película, uno de los aspectos más interesantes que se tratan es el de la financiación de los medios y la influencia de las empresas anunciantes en los contenidos de los programas que patrocinan (imagine que esta oyendo en la radio a un periodista diciendo que Evo Morales va a nacionalizar con toda justicia el petróleo boliviano y al momento escucha aquello de "Repsol: bienvenido al infinito": parecería que están diciendo que a Evo no va a haber quien lo gane) . De este modo se construye un ejemplo de ética periodística al mostrar como los redactores de CBS fueron capaces de enfrentarse a las presiones del citado senador y de sus propios jefes con tal de contar la verdad. La independencia de la prensa, de sus propietarios, sus directores y sus editores, siempre en entredicho. Cada día más.
La película se hace corta (es corta) y el director inexperto (según www.imdb.com, es el segundo largometraje que dirige) se muestra audaz tanto en el tema elegido como en el uso del blanco y negro, rotundo, envuelto en humo, y su actuación y la de David Strathairn se cohesionan para demostrar al espectador que la unión hace la fuerza. O que más vale honra sin barcos...

miércoles, junio 28, 2006

"Chunking Express", de Wong Kar Wai


Sueños: dos canciones se repiten constantemente: "California dreaming" de The Mamas and The Papas y "Dreams" de The Cranberries. A fin de cuentas, todos ponemos una y otra vez nuestra canción favorita, a todo volumen. ¿Con que soñamos mientras trabajamos?
Obsesiones: las latas de piña, las fechas de caducidad, las ensaladas, la limpieza, los uniformes. Solo son manías. por ellas me conocerás, pero por ellas me amarás.
Miedos: la ruptura, la soledad, el abandono: el fracaso. Ten cuidado con lo que sueñas, no sea que se haga realidad.
Historia de amor urbano, de encuentros fortuitos premeditados en ciudades que no duermen, que no se detienen. Slow cities imposibles. Insomnio y películas antiguas en versión original. Fast food y café solo. Colores puros, cálidos, saturados, en las calles sudorosas repletas de seres noctámbulos. La mirada de la cámara se esconde, se asoma por una puerta, por una ventana, espía la escena, respira en la nuca del protagonista. Una mirada de una sensibilidad intensa, extraordinaria, para hacer posible una obra maestra.