sábado, mayo 26, 2018

"Siete días de mayo", de John Frankenheimer

Con la lectura aún reciente del estupendo ensayo geopolítico "Así se domina el mundo: Desvelando las claves del poder mundial", escrito por el militar español Pedro Baños, esta revisión de "Siete días de mayo", clásico del cine conspiranoico, se ve irremisiblemente condicionada por las revelaciones adquiridas. La disuasión es la clave, el arma principal que se empleó durante los tensos años de la Guerra Fría, una estrategia del farol y el envite que continúa vigente. Porque ningún bando sería capaz de lanzar un ataque nuclear que podría provocar la aniquilación del enemigo, sí, pero que se convertiría en un bumerán mortífero, un destructor total que en sus consecuencias finales no distinguiría bandos. Y esa condición de movimiento táctico prohibido se conocía perfectamente desde que Estados Unidos iniciara la carrera armamentística atómica lanzando "Little Boy" sobre una ciudad japonesa (Japón no ha denunciado nunca el evidente crimen de guerra cometido sobre la población civil de Hiroshima y Nagasaki ante ninguna instancia internacional, lo que constituiría un mero acto de propaganda, conociendo quién maneja los hilos del orden mundial, pero es un recurso que el país del sol naciente se guarda como un as en la manga que asegura el apoyo estadounidense desde el fin de la Segunda Guerra Mundial).
El Reloj del Apocalipsis se acercó varias veces a la medianoche, sumiendo a la humanidad durante décadas en una pesadilla paranoica. La suerte del mundo estaba en manos de políticos como
John Fitzgerald Kennedy, que atravesó los días de la crisis de los misiles cubanos puesto hasta las cejas de speed (otro gran libro que estoy leyendo estos días, "Las drogas en la guerra" de Lukasz Kamiensk: esclarecedor recorrido histórico por los recursos artificiales que se han empleado durante milenios para fortalecer el espíritu bélico además del relato estremecedor que desnuda a enérgicos mandatarios internacionales enganchados a los estupefacientes para aguantar el ritmo y la tensión cotidianos: más una norma que una excepción), o de Richard Nixon, "Tricky Dicky", que, aconsejado por otro gran tramposo, Henry Kissinger, fomentó entre los dirigentes soviéticos una imagen de locura mental, de carácter imprevisible, que era mejor no provocar (¿estará Donald Trump haciendo lo mismo o la tontería le vendrá de serie? Me temo que sea esto último).
"Siete días de mayo" es tan reveladora a la hora de denunciar la fragilidad del sistema en cuanto al peligro de que un megalómano populista tome el mando de la situación, como ingenua en su confianza en la existencia de un gobernante justo y la fe ciega en el respeto a las reglas del juego democrático: por las cloacas del estado no corre agua limpia: We the people. Pero las potentes interpretaciones de Burt Lancaster, Kirk Douglas (la película mantiene el aroma de denuncia del macarthismo), Fredric March o Edmund O'Brien, conceden que la cinta sea considerada uno de los mejores ejemplos de thriller político. A ellos se une Ava Gardner en un papel introducido a calzador en el guion, con escasa justificación o necesidad. Pero si se podía contar en un rodaje con una actriz como aquella, había que hacerle sitio como fuera.

10 comentarios:

  1. Que tal Licantropunk!
    Ha sido una coincidencia, hemos comentado la misma pelicula, eso si, tu entrada analiza magnficia y profundamente el film y la epoca en cuestión. Son muy interesantes esos datos que aportas, algo habia leido sobre Kennedy y ciertas sustancias. Desde luego que fue un periodo de historia reciente que dio para mucho.
    La verdad que desconocia la pelicula, me ha parecido estupenda.
    Saludos!

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    1. Me dejaste boquiabierto. ¿Qué probabilidades había de coincidir en una película en la misma semana? Un suceso para alimentar la "conspiranoia", sin duda, ja, ja.

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  2. No la vi, y es otra más que me agendo de esta página.
    Lo de las actrices que tienen que calzar a la fuerza da para varias entradas. Hay tantos casos...

    Abrazo!

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    1. Los repartos de la toda la Historia del cine se han rellenado con grandes nombres, actores y actrices que daban lustre a los carteles. Pero siempre hay ocasiones que llaman más la atención que otras.

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  3. La película es una maravilla, hay que reivindicar a Frankenheimer y a toda esa generación de cineastas nacidos gracias al peor enemigo del cine: la televisión.

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  4. Casi coincide en el tiempo con otro interesante thriller político "El candidato de Manchuria". Por cierto que Lancaster parece repetir su papel de general Scott en la última película de Peckinpah "Clave Omega" donde interpreta a un retorcido jede de la CIA.
    Saludos.
    Borgo.

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  5. No he podido ver la película, pero leí el libro y me dejó impactadísimo. Fue uno de los libros que devoras en la adolescencia y nunca puedes olvidar. Luego de tu comentario no me queda otra que buscar la película para verla. Gracias por esta entrada y saludos desde Venezuela

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  6. Mr. Licantropunk,¡que peliculon!, hace años que la vi, y ¡ que elenco! Burt Lancaster y Kirk Douglas, estupendos, y Frankenheimer, un gran director. Saludos.

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  7. Me ha parecido superinteresante el enfoque que has hecho, queridísimo Licantropunk,de esta película. Te confieso que se me resiste, pero ya me has animado definitivamente para no dejarla escapar. Adoro a ese director y a varios de los intérpretes. En cuanto tus lecturas me ha llamado mucho la atención: Las drogas en la guerra.
    Un beso enorme
    Hildy

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  8. Gran director injustamente olvidado. Vino de la generación de directores que empezaron su carrera en la televisión. Comenzó su carrera cinematográfica en serio con Los jóvenes salvajes (1961), un apasionante estudio de la delincuencia juvenil en los barrios de Nueva York. Esta película representó también el comienzo de su larga asociación con el actor y productor Burt Lancaster, quien se sintió lo suficientemente impresionado por su trabajo como para contratarle para El hombre de Alcatraz (1962). Como ahora te escribo desde Andalucía, esta película es un “peaso de película”. El mensajero del miedo, El tren, Plan diabólico, Gran Prix, Yo vigilo en camino, The Iceman Cometh, con el grandioso Lee Marvin, y Siete días de mayo; perturbador thriller político sobre un intento de golpe militar en los Estados Unidos, provocado por un patriotismo equivocado. En fin, que no me da vergüenza admitirlo; defiendo incluso su película Profecía maldita, que da entrada al terror ochentero algo cutre pero efectivo, qué cojones. Hay que verla de nuevo sentado en un sofá con los pies (calzado con unas converse llenas de mierda) sobre la mesita repleta de latas de cervezas y restos de pizza y la novia, rollo Patti Smith setentera con las tetas afuera. John Frankenheimer, siempre me sonó, fonéticamente, a Frankenstein. Creo que no iba mal encaminado

    Un abrazo.

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