viernes, septiembre 15, 2006
Novela. "Brooklyn Follies", de Paul Auster
Hace pocos años, al iniciarse las vacaciones de verano, leí una entrevista que le hacían al entonces presidente Sr. Aznar, que como al comienzo de cada ciclo estival, se disponía a pasar unos merecidos días de descanso. El periodista le preguntó si tenía entre su equipaje preparada alguna lectura de verano. 'Voy a leer "El libro de las ilusiones", de Paul Auster', respondió el ilustre mandatario. Me dio un ahogo repentino. Auster en una mesita de noche, entre Pio Moa, Cesar Vidal y los cuentos prologados por Ana Botella. Auster bajo el brazo de los apóstoles de la democracia iraquí, de los profetas del capitalismo sin fronteras, del gurú del atlantismo. Gensanta. Pensé en dicha novela, que ya había leído, y no vi ninguna clave oculta para invertir en bolsa, o señales que condujeran al éxito al estilo de "¿Quién se ha llevado mi queso?". Ni tan siquiera un poco de revisionismo histórico que pudiera sugerir que en el fondo Franco era un pedazo de pan que descendió o ascendió, según se mire, para salvarnos. ¿Por qué Aznar y yo leíamos a Auster?
Para colmo, este año van y le dan el premio "Príncipe de Asturias". ¿También será monárquico? ¿O simplemente será un escritor de masas? No sería sorprendente, dada la calidad que emerge de sus textos, pero lo veo un poco lejos del Best Seller. Cuando un escritor que has atesorado durante años se vuelve demasiado popular, piensas que corre el riesgo de que le pase lo que a Benedetti, transformado en poeta oficial de la BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones: últimamente no hay ceremonia cutre familiar que no incluya un 'Si te quiero es porque sos..." o algún otro ripio del repertorio: pobre Mario, volver del exilio para esto).
Asi que, desde este punto de vista, a mi entender "Brooklyn Follies" resulta ser una declaración política. Mediada la novela (unas cuantas casualidades, personajes que atraviesan crisis de identidad: se explica mucho mejor en arte y literatura) se desarrolla una conversación entre Tom y Honey de tono bastante crítico con el gobierno republicano del Sr. Bush. Sin embargo, será la crítica rotunda de las sectas de cristianos renacidos que triunfan en Estados Unidos, lo que para mí constituye el centro de la novela. La descripción de la escena del reverendo Bob y su hueso sagrado o del secuestro de Rory por el acólito David Minor, es rotunda y visceral y deja al descubierto el odio que el autor parece tener por el integrismo religioso que rige la vida de gran número de norteamericanos. La basura del creacionismo, que se enseña en las escuelas de Kansas bajo la etiqueta de diseño inteligente, impulsada por la derecha religiosa más recalcitrante y oscurantista (ha surgido una reacción en Internet: el culto al Flying Spaghetti Monster: es muy fácil rebatir lo que no tiene ningún fundamento), supone un intento claro de sumir al pueblo en la ignorancia. Nos toman por tontos: seguro que lo somos si lo consentimos.
En fin, que si alguien tenía alguna duda (yo no la tenía, era una forma de introducir el tema), Auster lo ha dejado bien claro.
Hace muchos años, en una feria del libro, vi uno de pastas amarillas que se llamaba "La trilogía de Nueva York". Juro que lo compré por el título. Nunca me arrepentí.
Me falta la Trilogía. Mi hija prometió regalármela. Cada vez que leo a Auster me siento más yo. Un abrazote.
ResponderEliminarAuster es magnífico, uno de mis recurrentes autores. No creo que se convierta en autor de BBC (jajaja muy acertado lo de Benedetti). Es bueno e imaginativo, es nuestro Juanjo Millás, solo que con más poder mediático por se estadounidense y por hacer películas, que eso da mucha fama. En todo caso no para mentes obtusas como la de Aznar, que probablemente lo dijo como publicidad propia.
ResponderEliminarGabriela, leí tu excelente crítica del libro después de que lo hube terminado. "La trilogía de Nueva York" fue mi primera lectura de Auster y la que me impulsó a seguir el resto de su obra.
ResponderEliminarZuriñe, me parece muy buena la comparación de Auster y Millas, muy acertada. A Auster, se puede dudar, pero seguro que Aznar no lee a Millas.
Grandes saludos.
Es verdad: hay libros que nos hacen sentirnos, nosotros mismos, a fondo, así tocamos el interior, el más profundo.
ResponderEliminarSeguiré leyendo a Auster. Licantropunk, también me he visto en esa perplejidad de
ver un linro en manos de alguien a
quien me es imposible imaginarle
interiorizando ese libro, esas palabras, esa visión de Auster, sus desolados personajes, la atmósfera que le da a lo que escribe.
Y espero que sea diferente, que sí, que lo interiorize...
Post valioso que me trajo a otro blog/gema.
Gran salute, Licantropunk.
(Y grax mi apreciad Licantropunk).
Te veo poco diligente con tus lectores, licántropo. Vamos, un poco de marchaa!
ResponderEliminarAbrazos.
A Rain: la obra de Auster no me ha defraudado nunca y ojalá siga así muchos años.
ResponderEliminarA Grabriela: Ya, ya. Ultimamente tengo poco tiempo, la verdad, pero espero mantener esta página con cierta frecuencia.
Gracias Gabriela.