El ejercicio de escribir. Todo parte de la mera combinación de un rosario limitado de caracteres alfabéticos. Qué sencillo es escribir. La p con la a, la t con la o y ya tengo un pato: la épica del individuo frente al mundo. Y si repetimos la secuencia, pero cambiando la última letra de la palabra por una a, se obtiene el inicio de un conflicto de pareja. Imaginar una situación y después múltiples caminos de estilo: cómo contar lo mismo de muchas formas distintas, introduciendo en la elección de cada verbo y de cada adjetivo un matiz fundamental, un carácter genético del texto creado que convertirá el resultado en un éxito o en un fracaso: cada palabra cuenta: un escritor entregado es carne de frenopático.
El profesor promueve la creatividad del alumno: el efecto pigmalión. Modelar un talento virgen, pero realizar esa tarea altruista motivado más allá de lo ético y de lo necesario, llevado al extremo: el profesor, superado ampliamente en capacidad por el alumno, se ve arrastrado por el remolino de pulsión narrativa incontenible que desarrolla el chico: la creación de un monstruo. El estudiante toma conciencia de su superioridad y se vuelve cruel con el maestro: la relación de poder se da la vuelta (como sucedía en "El indomable Will Hunting": de lo peor de Gus Van Sant, por cierto). Uno no tiene nada que perder, el otro lo puede perder todo.
La película, que ha ganado la Concha de Oro en el último Festival de Cine de San Sebastián, está basada en la obra de teatro "El chico de la última fila", de Juan Mayorga: tendré que leerla (encontrar una sesión de teatro donde la representen será mucho más complicado) para comprobar de dónde sale un guión tan magnífico como el de "En la casa": diálogos magistrales, tragicómicos, que se desarrollan en una puesta en escena soberbia, sorprendente. El profesor Germain (Fabrice Luchini) se cuela en las escenas del joven Claude García (Ernst Umhauer) para pulirle el estilo "en directo": la vida sucede y condiciona el relato, de modo que la vivencia debe corregirse in situ en aras de lograr un texto perfecto. El profesor y su mujer Jeanne (Kristin Scott Thomas), conforman un estereotipo de pareja común al cine de Woody Allen: mediana edad, cultos, de profesiones liberales: insatisfacción vital pero en diálogo permanente. No es casual, además, que vayan al cine y, puestos a ver una, entren a ver "Match Point": el profesor de tenis (o de matemáticas) se cuela en la familia.
Claude, embrión de escritor genial pero que aún no cuenta con el bagaje de la experiencia como mecanismo productor de la mejor literatura: la descripción del sentimiento que se ha padecido o disfrutado se trasmite certera al lector cuando éste la reconoce como veraz y sincera. El objeto de sus primeros textos será la clase media acomodada a la que él aspira a pertenecer: Tom Ripley, el personaje de Patricia Highsmith, penetrando en una estrato social más elevado. Desde la exclusión, satiriza esa burguesía mediocre con desprecio clasista. Paradójicamente (o naturalmente) esa aspiración maquiavélica de pertenencia desemboca en el deseo irrefrenable por Mme. Artole (Emmanuelle Seigner: Mme. de Polanski, en realidad: "Frenético" o "Lunas de Hiel"). La pasión adolescente, imposible de contener, será el empuje que realmente condicionará la historia: suplantar al hijo para terminar suplantando al marido y, por supuesto, acabar derrotado para que la siguiente novela sea aún mejor. Gran película: ver "En la casa" reafirma el deseo de seguir yendo al cine, de seguir probando y esperando. La búsqueda continúa.
Germain y Claude sentados en un banco de un parque, contemplando con atención los balcones de un edificio de viviendas, sin cortinas cegadoras, visión despejada (ahora "La ventana indiscreta" de Alfred Hitchcock, claro: Allen, Highsmith y Hitchcok: algo muy bueno tiene que salir de esto). La colmena humana: en la casa, en cada casa, una historia. Sólo en alguna de esas casas se producirá el encuentro afortunado entre la historia que merece la pena y el escritor adecuado. El número de combinaciones ganadoras es finito. Y escaso.
"En la casa"... Sí, aquí me voy a quedar. No sé por qué, pero me huele a la copia certificada famosa...
ResponderEliminarSaludos (y abro el paraguas).
Vi la peli el domingo. Me gustó mucho.
ResponderEliminarBrillante como expones lo que escribes sobre ella.
Pero el final me pareció forzado. Ese final hace que no me crea del todo al personaje que mueve la historia, porque se conforma casi con elegir aleatoriamente una de las historias que están acontenciendo dentro de la "colmena". Ese chico solamente podría haber querido entrar en esa "casa", donde estaba primero "su madre" y después "su pareja sexual", para hacerla suya... En fin, eso, que muy bien pero con el pero del final...
Un saludo, Licantro...
Tomás: estoy por asegurar que los veinte primeros minutos los ves. Y luego lo mismo no puedes por menos que ver cómo acaba la cosa: la pregunta, claro.
ResponderEliminarKez: pues coincido contigo: el final no me acaba de convencer, pero tampoco me desmerece al conjunto: gran película, me gustó mucho: sí, en eso también coincidimos.
Saludos a los dos.
Me hablaron de las películas de este tipo. Me dijeron que es muy genio. Usted me lo confirma, en cierta forma. Ahora necesita ver alguna. A esta aldea llegan pocas cosas...Un abrazo.
ResponderEliminarMuy acertada la referencia a Woody Allen. En la casa es el mejor Woody sin Woody de los últimos años.
ResponderEliminarUn saludo!
La obra está siendo representada en España por la compañía La fila de al lado. Es extraordinaria. http://lafiladeallado.com/
ResponderEliminarMr. Licantropunk, uno de esos films intimistas, cautivantes, un saludo.
ResponderEliminarCómo la disfruté, Licantropunk, ese 'juego' de creación literaria, el poder de la palabra..., ufff. Uno de los sentimientos que más me provocó EN LA CASA fue inquietud..., ¡¿curioso, verdad!?
ResponderEliminarHe disfrutado leyéndote.
Besos
Hildy
Está en la lista de la próxima que voy a ver... no me ha dado tiempo!! jeje
ResponderEliminarPero me gusta saber de su entusiasmo. Sus recomendaciones no suelen decepcionarme. Una razón más para verla
Saludos!
Ah, se me olvidaba decirle que el escritor forma parte del grupo de teatro Animalario. Ésta en concreto no la he visto pero sus montajes nunca resultan indiferentes...
ResponderEliminarLo único que he visto de este director es... el tiempo que nos queda. Sutil y elegante para narrar en esa película una historia de silencios, de pequeños detalles cuando la mmuerte esta cercana.
ResponderEliminarLenta y con uso de los contraluces y la música espectacular. Desde luego una película que si te gusta bucear en el interior de alguien ante una situación limite, narrada de manera contenida y sin estridencias. Resulta sumamente agradable.
Buen director por lo poco que conozco y esta película leyéndote ... mantiene la linea de la que comento. Saludos y muy buena entrada, de las que mas me han gustado en este sitio....
Dario: yo tengo que ver alguna más de François Ozon, porque esta es la única que he visto.
ResponderEliminarDeckard: sí, sí, totalmente de acuerdo. "Match point" + alguna de escritores como, no sé, "Conocerás al hombre de tus sueños" y otra de las con Diane Keaton (=Kristin Scott Thomas)
Anónimo: tomo nota, gracias. Murcia me queda lejos pero soy un hombre paciente: ya vendrá la montaña.
Belknap: a mí me ha gustado mucho.
Hildy: sí, el chico espiando y a punto de que lo pillen en todo momento.
Marga: Animalario es una referencia ineludible.
Plared: no he visto nada más de él, tengo que ponerle remedio pronto. Muchas gracias, es un placer tenerte por aquí y que dejes tus apreciados comentarios.
Saludos a todos.
Lo dicen en una escena de 'Dans la maison' a mitad de la película: es una comedia estúpida, todo esto es ridículo. La película de François Ozon es ñoña en su ventana 'voyeurística' (¡ay qué diría el maestro Hitchcock!), un escape apenas maloliente, que ni siquiera satisface al que lo despide. ¡Mejor nos vamos todos a China! Un saludo!!!
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