Cuando llegas a la etapa de la adolescencia, desde la sabiduría de la infancia, te conviertes en un imbécil (airado, en el mejor de los casos), aunque en ese tiempo de despiste vital, no lo sabes. Te das cuenta después. ¿Por qué te das cuenta? Porque la condición de imbécil ya no la pierdes, te acompaña siempre, y el hábito y la costumbre te otorgan, al menos, el conocimiento de saberlo. Un imbécil. Y más vale que lo sepas, que eres un imbécil, pues los que ni tan siquiera saben que lo son, no miden las consecuencias de sus actos: un imbécil descerebrado imbuido de soberbia, que cree que sabe: lo peor de todo. La adolescencia y el horror vacui: una vida por llenar y encima conseguir que merezca la pena.
Tres jóvenes (apunto otra historia con parecidos ingredientes, otra película excelente, "Iceberg" de Gabriel Velázquez: sorprendentes formas de relatar), un chico y dos chicas, quedan. Parece que no se habían visto las caras nunca: encuentro negociado en un chat de Internet. ¿Tú eres Mishima?, le espeta incrédulo él a una de ellas, una muchacha con la cabeza cubierta con un hiyab islámico. Ese alias, Mishima. Al espectador no se le desvela el propósito de la cita. Se suben los tres al coche del chaval y se van al monte (ahora es el automóvil del Sr. Badii en "El sabor de las cerezas" de Abbas Kiorastami el que llega al recuerdo; como en aquella, no se mostrarán motivos ni se darán explicaciones).
Todo instrumento narrativo que se precie debe ser una fábrica de preguntas. Así, hay películas en las que suceden infinidad de cosas, la acción exprime cada fotograma y el ruido, ya sea en el ambiente o en los diálogos, es incesante. Al cabo de un rato de salir del cine, la película desaparece de la memoria. En cambio hay otras, las menos, en las que parece que no pasa nada pero, qué paradoja, anidan en tus pensamientos durante largo tiempo. Y, te preguntas, desolado: ¿por qué seremos tan imbéciles?
(No confundir este "Fin", con "Fin" de Jorge Torregrossa, la película basada en la novela de David Monteagudo que se acaba de presentar en el Festival de Cine de Sevilla. Para leer sobre ella, nada mejor que la estupenda crónica de mi colega Ethan: yo creo que antes de verla leeré primero el libro, que lleva tiempo esperándome).
Pues... no sé qué decir. Creo que veré otras este fin de semana.
ResponderEliminarMr. Licantropunk, la tendre en cuenta, un saludo.
ResponderEliminarMe la apunto. En estos momentos hay dos imbéciles en mi vida (15 y 16) y con un poco de suerte me ayuda a contener mis ganas de hibernarlos hasta los 20... o estrangularlos, sin más jeje.
ResponderEliminarSaludos!
Buena advertencia querido Licantropunk porque al ver el título la que me ha venido a la cabeza es la de Torregrosa (que tampoco he visto ni he leído la novela) y claro no pillaba yo el asunto (que a veces soy un rato torpe)...
ResponderEliminarMe has descubierto totalmente una película porque lo ignoraba todo sobre ella. Y con tus palabras concisas... despiertas un interés a acercarme al FIN de Sampieri (tampoco conocía al realizador).
Besos
Hildy
Tomás Serrano: este es un buen fin para el fin-de
ResponderEliminarBelknap: ¿le suena el nombre del director? Pues creo que es paisano suyo.
Marga: si ves esta película, me parece que no te van a dar ganas de estrangularlos, no. De hibernarlos sí, por supuesto.
Hildy: a este director va a haber que tenerlo en cuenta: tiene algo que decir.
Saludos a todos.
Vamos a ver, de todas formas...
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