A partir del archiconocido cuento de los hermanos Grimm, un cuento más popular aún gracias al clásico de animación "Blancanieves y los siete enanitos", producido por Walt Disney y estrenado en el año 1937, Pablo Berger ("Torremolinos 73" es su único largometraje de referencia: no la he visto) construye un cuento español. Y en este caso el calificativo 'español' es pleno, ya que la sustitución de personajes, desde la tradición medieval centroeuropea, se transfigura en lo más tópico y rancio de la cultura popular hispana: drama folletinesco de toreros y tonadilleras, con aditivo más o menos ingenioso de huerfanita maltratada (Cenicienta además de Blancanieves) que llega a ser la estrella de un espectáculo cómico taurino, algo parecido a "El bombero torero", aquella charlotada circense que arrancaba las carcajadas del público habitual de los ruedos y que alguna vez presencié en mi niñez: risas poco trabajadas para un slapstick patrio al que sin embargo había que echarle mucho valor para ponerlo en escena.
Con ese esquema argumental, toda precaución de acercarse a una sala de cine puede ser poca, por tanto el revuelo que ha ocasionado esta cinta (a la misma hora de la sesión en que fuimos a verla, este sábado, se postulaba como una de las favoritas a lograr la Concha de Oro del festival de San Sebastián: ganó la otra, "Dans la maison", de François Ozon: habrá que verla) en el vapuleado panorama cinematográfico nacional, se deberá a otra cosa. Será la estética la baza a calibrar: la recuperación del estado primordial del séptimo arte, su esencia fundacional, una plasmación técnica sin color ni diálogos. El cine no es más que imagen en movimiento, esa es su característica primera, y un cineasta atrevido puede lograr grandes resultados sin emplear todas las capacidades tecnológicas a su alcance: renunciar a una parte para obtener un propósito elevado. Y "Blancanieves" en ese aspecto brilla, al igual que en las actuaciones de cuatro generaciones de actrices: Ángela Molina, Maribel Verdú (estupenda malvada de opereta: ya la había visto en otra actuación de malvada pero en ese caso genuina: el cortometraje "La virgen roja" de Sheila Pye, sobre la vida de Hildegart Rodríguez), Macarena García (se ha llevado la Concha de Plata por su actuación) y la niña Sofía Oria.
Se está haciendo gran hincapié en su condición de película muda. ¿Supone una virtud o una cualidad castradora? Recuerdo "El último combate", la fantástica ópera prima de Luc Besson, una distopía futurista de ciencia ficción, rodada a principios de los ochenta, muda y en blanco y negro, o "Iceberg" de Gabriel Velázquez, sin apenas diálogos, ni explicaciones: guiones mucho más interesantes y logrados que el de "Blancanieves". La cuestión está en si volver a formas artísticas pretéritas, de hace un siglo, implican que la historia deba anclarse también a la misma época, construir la trama cogiendo temas de entonces (ya sucedía en "The Artist" de Michel Hazanavicius) y adaptándolos como si el público actual fuera el de los años veinte. Personajes simplificados de los cuentos infantiles, maniqueos y sin matices, de rápida identificación emocional: la madrastra malvada, la hijastra bondadosa. No, se puede lograr mucho más: la historia a desarrollar puede ser mucho más ambiciosa.
Afortunadamente "Blancanieves" tiene un buen final. "La parada de los monstruos" de Todd Browning cierra el telón, extrayendo de la Fiesta Nacional la necrofilia en la que se sustenta y arrojándola a la pantalla. Un final de esos que piensas: ¡Ahora! ¡Pon el FIN ahora! Y de vez en cuando te hacen caso y todo.
Mr. Licantropunk, me la apunto, la ultima version de la pobre Blancanieves fue la de " Snowhite and the Huntsman ". Un saludo.
ResponderEliminar¡Vaya, hombre! ¿A quién se le ocurre proponer ésta para el Óscar a la mejor película de habla extranjera un año después de "The Artist"? Me da que no vuelvo al cine por ésta...
ResponderEliminar“Blancanieves” 2012 de Pablo Berger es pura poesía en ese mundo mágico llamado cine. Un viaje a las profundidades de los divertimentos del vodevil gótico y surrealista. Fino, exquisito y repleto de enjundia cinéfila. Ya tocaba reivindicar las esencias de algunos pioneros patrios como Val de Omar y el maestro Buñuel. Saludos
ResponderEliminar... Me muero de ganas por verla...
ResponderEliminarquerido Licantropunk, y cae seguro esta semana. Advierto en tu interesante análisis (del cual saco varias claves) que hay cosas que valoras de la película de Berger pero otras que no te convencen del todo...
Te contaré pronto.
Besos
Hildy
Yo me había acostumbrado a los finales sin ton ni son. Pero vengga, dicen que esta película vale la pena. Un abrazo.
ResponderEliminarPues eso, la tengo pendiente, me causa curiosidad pero creo que la dejaré para más adelante. Me llaman más la atención la francesa ganadora en San Sebastián y la de Trueba... ya veremos.
ResponderEliminarAl menos se agradece que haya películas que llamen la atención, qué sequía llevamos en la cartelera!
Saludos
Belknap: pues esa no la he visto yo.
ResponderEliminarTomás Serrano: en una entrevista oí que, nada más empezar el rodaje, el director de "Blancanieves" se enteró de que habían estrenado "The Artist" y por lo que dice, le dio un buen disgusto.
J.C.Alonso: ¿reivindicar a Buñuel? Bueno, bueno, sin pasarse, ya veo que le ha gustado "Blancanieves", ja, ja, pero no pronunciarás el nombre de dios en vano, ¿eh?. Las primeras películas de Buñuel las hizo con la tecnología fílmica disponible, no hay que darle más vueltas. Después usó el sonoro y después el color: lo que tocaba. Y si siguiera haciendo películas ahora, igual usaba el 3D, como al parecer está haciendo Godard. De "Blancanieves" me gustaron mucho los últimos quince minutos, el resto me pareció previsible. Es una cinta que me parece que no admite comparación con el surrealismo de "El perro andaluz" o "La edad de oro": esa forma de contar las cosas.
Hildy: quedo a la espera de ese análisis, que seguro que será certero.
Dario: no, no, sólo el final. Así que dele al fastforward.
Marga: la de Ozon y la de Trueba, sí. Y verlas en v.o., fijo, porque en el trailer la de Trueba, doblada al castellano, queda ortopédica que no veas.
Saludos a todos.
Me pregunto por qúe le han dado ahora por la Blancanieves y lo silente.¿Una moda efímera?Tal y como está este maldito mundo y las cosas que hay por decir y nadie se atreve a decirlas.Ahora que vamos despacio,vamos a contar mentiras tralará...
ResponderEliminarUn abrazo,amigo
Pues me resulta interesante esta película, Licantropunk. Creo que me arriesgaré contra la crisis y compraré una netrada para verla. Abrazos.
ResponderEliminarSr. Licantropunk, yo hablaba de la candidatura al Óscar. Las coincidencias son posibles y, desde luego, muy desagradables en este caso.
ResponderEliminarTodavía la tengo pendiente. Yo sí vi "Torremolinos 73". No es que sea una obra maestra sbsoluta, pero sí una buena película
ResponderEliminarLo dicen en una escena de 'Dans la maison' a mitad de la película: es una comedia estúpida, todo esto es ridículo. La película de François Ozon es ñoña en su ventana 'voyeurística' (¡ay qué diría el maestro Hitchcock!), un escape apenas maloliente, que ni siquiera satisface al que lo despide. ¡Mejor nos vamos todos a China! Un saludo!!!
ResponderEliminarVeo que no te ha hecho chiste que tire tanto de folklore. A mí no me parece mal que así lo haga, porque más allá de todo lo que lo reviste, que puede ser en ocasiones bastante repelente, demuestra el poder que tienen las imagenes. Por poner un ejemplo: yo no soy creyente, pero le reconozco el poder a la imaginería de la Semana Santa. Pues aquí pasa más o menos lo mismo, solo que además, lo hace mezclandolo con temas y estéticas a priori muy distantes, que para mí ha hecho que la propuesta sea muy de agradecer. Una de las grandezas del cine es la capacidad de hacernos entrar en cosas que nos son ajenas y vibrar con ellas. Creo que en este país de complejos andamos sobrados, y no esta de más ejercicios como este que descubran la potencia de las costumbres que dan forma a este país, los compartamos o no.
ResponderEliminarUn saludo