Se me escapó. Se murió antes de que nos encontráramos. Inesperada, insolente, a deshora: muerte por sorpresa que irrumpe al final de cualquier anodino boletín radiofónico: sensación de haber perdido una oportunidad, de que una tarea quedó inacabada. Hace poco ocurrió con el suicidio de David Foster Wallace, si bien al autor neoyorquino le había leído (el relato "Señor blandito", pocas semanas antes: por los pelos) y me gustó mucho su estilo extremo, ultradetallista en las descripciones, deslumbrante en su complejidad. Con Francisco Casavella no ha pasado. Dejé pasar las ocasiones de adentrarme en una de sus novelas, que más de una vez pasaron por mis manos al repasar las estanterías de cualquier librería, cualquier tarde de las que dejan media hora libre para el ojeo literario. Un día se vino a casa Ian Rankin, otro día Chuck Palahniuk, otro día Erskine Caldwell, el propio Foster Wallace. Etc., etc. Oyes hablar de ellos, nombres repetidos muchas veces en la sección cultural de cualquier medio y con esos encargos vas a la compra. Casavella se quedó en el anaquel y no sé muy bien por qué. "El día del Watusi", "Un enano español se suicida en Las Vegas", "Lo que sé de los vampiros". Reconozco al tipo que las escribió, que se murió sin yo haberlo leído nunca. Al menos esto último tendrá arreglo.
"Volverás" está basada en la novela "Un enano español se suicida en Las Vegas". Historía de dos hermanos, hijos de un importante arquitecto. El hermano pequeño, el buen hijo. El hermano mayor, la bala perdida. Su reencuentro propiciará un interesante juego de intercambió de personalidades. Las vidas construidas desde el orden, desde el objetivo de una vida acomodada y el éxito profesional, sienten una irrestible atracción vertiginosa por el lado salvaje, por los que viven a salto de mata, apurando las tentaciones nocturnas y descansando en cualquier cama. Vida fuera del cauce, debes dejar esta vida, la mala vida pero quizá tambien, la fácil vida o la gran vida o la vida plena. Envidia de sabado noche metido en casa.
La cámara acompaña a los dos hermanos (Tristán Ulloa y Unax Ugalde: muy buenos actores pero que se parecen como un huevo a una castaña, lo que perjudica algunos pasajes basados en que al pequeño le parten la cara porque le ¿confunden? con el grande) por timbas y garitos de la noche barcelonesa y logra una buena película. Y que me arrepienta aún más de no haber leído nunca a Casavella.
Mi querido amigo.
ResponderEliminarMe paso por aquí para desearte unas felices navidades y un próspero año nuevo.
Sí,otro año,y nosotros sequimos leyéndonos y compartiendo muchas cosas.
Un fuerte abrazo.
A todos nos pasa, Licantropunk, no es posible abarcar todo ni a todos...
ResponderEliminarLa película la vi hace tiempo, no me pareció nada del otro mundo pero se dejaba ver. Más de lo que se puede decir de muchas películas españolas (y sus guiones, ufff).
Buenos días, estos que se acercan, tenga usted.